En Venezuela, eran las cinco de la mañana de un extraño y muy frío amanecer de febrero; mi mente percibía con satisfacción el atrevido clima templado, yo junto a mi mente disfrutabamos el contexto, y en ambos casos la duda se reflejaba suscinta, debido a lo poco claro del entorno a describir, por tan temprana hora.

Tan dicotómico se apreciaba este agradable ambiente, con vientos alisios del norte soplando en la proximidad de aurora, que timorata y triste la Luna en su despedida nos anunciaba la pronta aparición del alegre y brillante Sol, amado por Sofía y yo amando a Sofía...

Mi delicada Sofía, Princesa del Saber, contemplaba su encantador rostro invisible, en el brillante espejo del alma; mientras, me susurraba elocuentes palabras de sabiduría. Porque esa es su típica predilección mañanera, con la cual me llena de sabios consejos y fulgurantes energías para iniciar satisfactoriamente cada día.

Pero, hoy extrañamente ella me habló con cierto desdén, y desde su involuntario susurro, tan solo atiné a escucharle decir: "Todos somos esclavos del tiempo, desde siempre lo hemos sido y por siempre lo seremos. Mi reloj es incontrolable; tu culpa es y por siempre será, de no entender que avanzará retadoramente para quitarte la merecida eternidad y con ella la felicidad".

Con tan oportuna aseveración, mi adorada Sofía me puso a pensar seriamente, porque realmente es de mi entender lo acomodaticia que es la existencia humana a los efectos del "tic tac"; y lo indescifrable que se sufre con el transcurso del tiempo, en esa sucesión de segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, décadas, siglos y hasta milenios, en el devenir de la historia.

Es decir, tengo la plena certeza que todo está consolidado y quizás sincronizado con nuestro reloj interno, lo cual nos hace percibir su avance cronológico con notoriedad, especialmente en nuestra fisiología y a los fines de envejecer inmisericorde y quizás tristemente, sin poder evitarlo.

En tal sentido, detuve mi línea de pensamientos contradictorios, para de inmediato espetar con una hipócrita sonrisa a Sofía: "Amor mio, esas palabras, no parecen cosas tuyas..."

Educada e irónicamente, Sofía interrumpe mis palabras y detiene en seco todos los pensamientos emergentes, con un tajante: "Se hace tarde".

Sorprendido y en shock taciturno, de nuevo observo nuestro alrededor y analizo rápidamente, para coincidir con ella sobre los resultados de nuestros hábitos, necesidades, costumbres y actividades, en función de las mimetizadas "manecillas del reloj" que para bien o para mal, jamás se detendrán.

Reloj y Sofía

Casi al instante, trato de recomponer mi natural entusiasmo, intento no cuestionar mi sindéresis y con mucha simpatía le digo a Sofía que requiero "algo de tiempo para ordenar mis ideas"; siendo este el momento que ella considera ideal para lanzarme una sólida frase, con la pedagógica intención de definir "reloj", y así me deja perplejo cual alicaído niño, cuando me distrae con su obvia "docencia": "es el instrumento utilizado para medir el tiempo".

Sin exaltarme, pero elevando un poco el tono de mi voz y con la calidez y respeto que ella se merece, le digo a Sofía: "Tristemente siento que tu reloj me desespera y agota mi vida, en letanía e incertidumbre, porque realmente ¿no sé qué debo esperar? ¿Qué nos depara el futuro? Amor mio, yo tan solo deseo pasar presente y futuro a tu lado, porque tú significas mi felicidad, a pesar de tu antipático e intransigente reloj".

En verdad no se como decirle a Sofía lo especial y esencial que significa ella para mí y el horrible temor que siento al pensar en perderla, porque sin su presencia y sabiduría, el autocontrol se esfumaría en agonía tertuliana y la locura se apoderaría de mi con la inmediatez del haz de luz en el vacío.

Y tan solo alcanzo a recitarle: "Te amo Sofía, tú eres la raiz de mis conocimientos, la radiación que produce la energía para impulsar las ideas y acciones necesarias para alcanzar mis metas, gracias a ti soy quien soy actualmente, en equilibrio con tu nobleza y espiritualidad filosófica..."

