NOVELA: Una Novela Sobre Mi Mismo. 1pte. Cap.6.3

in #spanish6 years ago


Cannes

Hay gente bailando, y algunos son gordos, y parecen teletubbies. Jois me recuerda los días aciagos en los cuales me anestesiaba viendo a Lala, Pooh, Gipsy y Tinky-Winky cometer sus solapados actos de sadismo.

—a uno de los actores lo encontraron teniendo sexo en el plató con su novia. En ese momento me tranquilicé. Supe que los Teletubbies no existen. —Jois se ríe y dice:
—¡qué horror! —y la gente comienza a caerse, a tratar de beber bailando, a tratar de besarse, bailando, a tratar de hablar, bailando y así sucesivamente. Los que aún permanecemos operativos nos quedamos en nuestras mesas, como si fueran trincheras en donde resistimos los ataques furiosos del enemigo llamado Alcohol, alta cocina y lounge. —no sé porqué no estoy borracha —y allí supe que Jois no debería manejar; pero yo tampoco. Pero eso es lo de menos. La gente comienza a repartirse, no sé, se mezclan y parece que están huyendo. Jois me está contando un incidente político en Venezuela que ocurrió antes que se viniera, no tiene nada que ver con nosotros, pero alguien de la oposición debe explicar qué hacían varios de sus líderes merodeando La Casona con cócteles Molotov y carabinas M-4.

—¿sabes? Amor, existe una delgada línea que divide a los borrachos de los locos y los locos siempre dicen la verdad. —lo bueno de lugares como éste es que la alegría no es forzada ni perjudicial. Pero por desagracia, la gente cree que la diversión es el perverso juego de un sátiro.
—ya de por sí, salir de casa es exponerse a una serie de acontecimientos que pueden trastornarte —en seguida Jois me responde:
—yo sé que sabes mucho de eso —y le sonrío, ha sido una velada amorosa y psicodélica y aún falta mucho trecho para que llegue a su fin, son apenas la 2:31 am.
—A las 3:33 am el mundo es asaltado por los demonios, es la hora del ataque total que lanza Satán —Jois examina su reloj y comprueba que faltan una hora y dos minutos.
—prométeme que me vas a proteger —yo me reí y le dije que cómo se le ocurría preguntar algo que ya yo daba por hecho. Ella me besó de la misma manera en como yo lo hice. La gente sí que puede resultar molesta: todos tan supuestamente equilibrados, tan new ages, open minds, felices en su defendida etapa anal, todo tan lógico. Aburridos, ni si quiera son cómicos, serán mañana padres de seres exactamente iguales a ellos. Pero la música sí que es buena. Le cuento a Jois que todo esto viene al caso porque a mis 27 años muchos de mis amigos, condiscípulos, enemigos, Némesis, conocidos y familiares, ya se han casado y tienen hijos y hasta se han divorciado. Lo que en sí me molesta es la hipocresía de gozar hoy y condenar mañana, según la conveniencia de lo que es bien o mal visto, de lo que está o no de moda: de la imagen que se quiere dar. La vida es un carnaval y la gente se esfuerza por hacer de todo y usar todas las máscaras. Jois divertida, me ve algo seria, pensando que tal vez la estoy criticando también. No creo que sea así, al menos no estoy pensando en ella. No creo.
—un crítico del New Yorker dice que tu estética es anárquica y loca; pero que tienes calidad. Eso es mucho—.

Jois no para de reírse. Me dice que debo escribir.
—¡fino! —dijo ella. No nos atrevimos a movernos. Al darnos cuenta, ya eran 8 las botellas de vino que habíamos despachado. Me sentía un poco borracho y la ebriedad de Jois era evidente, pero, ¿qué carajo? Pedimos otra botella, un buen vino alemán, aunque dicen que en Alemania no hay buenos vinos y prueba de eso es que los alemanes son los mejores consumidores de vino francés.
—Quisiera que la naturaleza incontrolable de mis libros obligara a la gente a sacarse el miedo de la cabeza y se fueran a buscar lo que siempre han temido alcanzar —Jois me dice que deje las cosas así, no vale la pena dedicarme a eso si podía dedicarme a escribir.

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