San Cristóbal, una pequeña ciudad de Venezuela no se escapa de la realidad por la que estamos pasando todos los venezolanos, cada rincón esta lleno de silencio, lo único que se ven son personas en colas para comprar gas domestico, surtir sus vehículos con gasolina, y conseguir algo de comida; los transeúntes andan por las calles pues el transporte publico es algo que ya no se ve muy seguido, muy poca gente se ve en la ciudad, en las calles, muy pocos jóvenes; pues a diario pasan a través de la frontera miles huyendo de la crisis en busca de una mejora en sus vidas, en busca de mejores oportunidades y en la búsqueda de trabajos que les permitan ayudar a las familias que se quedan en este país.

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Los negocios que aun quedan en la ciudad abren sus puertas tarde y cierran temprano, parece que la economía se estanco, ya no hay gente que compre, que trabaje, quedan muy pocos y se nota en el eco de las avenidas donde solo resuenan los motores de algunos vehículos, las calles están sucias, abandonadas, llenas de pilas de basura pues los servicios públicos hace meses colapsaron y ya no funcionan.

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Si parece una ciudad de alguna película de zombies, solo que los zombies son los ciudadanos que quedamos, golpeados por el socialismo, por la idea de Chavez, y la sucesión de Nicolas Maduro, que solo llevo a Venezuela a la quiebra, a la podredumbre, al olvido. Las calles están solas, los venezolanos parecemos estarlo también, el rechazo al sistema es obvio pero alguna fuerza energética no nos deja luchar, hay apatía, desgano, los días pasan con la esperanza de que algo significativo suceda, pero no es así; nada pasa.

Calles vacías y estantes vacíos

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Este país se convirtió en un mar de agonía, nada que quieras hacer se puede hacer con normalidad, los cuerpos delgados de muchas personas se movilizan en busca de algo económico para comer, cuando ya ni las verduras tienen un precio con sentido, la economía se convirtió en un embudo que traga y traga la moneda dejándola cada vez mas devaluados, dejándonos cada vez más pobres y con más inflación. Venezuela no merecía esto, tal vez los venezolanos merecíamos una lección para aprender a valorar más todo aquello que teníamos, pero ya la decidía es una palabra que se queda corta. Un país que contaba con las reservas de petroleo más grandes del mundo, un país que se llenaba la boca con riquezas, un país de oportunidades para miles de emigrantes, hoy es una pila de basura y desolación.

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El fondo de la crisis ya se toco hace tiempo, pero parece que estamos cavando hacia el centro de la tierra, porque está parece empeorar, parece arroparnos cada día más, nos tiene desgastados y el gobierno parece agarrar más fuerza a diario, pareciera que se enriqueciera con la decidía del país, pareciera que cuando estamos peor y cada vez peor ellos están más fuertes y mejor, una ironía; pero debemos encontrar la Kryptonita que le da fuerza al gobierno.

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Yo no me quiero acostumbrar al caos, pero el caos ya esta aquí, a diario, cabalgando entre nosotros, entre los huecos de las calles que esquivamos, entre los baldes de agua que llenamos cuando cortan el suministro de agua por días, en las horas que pasamos haciendo nada porque no hay luz, en las horas haciendo cola para surtir gasolina, comprar comida, comprar gas domestico, el caos ya esta aquí, es parte de nuestros días, querer acostumbrarnos o no, no es elección. Esta dura batalla requiere la mayor de nuestras fuerzas, es una situación tan difícil y cansa, fatiga, mata o nos hace huir, el caos fortalece el gobierno y nos carcome a diario, ¿como pueden existir sistemas aceptados como este por los ojos del mundo?, un país donde los derechos humanos se violan cada segundo, donde la gente se muere por comida, por medicina, por ser victimas de la inseguridad, necesitamos recobrar nuestras fuerzas.

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@raquel.ramirezv