DAR A LUZ EN VENEZUELA-PARTE II: EL PARTO

in #spanish6 years ago

 Continuando con mi relato anterior: https://steemit.com/spanish/@adrianam2311/dar-a-luz-en-venezuela-parte-i-el-control-prenatal

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Les cuento que toda mujer venezolana ha escuchado historias sobre lo que sucede en el hospital al momento de tener que dar a luz, pero desde que sales embarazada, literalmente te bombardean con cuentos (de terror), advertencias y consejos, lo que debes hacer y lo que no. Yo por mi parte estaba tan agobiada ya de tantas historias que le agarré pánico al hospital. Investigué por mi cuenta todo lo que internet me pudo decir, descargué varias aplicaciones para llevar el control prenatal y me quedé con dos. En mi última consulta, el doctor determinó que iba a tener un parto natural y sin problemas, cuando le pregunté qué cosas iba a necesitar en el hospital, él sólo me dijo que llevara unas pantaletas (calzones, bragas), toallas clínicas, la ropa del bebé y un yelco (aguja para tomar la vía intravenosa). Menos mal que no le hice caso. Por Internet supe que iba a necesitar muchas más cosas, con todo y eso, nada, absolutamente nada, me preparó para lo que se me venía encima. Omitiré ciertos detalles por respeto hacia mí y hacia las cosas tan crudas que observé, trataré de ser lo más generalista posible para no hacer esto más largo de que ya es. 

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Empecé a sentir las contracciones de forma muy ligera un viernes a las 6 de la tarde, lo asocié con otra cosa, achaques de embarazada tal vez. A las 9 de la noche ya estaba segura y empecé a controlar los tiempos entre una y otra con una de las aplicaciones. Agarré rumbo junto a mi esposo al hospital, más específicamente al área del materno infantil, a las 10 de la mañana del sábado cuando yo estaba segura de mis tiempos (regla 511). Entramos en el famoso establecimiento y mi primera impresión fue la sala abarrotada de personas esperando, no había apenas un espacio donde no hubiera alguien sentado, recostado, acostado, parado, o en cualquier otra posición. De inmediato me pasaron a otra sala sola, en ella había varias mujeres con distintos niveles de dolores de parto esperando a ser anotadas, les abrieran la historia para que las pudieran atender. Nada más entrar presencié como le daban la noticia a un padre de que su bebé se había muerto y su esposa había sido pasada a terapia intensiva, la habían revivido de un paro cardiaco. Fue muy fuerte ver como se apagó la luz en los ojos de ese señor, a mí se me revolvió todo por dentro. Esta chica como yo, había sentido las contracciones desde el día anterior y al igual que yo, como le habían advertido que no se fuera para el materno hasta que ya no aguantara más. Así lo hizo ella y se le desprendió la placenta, el bebé se ahogó y nadie se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde. Según las enfermeras, la chica presentaba rasgos de desnutrición y falta de control prenatal, una combinación fatal. Esas primeras impresiones me afectaron muchísimo y me dio un mal presentimiento, me asusté por mi propio bebé y me sentí mal por haber esperado tanto. 

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 En esa estancia se me hicieron la 1 de la tarde esperando a que me atendieran. Era un proceso muy lento por la escasez de personal y mientras se desocuparan un poco las camillas. Entre las distintas mujeres estaba una señora, algo mayor que se notaba que sufría mucho. Con lágrimas en los ojos nos contó que ella venía de muy lejos, al parecer tenía programada una cesárea pero como se le presentaron los dolores ella se vino antes; a las 7 de la mañana la atendieron y le dijeron que no le detectaban el foco (corazón) al bebé. Para que entiendan un poco el contexto, les diré que en ese establecimiento dan a luz cientos de mujeres todos los días, hay sobre población porque en todo el estado sólo hay dos establecimientos que aceptan a las parturientas. Entonces mujeres que viven entre dos a cuatro horas de distancia van allí porque no hay ningún otro más cercano. Pues, esa señora al recibir esa noticia se negó a creerlo y salió con esperanza a caminar por toda la ciudad con esos dolores, buscando a un miserable doctor que le hiciera una ecografía, pero como era sábado no encontró a ninguno. Se devolvió al materno a esperar a las dos de la tarde que llegara el doctor especialista de guardia, los demás eran puros residentes y estudiantes, ninguno estaba autorizado para atenderla. 

Un médico privado tampoco puede ayudar, porque desde que renunció la mayoría de los especialistas tenían prohibido el paso. Es decir, que aquellas mujeres que pagan esas astronómicas sumas para que un doctor bueno te lleve el control, igual terminan siendo atendidas por practicantes que no tienen idea de lo que hacen. Una cesárea en una clínica privada vale tanto como un carro, hasta más. Por eso cada vez más mujeres de una posición un poco más acomodada se tienen que conformar con ir al materno, con la esperanza de salir lo más ilesas posible. 

