Desconocidos

Ya estoy perdiendo la cuenta del tiempo que llevamos aquí. Creo que son trece días. Sí, hace más de una semana que me subí a ese maldito crucero con mi esposa y nuestro pequeño de 11 años. Solo recuerdo una tormenta y luego desperté aquí, en esta montaña que parece no tener salida. He caminado cientos de kilómetros, he gritado como nunca imaginé que lo haría en busca de mi familia sin ningún éxito. Sigo con esta pareja que no recuerdo haber visto durante el viaje, somos los únicos en este lugar, no sabemos que pasó con la embarcación y los demás pasajeros.

Estamos en la cima de esta montaña; es un círculo enorme y plano, podrían aterrizar varios aviones sin ningún problema, también hay algunos árboles a los que hemos arrebatado sus frutos. Estamos buscando la manera de descender, pero tal hecho parece imposible. Pronto terminaremos de dar la vuelta a esta circunferencia, no hay camino alguno para bajar mejor dicho no hay a donde ir; alrededor solo hay precipicios adornados de grandes rocas y el océano… No sé dónde está.

Avanzamos hasta el centro, encontramos una especie de cueva, parece llena de lámparas, hay mucha iluminación. Nos adentramos hasta llegar a una pared de cristal más bien es un espejo, podemos ver nuestro reflejo. —No, no, no, esto es una pesadilla, ¿Dios mío qué esta pasando?… Son ellos, sí, puedo verlos estos dos extraños a mi lado son mi familia y mi imagen desapareció del cristal. «Noooooo»
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