Writing Contest - Horror navideño "El cuadro y el dragón negro"

in #ilovewriting5 years ago (edited)

El verdadero terror fue que me pasé la navidad escribiendo esto.
Son más de cinco mil palabras. Así que pueden leerlo por partes.

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Copyright: portada del disco "Roman" de Sound Horizont, cuyo concepto me inspiró a escribir.



Sharian siempre ha sido un pueblo con un gran atractivo turístico debido a su hermoso lago Angra. Las leyendas de la antigüedad rezan que dentro de las profundidades del lago habita un Dios que a su vez comanda a un ejército de hombres peces. No en balde, como todos los mitos, estos tienden a bifurcarse en algún punto. Hay quienes creen que tanto el dios Angra como sus seguidores son seres neutrales, a veces más amigables que otra cosa, pero por otro lado, están quienes creen, y que no son pocos que dicho dios precisa de sacrificios humanos para saciar su apetito. Lo que la historia de Sharian no puede negar aunque nos avergüence, es que durante medio siglo se estuvieron realizando sacrificios al dios Angra. Estos eran legales y legítimos, pero gracias a la influencia de la cultura de Verona y de otros países, rápidamente esto se convirtió en actos de barbarie repudiados y penados por la ley. Esto trajo como consecuencia que comenzara una guerra de pandillas en el pueblo que durarían varios años entre los fanáticos religiosos y el gobierno. Este último ganaría, pero eso no significaría el final de los sacrificios debido al nacimiento de un culto subterráneo al dios del lago, en donde sus miembros serían figuras importantes de la comunidad. Pero como Sharian en esos tiempos se volvió un lugar muy visitado, la propaganda oficial ni ningún gobierno podía permitirse que estos eventos tuvieran lugar. En las pasadas décadas se han registrado al menos 25 muertes dentro de las aguas del río Angra, siendo 12 de ellas registradas como accidentes, y el resto de ellos aún no han sido esclarecidos, y tampoco se han encontrado sus cadáveres. Lo cierto de todo esto es que se trata de un caso intrincado para la policía. Ahora bien, regresando al culto de Dios Angra, mucho se ha dicho durante el paso de los años de quiénes han podido ser sus miembros. Hace más de cincuenta años se dijo que era el alcalde de aquel entonces quien era el amo del culto, junto al director del hospital de Sharian, quien introdujo a varios doctores y enfermeras. Un tiempo después, también se dijo que el jefe de la policía de hace 20 años, Charles Conte era un miembro junto a una buena cantidad de agentes. También se ha dicho lo mismo de todos los familiares del hotel Kark, el más lujoso de la ciudad. Y por supuesto, el del dueño de la galería de arte de Sharian, Demian Vors y varios otros artistas destacados oriundos del pueblo, e incluso también de forasteros a los cuales el culto les llamó la atención. La existencia del culto es un hecho. Hace tan sólo unos meses un artista nacido aquí en este mismo pueblo, un sujeto de ya 60 años de edad, Barry Manson confesó ser un miembro de este, pero no dio muchos detalles interesantes. ¿Y cómo? Si todo el mundo estaba interesado en aquel entonces en una pintura que el buen Barry pintó aquí en Sharian pero que no fue vendida aquí si no mucho más lejos de este país, en Toluca que está a 300 kilómetros al oeste, donde fue toda una sensación debido que mirar la pintura de cerca era cuando menos incomodo, sensación que sólo se exacerbaba más y más a medida en que ibas encontrado todos y cada uno de sus detalles, y mientras lo hacías te ibas sintiendo más y más incómodo. La familia que la compró dijo que estaba maldita, así que la guardaron en un sótano y lograron venderla con varias advertencias, y así esa pintura se mudaría de ciudad. Y en su nuevo hogar pasó lo mismo. Pero ya en el tercer hogar, uno que no está muy lejos de aquí, su tercera familia aseguraba que tener a esa pintura colgada en la pared causaba una sensación ya no sólo enervante si no triste y desgarradora, como si se te quitaran las ganas de vivir hasta convertirte en un ser hueco y vacío en donde sólo se depositaba la locura. De esa tercera familia, Sofia, una niña de diez años se sabe que falleció. El cuadro fue retirado a otro sitio, y a través de una enorme investigación se dio a conocer que el artista era este Barry Manson. Me entrevisté con él personalmente. Barry siempre estuvo incomodo y molesto, quería que me fuera, no dio más que un par de detalles sobre su obra. Luego compré el cuadro y lo metí en mi casa. Grave error. Tengo unas fotografías que deben ver.

