Encuentros fugaces en el tiempo | Cuento
Fuente: Pixabay
Vidas diferentes años atrás
En movimiento sincrónico por minutos
Ambos dos lados de la misma moneda
Moreno y rechoncho
Pálida y delgada
Contraste perfecto, elementos del caos
Albóndigas y leche
Combinaciones de insultos infantiles
Dos pequeños, que juegan a ser crueles
Insultos vuelan en el auto
Se mueven, se alejan y vuelven nuevamente
Gritos cariñosos se vuelven costumbre
El odio infantil da paso a un atisbo de amistad
Todo cambia, algo se rompe
Se mueven, se alejan, no vuelven a verse en movimiento
Sus vidas se separan bajo el mismo cielo
Y los viajes de albóndigas y leche dejan de ser costumbre
Pero en una ciudad tan pequeña
Donde no mucho pasa y todos se conocen
Sus destinos se cruzan de nuevo por sincronía
Ella lo sabe
La memoria la traiciona, le muestra todo claro
Recuerda su sonrisa, sus gritos sin maldad
Pero todo es distinto
El ha cambiado, ha crecido y mejorado
Ella, aun pequeña, pálida y distinta
No tiene la voluntad de verlo a los ojos
Y pasan años imprecisos
Cerrando su año lo encuentra
Amistades en común, con una distancia de por medio
Ella es diferente, tal como era él antes
Pero tiene control, es un reflejo de sí misma
Saluda con confianza, y ve en él un atisbo de reconocimiento
¿Sabe quien es ella?
¿Recuerda de donde conoce ese rostro?
El encuentro es muy breve, poco preciso
Nunca sabrá
Él se aleja para siempre
Y ella sonríe
Tras los encuentros fugaces en el tiempo
Dos niños grandes, albóndigas y leche, se encuentran
Se saludan en igualdad, sin memoria
Quizá con un poco
Pero nunca con los recuerdos completos
Todo sigue girando sin ellos
Quizá el tiempo los una de nuevo
Quizá sea el final de su historia
Pero tras cada fugaz encuentro
Siempre recuerda ella
Todos los insultos en movimiento
Y un primer amor, incipiente e infantil
Destinado a nunca ser
Dos niños muy jóvenes para entender
La magnitud de sus pequeños insultos
Inocente, adorable, fugaz e inimaginable
Una amistad que murió rapido
Un amor que nunca fue
Dos en encuentros fugaces
En la ciudad que cabe en la palma de tu mano
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Fuente: Pixabay
Esta es una historia casi 100% real. Quizá me tomé una licencia artistica un poco por ahi, pero me pareció adecuado para el ritmo de la historia. Durante mucho tiempo, conocí de forma tangencial a un chico. Cuando niños nos insultamos sin clemencia (“albondiga con patas” y “pote de leche” eran los usuales), y luego de dejar de hacerlo pues… Lo extrañaba un poco. Nos fuimos encontrando de forma casual, muy poco porque la ciudad es pequeña y todos se conocen. Pero fue divertido encontrarlo hoy luego de tanto tiempo.
Resulta que por casualidades, es amigo de mi hermano mayor y no me recuerda en lo absoluto. Pero mi memoria no me engaña, ese es el chico que me insultaba todos los días con alguito de cariño. Hoy es ilegalmente guapo, pero ese es otro punto. La vida a veces nos da pequeñas casualidades, encuentros fugaces que hacen que nos evaluemos exactamente los ciclos de cada momento y lo pequeño que es el mundo. ¡Gracias por leer!
¿Tienes algún encuentro fugaz que te cambiara la vida?
Para mi, encuentros como este suelen tener bastante impacto. ¿Tienes alguno que te hiciera especial efecto? ¡Compártelo en los comentarios!
-A.