CONCURSO @ProVenezuela: Ella de Maracay y yo, de la Gran Sabana. ¿Cómo nos conocimos?

Cuenta la leyenda Pemon acerca del origen de la humanidad que el Sol se encontraba solo en su conuco limpiando sus cultivos. Cuando le dio sed, se fue con su totuma a recoger agua al arroyo más cercano. Mientras se acercaba, se oían risas de mujeres bañándose. Pausó su acelerado paso y buscó la manera de acercarse de manera sigilosa y descubrir quienes eran las chicas que estaban disfrutando de las aguas cristalinas de ese arroyo. Cuando estuvo más cerca, ¡guao! eran 6 chicas lindas y bellas, con una cabellera larga. Eran las tuenkaron, hijas de Rato (dios de las aguas). Se fijó en la menor que destacaba entre las demás por su belleza singular.

Pasito a pasito, se fue acercando para atrapar a cualquiera con tal de no estar solo. Y cuando estuvo cerca de una, se apareció. ¡Pum! y cuando lo vieron, de una vez se zambulleron inmediatamente y desaparecieron, pero en última instancia pudo asir a una de ellas por su larga cabellera. Y ¡zuas! la atrapó. Era la menor de las hermanas. La que le había gustado más.

_ ¡Suéltame! fue la palabra que escuchó de ella. - No te soltaré, respondió el Sol, y no te dejaré ir. Quiero que seas mi esposa. - No, no puedo ser tu esposa- le respondió la chica. - ¡Suéltame! Te prometo que te enviaré una hermana más hermosa que yo, pero debes soltarme.

El Sol, como buen caballero, soltó a la chica, confiando en que ella cumpliría la promesa. Llenó su tapara de agua, y se fue a continuar con sus labores. Pasó ese día sin ninguna novedad.

Al día siguiente se despertó todo ansioso. Pero el día transcurrió como el día anterior sin ningún tipo de eventos interesantes. Un día más en los días solitarios de El Sol. Y pensó dentro de sí aceptar que lo habían engañado y que esa chica no iría a cumplir su promesa. Así pasó un día tras otro sin ningún signo de que ocurriera algo. Cuando de repente escucha un sonido de que alguien se estaba acercando. Cuando volteó a mirar, he aquí una hermosa doncella adornada con collares hechos de semillas naturales. El sonido que escuchaba era el que emitían los collares cuando se movían. Esta doncella era de color oscuro. Y le dirigió la palabra:

_¿Quién eres? preguntó el Sol. -Yo soy la chica que te prometió mi patrona, le contestó la chica.

El Sol se sorprendió, no lo creía, por fin la chica había cumplido su palabra. Bien, se puso contento. Pero, el Sol, en su sabiduría, decidió someterla a ciertas pruebas domésticas para certificar que fuera una pareja idónea. Entonces le dijo:

Mira, ve al arroyo a traer agua para la cabaña.

Enseguida la mujer agarró el envase natural, y fue en busca del preciado líquido. Después de un momento, ya estaba de regreso en la cabaña esperando a El Sol. Luego, al haber tomado su tapara de agua, le volvió a decir que fuera a buscar unos tubérculos que tenía asando en el fogón. Ella, de manera obediente, fue al fogón en dónde El Sol había puesto a asar batatas, ñames, ocumos y mapuey para el almuerzo. Pasaron varios minutos, y la chica que había ido a buscar no aparecía. El Sol se alarmó y se fue al fogón para saber qué había pasado. Cuando se acercó vió un montón de cera negra natural derretido junto al fogón. La chica de piel oscura se había derretido; había sido hecho de cera negra. "¡Me han engañado!" gritó El Sol. Pasó la frustración del día, y se resignó de una vez a estar en soledad.