El señor Morgan terminó de hablar y arrastró por su escritorio un sobre amarillo el cual tomé y extraje una serie de fotografías a color. Era aquel cuadro colgado en lo que supuse que era la pared de su casa. Como todo cuadro éste tiene un marco el cual marca la ventana hacia un mundo fantasioso creado por el autor. Esos mundos pueden ser cualquier cosa, pero este se presentaba unidimensional, lo primero que te atrapaba era la imagen de un niño en el medio del cuadro rodeado de dos niñas más pequeñas que él, y cuyas vestimentas hacían muchísima disonancia entre ellos. Las niñas estaban vestidas de forma elegante y se podría decir que bastante pomposa, mientras que el niño estaba vestido con apenas harapos. Pero si mirabas detenidamente al rostro y a la cabeza del niño, te dabas cuenta de que era el rostro de un hombre mayor en un cuerpo infantil. Por otra parte, la señorita de la izquierda iba vestida de color celeste, mientras que la de la izquierda iba de color lila, sus vestimentas eran completamente iguales salvo por los colores, mientras que sus rostros presentaban una especie de necrosis. Por cierto, sus ojos que al principio uno puede creer miran directo hacia el muchacho, de hecho te están mirando directamente a ti. Daba la sensación de que se acababan de fijar que las estabas mirando detenidamente. Sobre ellos se extendían un muro de ladrillos con aberturas donde algunas asomaban ojos observando al espectador; en otros había pedazos de cuerpo humano como orejas o dedos. Y más arriba una ventana en donde a primera vista parecía haber sombras, pero cuando la mirabas bien, como todo en el cuadro, notabas que eran una incontable cantidad de manos con dedos huesudos y muy largos, con uñas como garfios aferrándose ya sea al piso, como también a la pared o a los bordes de la ventana. Las otras tres fotografías primero eran de otra resolución, y segundo eran de cuadros parecidos sin embargo, la posición de sus objetos estaban cambiadas, y este era de esos cuadros en donde mover a un solo aspecto del mismo significaba cambiar la obra por completo. Por supuesto, otros elementos no eran los mismos pues en uno se apreciaba una especie de emanar de agua en el suelo, mientras que en otro había espejos, eran también inquietantes pero no tanto como el primero. A continuación, pasé las fotografías a mi compañera Stella.

