Conquista del espacio entre sus labios | Cuento

in #spanish7 years ago (edited)

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Fuente: Pixabay

La vio por primera vez en el metro. Ella, fugaz, pasó a su lado y la flecha estaba puesta ya en su corazón de astronauta. Cabello púrpura, sirena del espacio en la tierra, con su piel brillando bajo las luces de neón. Él la vería de nuevo, su instinto se lo decía. Alunizaría en su vida, ese era su único deseo.

Y él ha buscado a la diosa sideral por mucho tiempo.

La encontró un día, a traves del amigo de una amiga, todo una casualidad cósmica. Timido al principio, insistió con su conquista. Lento pero seguro, fue concretando la amistad. Intercambio de teléfonos con una excusa muy barata y estúpida. Y luego, pequeños encuentros maravillosos concretados por azar. Ella, con sus mechones de cabello purpura y sonrisa de labios gruesos, era la chica de sus sueños. Maravillosa desde adentro, irradiaba esa energía espacial que lo llevaba a otro planeta.

Y hoy, en esta terraza, pensaba dar el paso de conquistar esta luna misteriosa. Pero es un momento demasiado corto y extraño para recordar cómo llegó exactamente allí. La noche solo avanzó, y de repente, se encontraron solos. No parecía llevar a nada, pero él sentia que era el inicio de todo. Durante un momento fugaz, sus ojos se conectaron. Y pasó. El mensaje llegó fuerte y claro. No había espacio para el error.

Habría contacto con un objeto volador identificado.

Se escuchan las risas a la distancia y ella se distrae por un instante. Él le cuenta una anécdota que la regresa a ese lugar bajo las estrellas. La chica lo observa por segundos y se ríe con ganas, se mueve su cuerpo a ritmo de sus carcajadas. Él le devuelve la sonrisa, se inclina un poco mas y coloca el mechón de su cabello de sirena estelar en su lugar. Bajo las luces tenues de la terraza, la ve más encantadora. Su sonrisa más brillante, sus ojos más grandes, su pelo más púrpura.

“¿Cuando será el momento?” se pregunta él a si mismo, impaciente. Desde el instante en el que la vió, supo que sus labios eran su destino. Que no podría dejar de besarla, que ese era su lugar en el universo. Pero el tiempo pasa, las citas sin avanzar hacia ella se acumularon ya, y no encuentra ese punto de caramelo para besarla. Y se impacienta cada vez más.

Mientras tanto, ella lo mira con timidez y nervios. El barítono de la voz del chico hace estragos en su cuerpo cada vez que le habla. Y ahora, en la soledad de una terraza iluminada con apenas algunas lucecitas de navidad, la voz de él es guía de sus emociones. Bajo las estrellas, se escucha aun más intoxicante, más perfecta. Su mente se llena de ideas, y quiere escucharlo decir todo y nada, entre gruñidos de gusto por besos bien dados. Se pregunta de repente “¿Será que hoy me besa?”.

La conversación se hace más íntima, personal y en susurros. Estan a centimetros, mirandose a los ojos, entre breves segundos donde sus ojos miran a los labios del otro. Ahí están, las ganas a punto de caramelo. Una de las manos de él se levanta para volver a llevar el rebelde mechón púrpura tras la oreja de ella. Sus dedos cálidos rozan la piel de su mejilla y ella por instinto, cierra los ojos. Él se inclina un poco más, es el momento... Y se abre la puerta a la terraza con un estruendo. Llegan risas de un pequeño grupo de invasores.

Ellos miran a los dos, solos frente a la puerta en un escenario ilógicamente romántico y se apresuran a irse. Ambos ríen, el momento se fue, aparentemente. Otro día sin lograrlo. Pero en ese descuido, donde él baja la mirada, ella siente que es su hora de brillar. Se llena de valor y toma la mano del chico. Él, intrigado, levanta sus ojos y ve a aquella mujer sideral, espacial y perfecta, verlo con intención. Y se lanza a la conquista del espacio entre sus labios, sin miedo a estrellarse en el aterrizaje sin instrumentos.

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Fuente: Pixabay

Durante un breve instante, no hay nada.

Y luego explota el universo. Bing bang de un beso indescifrable infinito. Tras sus párpados cerrados, luces vuelan. Se siente ilógicamente eléctrico. La mano de él descansa justo bajo el lóbulo de su oreja sosteniendo su cabeza en la posición perfecta, y las de ella en su pecho, anclada a su astronauta. Todo pasa tan rápido y lento en simultáneo, que es un absurdo. Es un beso fuera de este planeta.

