Plaza de Timotes - Mérida

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Hace un par de años que me vienen rondando unos sueños, repetitivos, en una constante, que a veces me hace dudar, entre, si estoy dormida o despierta.
Y es que se me hace una mezcla de ilusiones, de acciones concretas, de grandes proyectos, en los cuales, hago anotaciones, bosquejos, los infaltables borrones y comienzo y termino y vuelvo a empezar.
Pero, lo cierto, es que han de ser algo bueno estos sueños, porque las ideas se me vienen claritas, e irrumpen en cualquier actividad cotidiana que esté haciendo y, hasta, en muchas ocasiones fuera de casa; cuando estoy en el hospital, en la clínica (mundos iguales, pero completamente diferentes), en la parada de autobuses (cuando el carrito no puede arrancar y apelamos al transporte público, con todo el caos típico). Tantas colas de gente esperando, esperando…
Cuando voy al abasto o al supermercado y veo que la gente toma algún producto importado y al verle el precio tan alto, más parece que le ha pegado un corrientazo, porque del impacto, lo sueltan o lo tiran en el anaquel. Cuánto quisiera yo que todas las estanterías estén repletas de alimentos envasados, empaquetados, embotellados, vegetales, frutas, hortalizas. Todo fresco y colorido y el estante de golosinas y galletas y gomitas azucaradas…todo lleno de bolsitas colgando.
Ahhh, y unos estantes cerca de la caja de pago, con pequeños juguetes, de esos que te compraban tus padres, como quien dice, como la “ñapa”, con el restico de vuelto, es decir lo que quedaba después de pagar el mercado; a veces había unos lápices que tenían en la goma de borrar, una cabeza de estambre con distintos detalles, para hembra o para varón.

Bueno, viene un sueño, uno que habla por todos los sueños que tengo para Venezuela:

Sueño con un nuevo amanecer

Como en mi pueblo el suelo es muy fértil, la tierra nos entrega hermosas cosechas de frutas y hortalizas.
Entonces en mi sueño veo, como cada mañana pasan muchas señoras con unas batas azul claro, con un borde azul oscuro en el puño de las mangas cortas, pantalón azul oscuro y una gorra. Llevan un bolso con algunos implementos. Van contentas conversando y riendo. Han dejado a los niños en la escuela y se dirigen a la fábrica de jugos y conservas. Cuando se alejan, parecen nubecitas.
Hacen unas exposiciones con frutas que quedan muy lindas. Celebramos en la plaza y en las vendimias, todos muy hermanados.

Luego pasa el autobús que recoge a los hombres, ellos van más lejos, hay una planta recicladora de vidrio y otra de cartón. Esa queda por la autopista. También van contentos, comentando el partido de futbol o el juego de beisbol de la noche anterior. Se les ve inquietos, mirando el reloj, pues no quieren llegar tarde al trabajo.

Cerca de mi casa hay dos señoras que nos dan el curso de costura y ya estamos confeccionando vestidos de niña y ropa interior. A mí me han quedado muy lindos unos que hice con bordados de florecitas y mariposas.
El fin de semana, nos queda tiempo para ir al centro cultural. Siempre hay danzas y teatro. Nos gusta el teatro, nos relaja y allí compartimos con personas de otros pueblos que traen a sus niños.
En la escuela volvieron a hacer los desfiles del día de la bandera y los honores en la placita que queda cerca. Esa es la verdadera Plaza Bolívar, porque en la otra, la grande, hay otro prócer, lo que pasa es que queda cerca de la alcaldía y por pereza de caminar, pues hacen los actos conmemorativos allí, pero Bolívar siempre se quedaba esperando.

Me alegra tanto ver a la gente sonriendo de nuevo.
Gracias sueño, por traerme recuerdos bonitos y nuevas ilusiones.

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Sueño y fotos:

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