—¿Y qué son estos otros dos cuadros?—Preguntó ella después de mirar las fotografías durante unos minutos.
—¿Recuerda que dije que Barry Manson me contó sólo algunas pocas cosas?—Dijo Morgan. Stella asintió con la cabeza.—El cuadro tiene lo que él llama continuaciones. Esa fue la palabra que él empleó, lo recuerdo bien. Yo a Barry lo conocía relativamente poco, y antes de entrevistarlo investigué en el pueblo sobre él. Todos concluía en que era buena gente, pero demasiado reservado y ermitaño, no obstante también algo cretino en temas artísticos pero por lo regular una persona amable que no ha hecho daño a nadie.
—Muy bien—dijo Stella seguidamente. —¿Y Barry sabe todo lo que usted dice que ha causado su cuadro?
—Sí, señorita. Eso fue lo primero que le dije, y eso fue a su vez lo que causó que el sujeto entrara a la defensiva y se escudara con su silencio. Sin embargo, tampoco es como si uno pudiera obligar a alguien a ser interrogado por una pintura, lo cual todo el mundo puede asumir como algo inocuo si estamos todos de acuerdo.
—Pero Barry Manson pertenece a un culto o lo que mierdas sea que sacrifican a personas inocentes en nombre de un dios de mierda en un puto lago de un pueblo turístico—Stella apuntó. —¿Fue en ese momento en que Barry confesó ser parte del culto?—Morgan tomó un respiro luego de la pregunta de Stella.
—Fue poco después de eso—Morgan sirvió más vino para los tres. —Parece que sentía culpa.
—¿Y en dónde se encuentra ahora?
—Barry sigue aquí en el pueblo.
—Me refería al cuadro—corrigió Stella.
—Sigue en mi casa. No en la misma pared si no en el sótano junto a mi almacén de vinos. Pensé en venderlo pero sólo seria mandar a otra familia esta desgracia.
—Señor Morgan, ¿podría decirnos cuál ha sido su desgracia personal?—Pregunté yo esta vez. Morgan encendió un puro y nos ofreció pero nos negamos. Con este gesto, Morgan abrió la ventana en consideración. A fuera hacia muchísimo frío y brisa.
—La casa se siente muy extraña. No sé cómo explicarlo con sólo palabras pero es como si estuvieras siendo vigilado constantemente. A veces puedes ver alguna figura humana a través del rabillo del ojo. Mi hija y mi esposa aseguran haber visto esto, yo también, pero en el caso de las dos el asunto cobra otros matices debido a que eso que ellas han visto las ha seguido, y les ha ocurrido durante el día y durante la noche. Sólo se necesita algo de luz para poder percatarte de ello—exhaló humo en dirección de la pared evitando nuestros rostros—Misha es mi hija mayor, de la que hablo, también tengo otra hija más pequeña, Rachel. Ella una noche estaba jugando por la casa, corriendo como hacen los niños pequeños, ella es muy inquieta. Minutos después llega conmigo llorando muy, muy fuerte y me dice: «papi, papi. Las niñas quieren hacerle daño al niño». «¿Y cuál niño?» Le pregunté yo. «El niño del cuadro, papi. Papi, esas niñas tienen cosas en sus manos. Son como las de esa película que dijiste que Misha no debía enseñarme, papi. ¿Sabes? Son como esos cuchillos largos y con dientes con los que cortan los árboles. Y la otra niña tiene otras cosas, son más pequeñas pero son feas y no sé cómo se llaman». Luego de eso fui con Rachel hasta donde estaba el cuadro y no había nada diferente en este. No obstante… Mirarlo me parecía cada vez más incómodo, y en esos momentos creció esa sensación de estar siendo observado. Al día siguiente supe que algo similar había dicho la niña de la segunda familia. Después de eso decidí guardar el cuadro en donde ya les mencioné, pero la sensación persistió todas las noches. Y de pronto, en mi casa sólo había tristeza. Una tristeza como de muerte. Es parecido a cuando te dicen que tienes una enfermedad mortal tú o algún familiar y sientes esa… Esa tristeza pujante y amenazante como si igual te hubieran dicho que te van a ejecutar. Y sé lo que digo porque he tenido enfermedades que me han llevado al borde de la muerte. Pero esto es peor.
—Fue por eso que buscó hospedarse aquí con su amigo, el jefe de la policía—dije.
—Sí, señor Jerome. Pensé incluso en quemar el cuadro pero me dijeron que era una mala idea. Fue por eso que decidí llamar a los Shandal. Su grupo ha ganado bastante fama y prestigio últimamente acabando con horrores en otros pueblos y ciudades. Incluso con una supuesta bruja. Es todo demasiado increíble, y no les negaré que me cuesta creerlo, y que también esta idea fue apoyada por el jefe de la policía, por el alcalde y por otras personas de dinero como un método publicitario para el pueblo. Estas cosas atraen turistas después… Supongo. Pero en fin, ¿se han enfrentado a algo así?—El tono de la pregunta de Morgan denotaba su incredulidad y hasta cierto hastío mezclado con desesperación. Se veía que su mayor preocupación no era la casa si no su familia.
—En nuestra profesión a este lo conocemos como "sombras". Son seres agresivos que aparecen y toman forma en este plano a través de muchas formas y caminos invisibles para los humanos. A veces, algunas neblinas, aunque es sumamente extraño, abren dichos portales. A veces, lo hacen algunas maldiciones. No es necesario que una bruja o un demonio maldiga algo para que ese algo lo esté, normalmente esto es tarea de la consciencia colectiva. Si todo el mundo cree que algo está maldito, entonces lo estará. Las variables son muchas, señor Morgan, pero en este caso tiene profesionales de su lado—expuso Stella en su tono profesional. Morgan seguía allí, cercano pero incrédulo. Era alguien que esperaba que se hiciera algo. Entonces Stella sacó la hoja del contrato. Morgan lo ojeó. —Le advierto que puede pasar de todo en su casa, y tiene que sacarnos la responsabilidad de que algo se quiebre. Esas sombras son peligrosas y también un dolor en el culo.—Dicho esto, Morgan suspiró y soltó un "está bien» y firmó.
—Pero el alcalde quiere que la policía los acompañe y que quede un registro fílmico. Ya saben.