Embarazadas esperando ser atendidas

Alrededor de las 2 de la tarde me registraron y me pasaron a otra habitación, una especie de enfermería, allí me indicaron que me quitara todo lo que llevara puesto. Esperé otro tanto a que me atendiera un alguien, llegó un doctor con cara de cansancio y hastío, no paraba, iba y venía, en una de estas me dijo que me acostara para hacerme un tanteo (tacto del cuello uterino) en una camilla que era un reguero de sangre y fluidos, ni modo, lo hice. Me dijo que espera a una enfermera para que me diera una bata (quirúrgica) y me colocara la vía intravenosa. La enfermera llegó, me miró y me dijo: ¡Tenemos un Problema!, no hay batas, déjame ver que te puedo conseguir para que te tapes. Hubieran visto lo que me consiguió, una bata rota y desmembrada, como pudo me cubrió con ella y me la ató con adhesivo, las dos nos reímos a carcajadas porque nos hizo gracia la cosa, así somos los venezolanos. Le entregué el yelco (aguja) que por cierto, son más difíciles de encontrar en Venezuela que el petróleo, más caros también. La gente hace maromas para conseguirlo. En eso, otro enfermero le preguntó algo, ella volteó a responderle y ¡¡Zas!! Le robaron el yelco en ese momento de descuido, ni ella ni yo vimos quien fue. Con el jaleo de las demás enfermeras y las otras embarazadas nos robaron sin pistola, la enfermera se volvió a reír, esta vez a mi no me hizo gracia. Ella apenada buscó hasta que consiguió otro yelco para reponer el mío, con cierta ironía me dijo que esos no le gustaban porque parecían como para “inyectar caballos”, era enorme, me la puso en la muñeca dejándomela totalmente inmovilizada, un movimiento bastaría para romperme las venas de lo grande que era.  

El especialista llegó y se puso a revisar a la señora que les mencioné allí mismo, la tensión en el ambiente se hizo palpable. Le confirmó que su bebe estaba muerto, le explicó que si la hubieran atendido más temprano, cuando ella legó quizás se hubiera salvado pero que ya habían pasado demasiadas horas, también le dijo que como su cuerpo había entrado en el proceso de trabajo de parto, no le harían la cesárea. Le explicaron que como su bebé estaba muerto no era una emergencia, sino que tendría que parirlo. Dios, que tristeza tan grande embargó el espacio, la señora se puso a llorar y todas las demás con ella, incluyéndome.  Hacía un frío tremendo, ella apenas tenía para cubrirse una toalla delgadita, lloraba y temblaba, recuerdo haberla abrazado, le pasé la mano por la espalda y lloré con ella, más no le dije nada, no había nada que decir. Ella me contó que era su tercer bebé muerto, que había gastado una fortuna en cuidar de este bebé y que no entendía porque si tenía antecedentes su doctor no le sacó el bebé antes de que fuera tarde.  

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Nos pasaron a la sala de preparto. Allí se supone que debemos esperar a que casi nazca el bebé y luego te llevan a otro lado, pero como nadie está realmente pendiente la mayoría daba a luz allí mismo. En esa sala había 20 camillas enumeradas, todas en estado de deterioro, sin sábanas ni nada que las cubra, con señales de haber sido “medio” limpiadas, se veía como las moscas pululaban en ellas. Todas tenían a los lados despojos de aparatos médicos que sabrá Dios desde cuando no funcionaban, de vez en cuando se escuchaba el pitido errante de alguno de ellos, lo que sólo me alteraba los nervios. En el medio de la sala estaba el baño y al fondo, el área de las enfermeras. 


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De inmediato me percaté que las enfermeras estaban de adorno, ellas sólo estaban allí sentadas conversando y riéndose de tonterías mientras las mujeres en las camillas gritaban y se retorcían pidiendo ayuda. De una me pareció espeluznante su indiferencia ante el dolor ajeno, sé que en su trabajo están acostumbradas pero lo que no entiendo es como ellas podían reir mientras 20 mujeres necesitaban su auxilio. Sólo se movían a las mujeres cuando veían que un bebé asomaba la cabeza o cuando los doctores hacían las rondas, de menos nada, estaban pintadas allí, pero si lograbas ganar la atención de alguna te recompensaba con un insulto o maltrato, frases como “si disfrutaste cuando te lo metieron aguanta cuando salga”, “para hacer al niño no pediste ayuda”, “deja la flojera que bastante que gozaste haciéndolo”, “eso te pasa por andar de revuelta” cuando se trataba de adolescentes. 

El maltrato es lo que más abunda en las salas de parto

Yo conversaba con la de al lado entre una contracción y otra, así pasé mis horas, observando el maltrato y rogando salir rápido de allí. Pero en esa estancia no había reloj, por lo tanto, no había ninguna forma de medir el paso del tiempo, sólo el irritante pitido ocasional te daba la sensación de que avanzaba, si preguntabas la hora no te la daban. El tiempo se congeló de frio en esa sala y se negó a avanzar, ronda tras ronda vi a muchas mujeres parir, entraba una y salía otra y yo todavía seguía allí.  En una de estas entradas y salidas, una chica que estaba sola la intervinieron y tuvo que dejar sus cosas en la camilla, cuando volvío se dio cuenta de que la habían robado, otra chica que vió que ella dejó sus cosas solas se las llevó y nadie lo notó, es decir, están pariendo, quien carrizo está pendiente de robar, pues por personas así es que estamos como estamos. La chica robada no le quedó de otra que resignarse, una enfermera le tuvo lástima y le prestó una llamada para que alguien la auxiliara porque se quedó sin nada.  