Para él son los labios más suaves que ha probado. Un beso casi etéreo, mágico, fantástico. Al separarse para respirar, sonrien. Sus frentes entran en suave contacto y él sigue jugando con la melena sideral. “No quiero dejar de besarla” se dice sin dudarlo. Ella opina lo mismo. Al abrir los ojos, él puede ver un suave rubor en las mejillas de su diosa. Bajando un poco más la mirada, ve labios sonrojados, besados con gusto. Y sonríe con orgullo.

Ella ríe con timidez. Y son burbujas de risa, de satisfacción y alegría. Y lo besa de nuevo sin pena. Esta vez, ella busca el contacto. Levanta sus manos de uñas turquesa y las pasa por su cuello, buscando el cabello caoba y ondulado. Para ella, ese espacio maravilla natural que es este chico, inicia bajo los suaves rizos de su cabellera. Y en ese instante en el que pasa sus uñas por su cuero cabelludo, suena un rugido suave desde la garganta de él, su barítono de deseo.

Y el beso se profundiza en nanosegundos.

Él lleva sus manos a su nuca, e inicia un viaje con su lengua por los suaves labios de su diosa sideral. Ella cede, se funde con él y el beso se hace más profundo, intenso. Ese primer beso fue solo el abrebocas del contacto con el espacio entre sus labios, de la danza de sus besos eléctricos.

Las manos de ambos recorren el cuerpo del otro. Y los besos se hacen picaros, exploratorios. Ha sido un alunizaje perfecto. Se sonríen, ríen y susurran cosas tiernas, llenas de la dulzura y el deseo velado de los primeros besos. Se abrazan, y miran a las estrellas desde su banco en la terraza. Él besa su frente, mientras ella descansa sobre su pecho, escuchando el latir errático de su corazón indomable. Está enamorado, es profundo, es vital. Él lo sabe desde que la vio.

La fiesta se extiende, se alarga y se acaba. Para estos dos exploradores, el espacio es infinito. El sonido es ficción, y cada movimiento es un giro planetario hacia la misma dirección. Ambos están unidos por los besos fugaces, por la corriente eléctrica de sus cuerpos. Por el momento en el que la tierra desapareció bajo sus pies y se adentraron al espacio de sus besos. Se despiden en conjunto de los pocos que quedan, todos miran al par con complicidad. El explorador espacial y la chica sideral, era de esperarse.

Se alejan caminando de la terraza de alunizaje de sus besos. Y caminan por la noche, bajo la estrellas. “Conquisté el espacio de su labios” se repite mentalmente, mientras la lleva de la mano al planeta que ella decida ir esta noche. Él sonríe, hace muchos años que esperaba esto, llenar su corazón por completo con una sola alma. Desde que la vio es ella, siempre fue ella. Será ella, hasta que la diosa sideral lo quiera.

En este instante, el chico se promete construir un cohete. Para llevar su cuerpo espacial a donde ella quiera, a donde pueda crear y conocer con esos maravillosos ojos de estrella. Dónde su melena de colores espaciales, sea un recordatorio constante de que es de otro mundo, y que él es el astronauta que quiere construir sus sueños. Ella lo mira, su rostro lleno de suaves pecas y barba suave brilla y sus ojos están llenos de estrellas.

La chica espacial sonríe. Sus labios aun sienten sus besos. Lo quiere conocer, explorar, detallar y estudiar. Su cerebro está aun un poco lleno de la droga que son los quimicos de su experiencia con el amor. Pero se siente de maravilla. Explorará el amor de su astronauta, verá su corazón crecer a la par de la exploración espacial del espacio de sus labios. Ella cumplió la primera parte de su misión.

Ahora, a explorar el espacio de sus corazones erráticos, bajo los besos de estrellas fugaces que llenan la vida de ambos viajeros espaciales. Un cielo turquesa y púrpura, moteado de estrellas, acompaña su latir, y caminan a conquistar otros planetas, un beso a la vez.

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Fuente: Pixabay


¿Qué les pareció este pequeño cuento? No está inspirado en la vida real, pero algunas partes se filtran, como siempre. Porque el autor siempre cuenta un pedacito de su alma cuando escribe.

Si te gusta tendré un pequeño reto personal acá en Steemit: hacer cuentos lque se unan de forma tangencial. Queda de ti, querido lector, encontrar los puntos de unión de las historias. ¡Te espero en el próximo cuento!

Psssst. Pssssst. Antes de irte. ¿Qué tal si lees mi otro cuento "Encuentros fugaces en el tiempo"? Es parcialmente real, y puedes encontrar un pedacito de un amor infantil que nunca se solidificó. ¡Te espero!

-A.

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