Pasaron varios días sin ninguna novedad que cambiara la rutina, hasta que una tarde escuchó el ruido característico que había oído la vez que vino la primera mujer. Cuando volteó, !mire!, he allí otra chica, pero esta vez, blanquita, pálida. Y comenzó el diálogo anterior. La muchacha vuelve a mencionar que la ha mandado su patrona en cumplimiento de la promesa hecha. El Sol, ya escéptico, no se ilusionó, y de una vez comenzó con la prueba crítica, enviarla al fogón a ver si se derretía. La mujer fue al fogón y no se derritió. El Sol no esperaba su regreso, pero ella regresó con los tubérculos del día asados para servir el almuerzo. Comieron juntos. Ya el hombre se empezaba a poner contento. Pero recordó que no le había hecho la prueba del agua. Y de una vez la mandó a buscar el agua al arroyo con la tapara al hombro. Por su parte, él se fue a sus deberes de cultivo. Se produjo un silencio absoluto. No aparecía la mujer. Se fue corriendo al arroyo y se encontró con el agua turbia. La muchacha blanca se había disuelto en el arroyo. Estaba hecha de arcilla blanca, llamada en Pemon, Tawá. Y El Sol volvió a gritar "¡me engañaron!".

Pero, algo en el corazón de El Sol le decía que ése no era el final. De manera que esta vez decidió no resignarse sino a tener esperanza. Así que, otro día, mientras como de costumbre estaba trabajando, volvió a escuchar la cercanía de otra mujer. Esta vez habían enviado una chica con piel roja. Incrédulo, escéptico, pero con esperanza de tener a alguien a su lado, El Sol le dio la bienvenida. Le hizo la prueba de fuego; prueba superada. La prueba del agua; prueba superada. Volteó a mirarla y le dijo, quiero que seas mi esposa. Ella aceptó y se hicieron marido y mujer.

La leyenda continúa ... y es larga, pero para nuestro propósito, la terminamos aquí. Muchos años, quizás milenios después, sigue ahora mi leyenda.

Como descendiente de El Sol, dejé mis tierras ancestrales de la Gran Sabana para venir a estudiar mi bachillerato a un internado religioso en Nirgua, Estado Yaracuy. Me gradué de bachiller. Luego volví a visitar a mis familiares, mientras me salía el cupo de la Universidad. Había decidido estudiar matemáticas, física o ingeniería eléctrica. Cuando me salió el cupo en la Universidad de Oriente, Cumaná, Estado Sucre, fui, y había un paro y me regresé. Así decidí pedir cambio a la Universidad de Carabobo, Valencia, Estado Carabobo. Allí después de paros, intentonas de golpe de estado, logré recibir mi título universitario. Inmediatamente, me contrataron como profesor tiempo completo en Nirgua, donde yo me había graduado de bachiller. Con alegría acepté porque me había gustado la experiencia de estudiar allí. Habían pasado dos años de trabajo allí cuando los promotores de la institución me asomaron la posibilidad de iniciar la creación de una institución de educación superior con la misma filosofía educativa. Como estaba en plena flor de mi vida y de mi carrera, y me gustaban los grandes desafíos, acepté. Fue así que participé en la creación del Instituto Universitario Adventista de Venezuela. Así, empecé a buscar jóvenes profesionales que sirvieran de docentes para las cuatro carreras que íbamos a aperturar: informática, recursos humanos, administración, educación pre-escolar. Y así, un día apareció mi chica blanca hecha de Tawá, conocida en Steemit como @kaizag. Una chica aragüeña, de la ciudad jardín de Venezuela, Maracay. Recién graduada en Ingeniería en Sistemas. La verdad, al principio, como dicen algunos, "ni pendiente".

Pero, algo pasó, me enfermé, y es así cuando nos acercamos el uno al otro. En las sucesivas consultas médicas que tenía que hacer la chica hecha de tierra blanca decidió acompañarme. Surgió el amor, y viene lo que procede: El matrimonio. Decidimos casarnos. Se presentaron un sinnúmero de dificultades, pero todas fueron superadas. Incluso, la fecha acordada al principio, fue modificada. Pero llegó el día. Así, un descendiente de El Sol y la Piel Roja, se casó con la mujer hecha de Tawá, para tratar de cambiar un poco la versión original de la Leyenda Pemon. Primero, el acto civil, luego, por supuesto por la Iglesia.

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_{Momento del Brindis en la Recepción de la Boda por la Iglesia.}

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Luego de 10 años, surgió el fantasma del divorcio. Pero, la leyenda fue más fuerte, 7 años después, otra vez nos dimos cuenta que el amor nunca se había ido, sino que había persistido, y he aquí nosotros otra vez. El tiempo ha pasado, tengo menos cabello, pero la Leyenda continúa...

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_{Nuestra 2da. Boda.}

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_{^{P.S. Todas las fotos usadas son propiedad privada del álbum familiar Delgado Izaguirre.}}