El parto inducido es más doloroso que el natural

En algún punto, tomaron la decisión de atiborrar a la señora que les mencioné antes de pitocin, una hormona que se usa para acelerar el parto, esa hormona literalmente te funde las neuronas, hace que te vuelvas loca de dolor que no es natural y pierdes total dominio de ti. A las que pasaban muchas horas en trabajo de parto se les administra para salir de ellas lo más rápido posible, yo presencié como las más tranquilas perdían la compostura victimas del dolor inducido, una vez que esa cosa circula por tus venas no vuelves a ver la luz hasta que todo termina, hasta que el bebé nace no hay descanso para una parturienta.

Enfermeras empujan el bebé para obligarlo a salir

Quitando la sangre y los gritos, ver nacer a un bebé en vivo es algo hermoso, ese primer segundo en el que sale de su madre sin llorar y luego está en las manos de alguien y llora, en ese segundo comprendes lo que significa dar a luz, es como si el lugar se llenara de luz con ese grito de la nueva vida, es algo difícil de explicar porque es más una sensación que otra cosa. Dar a luz debería ser algo sagrado, un ritual en la cual se recibe una nueva vida. La mayoría de las mujeres afirman que todo el dolor y el sufrimiento se olvida, todo queda opacado por la luz que trae a sus corazones ese nuevo bebé. Lástima que yo no he podido olvidar, por eso escribo esto, para desahogarme. No olvido como te miran con hastío y te hablan con desprecio, como si hubiéramos cometido el peor de los crímenes, a las menores de edad son las que peor tratan, les dicen que ese sufrimiento se lo buscaron, si eres débil y llorona (como yo) te ignoran, te llaman floja, cobarde y cosas por el estilo. 

Bebé recién nacido

Ver nacer un bebé muerto es lo opuesto, no hay llanto, no hay luz, no hay esperanza, sólo silencio y sientes la presencia de la muerte tan densa como si fuera tangible. En ese lugar yo podía sentir como la muerte se paseaba entre las camillas, aguardando un desliz de los doctores, lo cual sucede seguido. El silencio se rompió por el grito desgarrador de la señora, que no gritaba por el dolor del parto, sino por su corazón destrozado por la esperanza, de que en el último segundo su bebé llorara pero no lo hizo, ya que la muerte lo arrullaba entre sus brazos, mientras su madre se quedaba con los de ella vacíos. 

Bebé muerto

 Yo me sentía tan sola, tan alejada de la realidad, de las personas humanas y que me querían. Yo sólo necesitaba que alguien me diera la mano, algo, algún gesto, lo que sea, que me dijeran que el proceso era normal y que todo saldría bien. NADA de eso pasó, sólo temblar de frío desnuda, apretar los dientes, tratar de no gritar para no ganarme gestos feos de las enfermeras y esperar que fuera mi turno.  Imaginen una maternidad donde ninguna máquina para ecografías funciona, pues en este lugar todas las máquinas estaban dañadas por lo que el seguimiento se hacía al ojo, con tactos y localizando el foco (corazón) del bebé con un cono abollado y totalmente deforme. Un doctor se acercó a mí y me preguntó por mis constantes, luego me dijo con cara de preocupado que estuviera pendiente de que mi bebé se moviera, porque ya se habían muerto muchos ese día. Añadió una preocupación más a mi ya preocupado estado de ánimo. Imaginen mi histerismo cuando en una de las rondas una de las “practicantes” viene y me dice que no encontraba el corazón de mi bebé, me estrujaba la barriga con el cono y nada, no lo escuchaba, con cara de pena me preguntó si yo lo había sentido moverse y yo le dije que sí aunque hacía rato que no lo sentía. Al borde de la locura se abrió paso en mi mente una esperanza, me aferre a ella con todo mi ser, recordé que el punto dónde los doctores siempre encontraban el corazón de mi bebé y no era dónde ella estaba buscando, le supliqué que buscara bien y le indiqué el lugar. – ¡Aquí está! Tenías razón me dijo ella con una sonrisa y yo tenía ganas de estrangularla por el susto que me dio, el alivio fue tan grande que lo dejé pasar. Mi bebé estaba vivo, era lo que importaba. La muerte siguió su camino por entre las camillas.  