Más sin embargo, "mi querida Sofía, tu reloj pretende interponerse entre nosotros, con ese parsimonioso andar de sus manecillas, acribillando mis sentidos, enloqueciendo la sinergía de mi entendimiento y queriendo obnubilar mi razón de "ser o no ser" existencialista".

Y es que a veces no comprendo como al parecer ese reloj de Sofía, viniendo desde el menos infinito y buscando con soltura elevarse hasta el más infinito, atropella la fragilidad de mi desesperada corta vida.

Reloj Marca tus Horas, Pero No Me Alejes de Sofía

Haciendo un poco de memoria, recuerdo que siendo yo muy niño, cariñosamente conocí a Sofía, pero yo solo pensaba en mis juegos, sin pretender compartir mis sentimientos con ella, total ¿qué puede saber un niño sobre lo que significan tanto el amor como la sabiduría?

Hoy después de tantos años junto a Sofía y de tenerla tal como es, así tan real, aseguro que me siento feliz con ella; y a pesar de mi notable vejez, su reloj aunque reconozco que me preocupa y me afecta enormemente, ya casi ni me importa, porque junto a ella las horas podrán ser tan reales como virtuales o inexistentes; y cada vez que hablamos, descubro lo maravillosa y sabia que ella es.

Hoy: ¡Puedo morir Feliz, más no enloquecer!

Usted mi adorada Sofía trasciende como la "Sabiduria de Amor" y el "Amor por la Sabiduría", encarnando la FiloSofía; necesaria para satisfacer mi vida, revelando las sabias palabras que he de emitir, complementando o adornando mis conversaciones para darme a entender sin ofender y en conjunto disfrutando plena y felizmente tu absoluta presencia.

Porque con Sofía, de excelsa acompañante, puedo recorrer todos los kilómetros que me separen de cualquier lugar, aunque en mi agridulce ritual de lentitud, su reloj siempre me ataca desmesuradamente, para hacerme caer de bruces frente a la negligente y corta realidad humana terrenal.

Asimismo, te digo mi dulce Sofía en esta fría mañana de febrero, no puedo pensar en los momentos tristes o difíciles en los cuales poco o nada entendía, con atiborrante soledad, en quijotesca búsqueda de la escurridiza felicidad. No obstante, Dios en tu sibilismo no te abandona y a mi tampoco, por eso nos unió en sinuoso camino de inteligente esperanza.

Gracias Amada Sofía, porque siempre serás mi luz y la base de mi honor, moral, ética, principios, nobleza, conocimientos, inteligencia, experiencia, honestidad y equidad; por lo tanto, ayer, hoy y siempre, he de agradecerte, porque sin tus sabios consejos, racionales análisis y enseñanzas casi divinas, que surgen prácticamente de la nada, yo no sería quien soy ahora; aunque duramente le reclamo a tu reloj por su inclemente avance que hace palidecer mi vida.

Sí Sofía, te amo a ti, más detesto tu reloj que quiere alejarme de ti, porque contra tus órdenes para crecer, superarme y buscar el éxito en todo momento, sigiloso se presenta tu reloj, pretendiendo desautorizarte y apartarme de ti.

Siento, que siendo tu quien me hace creer capaz de lograr grandes cosas, tu reloj me paraliza para evitar cumplirte; y aunque insistes en que contigo puedo lograrlo todo, nuevamente tu reloj me detiene con malvada astucia.

He allí mi ¿paradójico ¿dilema?? Amarte con locura y temer a la locura como consecuencia del andar de tu preciado reloj; en estas circunstancias caigo rendido en tus brazos, no así en las manecillas de tu odioso reloj, que aún alejándome se ese objeto, robusto y terco es y lo sigue siendo, que casi me acompleja...

Con Dios de testigo y Padre Todopoderoso, le pido cumplirme el deseo de alcanzarme el reconocimiento de la muerte, sin perder el Amor de Sofía.

TE AMO SOFÍA = AMOR POR LA SABIDURIA = FILOSOFÍA.

PERO, NOS SEPARA TU INDOLENTE, INMISERICORDE E INCLEMENTE RELOJ.
DESDICHA HUMANA...

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