Localización del Foco Fetal

Después de eso me sacaron de la sala, necesitaban la camilla y yo no avanzaba, entre un susto y otro mis contracciones remitieron, pasé de tenerlas cada 5 minutos a tenerlas cada media hora o más, yo estaba estresada ya y cansada. No había bebido ni comido nada desde la mañana y ya eran como las 8 de la noche, de todas maneras no duré mucho tiempo en la otra habitación, a medianoche las contracciones volvieron con fuerza, tanto que mi cuerpo se tornó caliente como si tuviera fiebre. Me devolvieron al frío y la soledad, al lugar dónde el tiempo no corría. A medida que se fue haciendo más intenso el dolor noté que iba perdiendo mi cordura, tanto así que un doctor después de que yo lo mareara de tanto preguntarle por mi avance tomó la decisión de romperme la fuente, yo había visto como otras se la rompían y al poco rato daban a luz, yo le supliqué al doctor que me la rompiera a mí, él me advirtió que sería a sangre fría y a mí no me importó lo más mínimo, lo que sea que acelerara ese calvario. Buscó unos guantes, me dijo que respirara profundo y aguantara la respiración hasta que el me dijera, introdujo su mano y sentí como buscaba hasta que apretó algo y empezó a tirar con fuerza, lo intentó varias veces y no se rompió. Un poco frustrado sacó la mano y se fue, al poco volvió y vi que sacaba una jeringa de su envoltorio. Repitió el procedimiento pero esta vez me apuñaló hasta que la bolsa se rompió. Brotó de mi gran cantidad de líquido caliente, como una tubería rota, lo que me proporcionó un gran alivio, tanto al dolor como al frío, pero el médico me advirtió que sería algo momentáneo, que después se pondría peor.  

Tacto, o procedimiento para comprobar el progreso de la dilatación

No tardé mucho en retorcerme del dolor en la porquería y mis fluidos, porque las enfermeras me dijeron que hiciera mis necesidades allí mismo, la camilla parecía una piscina asquerosa, todo el piso a mi alrededor estaba lleno de sangre. El hedor de todo eso me estaba sacando de quicio, pedí que me limpiaran un poco y no lo hicieron, cuando ya no aguanté más vomité encima de todo ese desastre, vomitar con contracciones no es una buena combinación. Como supondrán el hedor se hizo más acuciante, todos esos líquido se secaron en mí y colaboraron con el frío, yo seguía pidiendo una y otra vez que por favor me limpiaran, al menos el piso a mi alrededor, lo cual no sucedió. Recuerdo que hubo un momento entre el dolor y la podredumbre en el cual sentí como algo se quebró en mí, en mi alma, ya no podía caer más bajo, dejé de sentirme humana, sólo era un despojo. Todavía sufro cuando recuerdo ese momento, ni la peor pesadilla se sintió como eso. Yo ya no era humana, estaba desquiciada, mi mente se paralizó en el pensamiento de dejar de sentirme así, era horroroso, no sé si fue que entré en una especie de shock, pero recuerdo haber sacado fuerzas de algún lado y me paré de la camilla, solté el suero de su pedestal y caminé hacia el baño, no me importó caerme, ya no me importaban las bacterias, nada, más sucia no podía estar, ante la mirada atónita de todas entré al bañó, con un grito animal me estiré hasta alcanzar la llave de paso de la regadera porque estaba más alto que yo y salió el agua. 

¿Alguna vez se han bañado con agua fría? ¿Alguna vez han estado mojados y entrado en una habitación fría? Pues yo me bañe con agua helada en un ambiente gélido, temblando frenéticamente mi mente seguía con la fijación de sacarme la mugre, si me iba a morir al menos no lo haría sucia. Temblaba tanto que no conseguía moverme, mis músculos perdieron la capacidad de moverse voluntariamente, sólo sabían temblar. Con un grito de dolor logré estirarme de nuevo y cerrar el agua. Salí con cuidado de no caerme y me acosté en otra camilla, desnuda y con fuertes espasmos musculares como si fuera un ataque de epilepsia. 

Regulación del suero

Me acosté de lado y me abracé para controlar un poco los temblores, me sentí poco a poco mejor, en la siguiente ronda fue que notaron mi cambio de camilla, me regañaron porque al parecer mis datos estaban relacionados por el número de camilla y no por mi nombre, entonces una enfermera notó que mi suero no estaba en alto y me regañó, yo le pregunté por qué y fue que me dijo que cuando me reingresaron me administraron pitocin en el suero. Todo cobró sentido, por eso yo había perdido el control, no era yo, ese dolor no era mío, sino mi cuerpo siendo forzado por la hormona. Ellos nunca me informaron qué me estaban administrando. Cuando me cambié de camilla se me olvidó volver a poner el suero en alto, el cual baja por gravedad, entonces dejó de gotear el pitocin y por ende tuve la sensación de alivio. Lo volvió a poner en su lugar y reguló el goteo al máximo, hasta ahí mi dolor desquiciante era sólo un juego de niñas en comparación a lo que vino luego. Me retorcí, grité, le menté la madre a todo lo existente y nada, el tiempo no avanzaba, sólo se reía de mí. Cada latido, cada bombeo de mi corazón era más doloroso que el anterior, sentía cada palpito hasta la punta del cabello, todo me dolía. A las 4 de la mañana con el cambio de guardia el doctor reorganizó a las mujeres en las camillas, a mí me tocó frente al baño.

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El reto de las rondas era siempre el mismo, no había suficientes guantes para revisar a todas las mujeres, entonces sólo revisaban a aquellas que ya estaban a punto de alumbrar o cuando directamente nacían los bebés. De menos, no nos podían tocar por la falta de guantes. Así, al ojo, el doctor determinó que todas aquellas que él nombrara se pararan a bañarse, una a una lo fueron haciendo, ya a esas alturas yo estaba asquerosa otra vez y había vomitado dos veces más, pero ya estaba demasiado adelantada como para levantarme, el doctor me había dado la orden desde hacía más de una hora que pujara hasta que se me fuera la vida en ello. A mi lado estaba una chica, una muchachita de 15 años, menudita, llevaba el mismo tiempo que yo cumpliendo la misma orden, pujar. Ella afirmaba que era su segundo embarazo, el primero había muerto por nacer prematuro y éste que venía en camino apenas tenía 7 meses. Fue guerrera y cuando le tocó su turno se paró, pero cuando se puso debajo de la ducha comenzó a gritar, le pasó igual que a mí y cuando se acercaron para ver porqué gritaba tanto, ella les dijo que no podía moverse. Esos desgraciados en vez de ayudarla a salir de allí la dejaron bajo el agua, la chica no pudo cerrar el agua de tanto que temblaba, las enfermeras que pasaban sólo le decían que se apurara que otras estaban esperando, como pudo salió del baño, pero se quedó paralizada, no avanzó más, se recostó de una pared para no caerse, ya que sus piernas no podían sostenerla, allí se quedó un rato, las enfermeras empezaron a gritarle que dejara de ser tan floja y tan llorona, ella repetía una y otra vez como los locos que no podía moverse. Entonces le dijeron que no podía quedarse allí parada porque podía parir de pié, con saña le dijeron que si no podía avanzar hasta la camilla que se sentara en poceta (retrete, excusado), la pobre sin fuerzas así lo hizo. 

En eso, otra mujer se puso de parto, el doctor y las enfermeras la trasladaron a la otra sala. Fue cuando la chica que estaba en el baño, sentada en la poceta empezó a gritar pidiendo auxilio, al parecer el frío aceleró su proceso y estaba pariendo allí mismo, en el mismo instante que no había nadie en la sala. O sea, ¿A quién se le ocurre dejar una sala con 19 mujeres pariendo sin una sola persona a cargo? A nadie verdad. Todas gritamos pidiendo ayuda y adivinen qué, nos ignoraron, nadie vino a ayudar. La pobre chica dio a luz allí en la poceta, salvó por poco a su bebé de caer en el agua, pero ella era una niña, no era un doctor, no tenía ni idea de qué hacer, le entró el pánico porque el bebé no lloraba. Yo en algún momento, entre los gritos y la desesperación me acordé de que había que sacarle un líquido para despejar las vías respiratorias, le grité con toda la fuerza que tuve que lo volteara y le diera golpes en la espalda, la chica sacudió el pobre bebé sin saber bien lo que hacía, le dio lo golpes en la espalda hasta que todas escuchamos al bebé llorar. Al escuchar el llanto del bebé fue que las enfermeras reaccionaron, sentí tanta indignación, esa chica no tenía por qué haber parido así, fue culpa de ellos y su indolencia. Un bebé que era prematuro, que lo más probable es que tuviera problemas no recibió atención a tiempo. La chica, se quedó sentada en la poceta con su bebé en brazos hasta que un enfermero llegó con una silla de ruedas, ni siquiera le habían cortado el cordón umbilical.

Bebé Prematuro

Ya mareada y débil, los doctores empezaron a preocuparse por mí. Con la voz ronca de tanto gritar y vomitar les suplicaba me dieran un poco de agua, alguien se apiadó de mí y mojó un algodón y los escurrió en mi cara, fue como regar agua en el desierto. A las 6 de la mañana me comunicaron que el bebé estaba estancado en mi pelvis, que luchaba por salir pero no pasaba. Me dijo que tendrían que someterme a una cesárea de emergencia y con cinismo me dijo que dejara de pujar, cerrara las piernas, me acostara de lado e ignorara las contracciones. Pocas veces he sentido tanto odio como en ese momento, ¿Para qué rayos me llenaron de oxitocina y obligado a pujar si al final me harían una cesárea? ¿Por qué no lo hicieron desde que notaron que yo no avanzaba? ¿Acaso alguien cuando tiene un dolor tiene un interruptor mágico con el que pueda apagar el dolor y dejar de sufrir? Con mucha rabia hice lo que me dijo, sentía al bebé encajado que quería salir, lo cual era extremadamente doloroso. Un enfermero apreció con una silla de ruedas y me llevó a otra camilla muy deteriorada, los pedazos apenas se sostenían por el adhesivo, me subí y me llevó a la sala del quirófano. Allí estaban varias chicas que llevaban días esperando cupo para el quirófano, protestaron porque yo sería la primera en pasar. 

Falta de insumos médicos

Entró una enfermera y se sentó en un escritorio que había en una esquina de la habitación, a su lado había unos estantes con los “suministros”, vació el contenido de una caja que apenas tenía algunas cosas dentro. Se puso a contarlos, al entrar otro enfermero le comentó que eso era todo lo que tenían disponible, que iban a tener que dejar de usar algunas cosas porque no había suficientes para todas las emergencias. Me entró un poco de pánico, me iban a hacer una intervención y esas personas no tenían ni algodón, ni alcohol, ni jeringas, ni suturas, nada de eso. Cuando las cesáreas son programadas a las mujeres les dicen que compren su kit quirúrgico porque en el hospital no hay nada, yo no fui preparada para eso, gracias a Dios que una prima de mi esposo es enfermera y me había regalado algunos insumos, le comuniqué al enfermero que le avisara a mi familia para que se las entregaran. Así lo hicieron. Después de contar los insumos, la enfermera comenzó a cortar trocitos de adhesivo  y enrollarlos alrededor de algo metódicamente, cuando volvió el enfermero con mis cosas le preguntó qué hacía, a lo que ella le respondió: “estoy haciéndole unos palitos con adhesivo a los bisturís, para que los doctores no se corten los dedos cuando los agarran al pelo, ya que como no hay para esterilizar los mangos hay que ingeniárselas mijo”. Ave maría purísima, ya había oído muchas veces esa frase “no hay para esterilizar”. Incluso en una ocasión vi que a un bebé lo dejaron unido a la madre porque no había ninguna tijera “esterilizada” para cortar el cordón umbilical. Al final no sé cómo se las “ingeniaron”. 

Equipos médicos Dañados

La anestesista llegó a las 8 de la mañana, de inmediato me comunicaron que yo sería la segunda porque había otra señora que estaba en peores condiciones que yo, ni modo, nada podía decir yo en mis delirios. Cuando por fin fui pasada al quirófano me sorprendí al encontrarme con un lugar que a primera vista se notaba que no era un ambiente estéril, era un cuartucho común y corriente, en el medio había una camilla igual de rota que en la que estaba, debajo de una gran lámpara, la cual sólo le servía un foco, un mesón con unos recipientes y un tensiómetro guindando de un soporte, unos pocos equipos médicos en un total estado de deterioro, el piso estaba roto, sucio (aunque más limpio que las demás salas). Llegados a ese punto, las bacterias no eran mi prioridad, aunque noté algunas moscas por ahí pululando, lo único que me importaba era salir de eso lo más rápido posible. Ni siquiera sentí cuando la anestesista atravesó mi columna con una aguja, solo el alivio que me proporcionó la anestesia. Cuando iba a comenzar el procedimiento les dije que estaba muy sucia, que al menos me limpiaran un poco, me dijeron: -te limpiamos después. Un vistazo a los doctores y casi me entró la risa, rompieron unas batas y se amarraron las partes con adhesivo para poder cubrirse las pies y los brazos, a algunos les alcanzó para medio taparse el torso, no tenían tapabocas ni gorros.  Comenzó todo muy rápido, pasaron un trapo mojado en algo rojo donde pasaron el bisturí, fue raro, yo sentía todo lo que ellos hacían pero no dolía.  Fueron un poco bruscos pero me explicaron que era para hacerlo rápido, muchas estaban esperando, me estremecieron y estrujaron, me preocupé cuando empezaron a jalar muy fuerte algo, incluso uno se montó encima de la camilla y tiró con fuerza, al parecer era el pobre bebé que estaba atorado en mi pelvis. Por los tirones no sé cómo no le rompieron el cuello. Supe que habían sacado el bebé porque me sentía vacía, de repente todo terminó y se fueron todos menos uno que se quedó en la sala, el cual me cosió con la velocidad y precisión de un costurero. Aunque tenía prohibido hablar le supliqué que me limpiara, en esta ocasión me observó y comprendió a lo que me refería, yo estaba asquerosa. Me miró con lástima y me medio limpió un poco con unos trapos húmedos.

Quirófanos en Venezuela (algunos están peor)

Me devolvieron a la sala de recuperación, me dijeron que estaría allí unas horas hasta que se me pasara la anestesia. Yo estaba preocupada, a pesar de estar despierta durante el procedimiento no oí a mi bebé llorar y ellos no me la enseñaron, tampoco me dejaron preguntar, yo sólo sabía que les había costado trabajo sacarla de mi interior. Desde que había llegado el día anterior ya había visto nacer muertos 5 bebés por negligencia de los doctores, demasiados para mi mente estresada. Dos horas después nos limpiaron bien las heridas por dentro, al parecer dejaban adentro unas gasas y una enfermera introducía su mano por la vagina y procedía a sacarlas junto con toda la sangre y los coágulos acumulados, esto lo hacían a sangre a sangre fría, después que se pasaba el efecto de la anestesia, procurando raspar con las gasas las paredes del útero para que no dejasen ningún resto. Esta parte es escalofriante, a mí me ayudó que yo estaba dilatada y que ya había pasado por dimensiones del dolor mucho más elevadas. Después la enfermera te ayudaba a ponerte la pantaleta (calzones, bragas) y nos pedían que nos colocáramos de lado, procedieron a repartir bebés y la mía nada, la única que no tenía bebé era yo. Pasó entre 30-60 minutos (no estoy segura), yo al borde de los nervios pensaba lo peor, escuchaba a los bebés llorar y ninguno era el mío, hasta que entró una enfermera con una bolita rosada que era la que yo escuchaba que llevaba horas llorando, la colocaron a mi lado y me dijeron que le diera pecho. Era hermosa, perfecta, rosadita, calentita y era mía. Dormía y lloraba a intervalos. Yo sentía que ya era la tarde, estaba agotada, aún sentía esas fuertes náuseas,  penas me dio la fuerza para decir que estaba a punto de vomitar otra vez, me inyectaron y me salvé por poco de romper mis puntos por las arcadas. 

Mi hija Gabriela el día que nació

A las 6 de la tarde del domingo terminó mi calvario, ya estaba en una habitación rodeada de mi familia, hasta ese momento yo no había llorado ni una sola lágrima, no tenía energía entre una contracción y otra para llorar. Pero al verme allí, rodeada de gente que me querían y que ellos con sus sonrisas y bromas no supieran lo mal que tratan a uno en ese lugar, fue demasiado, se me salieron las lágrimas sin poder retenerlas. En mi inocencia pensé que todo había terminado, pero no, todavía me faltaba mucho por vivir en ese lugar donde la muerte se paseaba por los pasillos. 


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Woow! De verdad es un relato impresionante, soy estudiante de medicina y acabo de comenzar mi internado, aun no paso por obstetricia pero se de los cuentos que ahí suceden, al igual que con toda propiedad nunca dejaré de decir que la enfermeras generalmente son de lo peor en servicio a los pacientes, sin contar lo ruines y despotas que son...
Muy impactante tu experiencia, de verdad tu opinión vale la pena ser escuchada, eres de admirar por saber como superar esa horrible situación...

Una recomendación con los tags: si vas a publicar en español no utilices tags en ingles, generalmente la población latina o habla hispana en general utiliza siempre los tags "spanish y castellano, siempre utiliza esos dos tags cuando publiques... utilizar el tag cervantes esta bien para darle bastante proyección a tu post. Te recomiendo que cambies el tag "health" por el tag "salud o medicina"(o puedes colocar ambos) y cambies el tag "story" por el tag "castellano"

¡Muy buen post @adrianam2311, sigue asi!

Gracias por la recomendación. Cuando pases por obstetricia recuerda que por muy cansada que estes esas mujeres lo estan más, una palabra cariñosa, un gesto amable, o simplemente darles la mano un momento harán la diferencia.

Que historia tan impactante.... Que Dios se ampare de nosotros. No tengo palabras... escribo y luego borro. ¿cómo es posible que las mujeres venezolanas tengan que pasar por semejante humillación, maltrato y abandono para traer sus hijos al mundo? No puedo dejar de imaginar a las que están allí en este momento. Elevemos oraciones para que se agilice su proceso y sean tratadas lo mejor posible...

En mi ciudad el hospital también es un desastre. Estoy esperando mi tercer bebé y será una cesárea, soy docente y como todo en Venezuela el seguro no cubre por completo la cirugía, así que espero con fe, completar y solucionar con los beneficios de esta plataforma.

Te envió un abrazo solidario, cargado de fuerza y la esperanza de que logres superar ese maltrato que quiso opacar la llegada de tu dulce niña.

Dios les bendiga y nos bendiga.

Gracias por tu consideración. Ya hace más de un año de eso y poca a poca lo he ido superando. Al principio me costó mucho, pero yo tuve suerte. Muchas murieron o se fueron a casa sin sus hijos. Es duro, sin embargo no a todas les va mal, si uno va bien preparado y busca contactos allá adentro, enfermeras o doctores que te conozcan para que esten pendientes de ti, esa es la mejor estrategia.

Dear steemer,
nice post and me followed u :L plz follow me back

No sé cómo llegue aquí, pero aquí estoy!...
Querida amiga (discúlpame por de una vez sentirme tu amiga). Me he ido entre tus líneas al 2012 (fecha en la que nació mi hija) no he visto tus demás post. Solo este y la parte I. No sé de qué parte de Venezuela seas. Te digo con todo mi corazón que está historia es en parte mía también, estoy en shock y sorprendida y no por cada línea, si no por la similitud de lo sucedido, entiendo que para una madre Venezolana está historia sea repetida, y que muchas hayan pasado por esta misma situación, pero la tuya tiene muchísima conexión con la mia, solo que no sufri tanto como sufriste tu. Oí muchos llantos y no de bebé, Vi como se iba una vida antes de nacer, me sentí sucia porque para ese momento no había agua, ...

Debo confesar que estoy escribiéndote con lágrimas en los ojos, hoy en día mi princesa tiene 5años, pero aún recuerdo el día que nació, lo que por DEBER de Dios, es un acto de AMOR, aquí en Venezuela es una historia de terror, para algunas, otras no. Si yo te contara la mía juntas haríamos un libro, la verdad quisiera contarte pero sabes porque no lo hago? Porque en mi loco mundo, estoy deseando otro bebé, sé que es una LOCURA, pero no quiero dejar que algo que es problema del gobierno y que ok entiendo nos afecta a todos los Venezolanos, no pienso dejar que me estropeen la ilusión, de una familia, sé que es una locura, pero si ya nos han quitado todo, no quiero dejar que me quiten las ganas de hacer feliz a mi hija que a gritos me pide alguien más para ella cuidar y con quién jugar (esas son sus palabras) pensé en regalarle un cachorro.

Disculpa que me extienda. Es que cuando se trata de temas de maternidad las palabras a mí se hacen cortas....
Me inspíraste a contar mi historia pero le tengo miedo a los recuerdos, justo en estos momentos.

Amiga, no te sientas mal. Yo tardé varios meses en poder ir contando lo que viví por partes. Fué dificil, por eso mi esposo me recomendó que lo escribiera, para que lo dejara ir un poco. No te creas la única loca, yo dije que cuando por fin sienta que superé la experiencia lo volvería a intentar pero esta vez lo haría más preparada. Nuestra hija se merece un hermanito. Mi inocencia de madre primeriza jugó en mi contra y también que a parte de las historias de terror nadie se preocupó por explicarme bien el proceso. Lo que no nos mata nos hace más fuertes. De ser necesario compraría hasta una caja de guantes si pudiera jajajaja

Impactante información, con mi esposa pensamos en tener un bebé, esto nos ayuda mucho. Saludos.

No te asustes, lo importante es ser precavidos. Prepararse e informarse bien sobre el hospital o materno de tu zona, si puedes reunir y pagar una consulta privada que sea con un doctor que estés seguro de que tiene acceso al materno, que las enfermeras conozcan a tu pareja y puedan echarle un ojo y que compres insumos y medicinas con tiempo, nada de eso sobra. Si optan por el parto natural que haga ejercicios y rutinas que faciliten el parto. Como te digo, con preparación todo se puede. A mí me falló eso y el miedo jugó en mi contra.

Hola @adrianam2311, como médico y venezolana no encuentro palabras que aligeren la pena que inunda tu corazón, viviste momentos muy duros y aunque no niego que si hay personal de salud indolente también me dolió un poco el comentario "ya había visto nacer muertos 5 bebés por negligencia de los doctores". De verdad puedes afirmar eso? Vivimos la peor crisis de salud nunca antes vista en Venezuela, y aunque no lo puedo asegurar al 100% esas muertes pudieron ser a consecuencia de esa crisis. No hay suficientes médicos en los hospitales (esos que llamas "practicantes" son médicos residentes, es decir, médicos que están realizando post grados) pues deben trabajar por sueldos miserables, redoblados en horas, sin insumos, sin estudios ni de laboratorio ni imagenológicos, sin disponer de medicamentos adecuados para la patología, es decir, practicamente con las uñas y eso sin contar que la mayoría de las veces falta el agua, se va la luz y un largo etc. De esa precariedad solo se pueden obtener resultados fatales, no se puede trabajar bajo esas condiciones. No es justo que hayas pasado por ese via crucis, es inaudito que cosas como esas pasen en nuestro país. Solo pido a Dios que la situación mejore para que ni tú ni nadie deba vivir ese tipo de experiencias.

Eso lo tengo muy en cuenta, por eso en la primera parte hice la acotación de que no siento que sea culpa de los médicos en sí sino de la situación-país en general. Como dices tú, es imposible que un doctor pueda revisarte si no tiene ni guantes, te lo digo porque lo vi, muchas buenas intenciones, pero nada para poder ayudar. Por eso todo llega a casos extremos. Y ojalá solo fueran los residentes, al menos confío más en ellos, pero los practicantes que más abundan son los de las misiones, que no están tan preparados como los demás. Por ejemplo la chica que no sabía dónde buscar el foco era de una misión y casi me desmayo del susto que dió. Entonces dejan solo a un especialista con más de 20 mujeres que cada una es un caso distinto, sólo va las pocas horas que puede, comprendo que el también es humano. Los médicos que al final atienden a las mujeres de residentes no pasan, los demás son estudiantes y se les nota que no saben lo que hacen. Yo también le pido al cielo que mi país deje de ser un desastre, al menos en la salud que es dónde más se nota, lo demás ya veremos como se resuelve.

Qué cosa más horrible la que has vivido. Yo entiendo la precariedad de la situación y que muchas de las muertes y penurias vienen a consecuencia de ello. Pero condeno rotundamente la actitud de indolencia de las enfermeras. Es como ver a un tirano que se aprovecha de sus súbditos simplemente porque puede hacerlo.
En vez de tomar esa oportunidad y tratar de mejorar la situación esas enfermeras simplemente se aprovechan de la necesidad ajena. Imperdonable. Y pensar que esto se repite en todos los hospitales en Venezuela, casi me hace perder la esperanza en que algún día renaceremos como nación.
Siento que debo pedirte perdón por ese trauma que te han hecho vivir, y ni si quiera soy enfermera o médico. Imagínate cómo me siento...

Gracias, es muy amable de tu parte, lo importante es que salimos vivas de esa, otras no tuvieron tanta suerte. Son muchos los factores que inciden en el desastre. Mas que todo la escasez, yo creo que las enfermeras son así porque nada pueden hacer y ya están demasiado acostumbradas a mirar para otro lado e ignorar el dolor.

Wow, tu post me dejó sin palabras. Me llenó de tristeza, impotencia pero sobre encima de todo eso, de admiración. Eres una guerrera, sin duda. Lo diste todo por traer a esa criaturita al mundo. Ojalá no hubieses tenido que pasar por una experiencia tan horrorosa en un momento tan importante en tu vida como lo es dar a luz a un hijo, pero espero que todo lo malo ya haya pasado y tengas una vida bonita con tu familia. Te mando un abrazo lleno empatía y muchas bendiciones.

Muchas gracias, nadie debería pasar por eso pero toca. Lo importante es que estamos bien

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