Al día siguiente antes de que volviera a caer la noche estábamos hospedados en el hotel de Sharian, el más lujoso y caro del pueblo, esto fue un gesto del mismísimo encargado del hotel del quien, según el testimonio aportado por Morgan debía ser un miembro del culto del pueblo. En todo caso, nuestro hospedaje gratuito se debía a nuestro trabajo en la casa Morgan, el cual ya era noticia en todas partes de Sharian. Por cierto, a pesar de que Sharian era un pueblo, como todas las ubicaciones de las tierras de Shandal era bastante grande, con un clima caliente y seco por las tardes, pero que podía caer varios grados durante las noches. Era un sitio geográfico también repleto de montañas y de sitios muy rocosos hogar de hienas de lomo rojo, las cuales de una mordida podían abrir el cráneo de las focas las cuales cazan más al sur por las playas. La noche anterior hubo mucha neblina y después llovió. La mañana había sido cálida, y la tarde abrasadora. La temperatura comenzaba a bajar nuevamente. Era la noche de l víspera de navidad pero no parecía ser relevante para ninguno de mis compañeros. O al menos para mí no lo era. Esta misma noche iríamos a la casa Morgan con algunos miembros de la policía y también el mismísimo Morgan. Wig, el autoproclamado cerebro del equipo había advertido que nos íbamos a llenar de mirones incluyendo periodistas y vecinos y que eso podía ser peligroso para ellos pues Wig recordó que no era nuestro problema la seguridad de quienes no nos estén pagando.

—No puedo creer que vayamos a pasar la noche antes de navidad cazando sombras—soltó Edge quien se estaba vistiendo con el traje reglamentario shandal de azul obscuro. Yo iba de negro otra vez.
—¿Preferirías estar con tu familia?—Pregunté.
—Preferiría estar haciendo cualquier otra cosa—respondió.—Tengo una granja de hormigas que atender. ¡Ojalá el desgraciado de Lothys esté haciéndolo bien!—Dijo en tono de enojo. —¿Tú sí quisieras pasarla con tu familia, Jerome?
—Sólo tengo una hermana—dije.—Debe estar en Mithril, seguramente metida en un cine, le encanta ver películas.
—Ojalá pudieras verla. Pero ya qué, estamos aquí—dijo él, entonces puso su vista sobre los planos de la casa Morgan y sobre algunas fotografías del interior.
—Es una casa bastante grande pero no tiene pasadizos secretos. Eso significa que ese tal Morgan no tiene secretos. La posición de una casa y la posición de los objetos dentro de ella dice todo de su dueño—Wig comentó.—Es posible que esa sombra sea pequeña, lo cual será pan comido para nosotros. Quizá podamos regresar antes de la media noche a comer y beber.
—A mí me sigue llamando la atención la imagen del cuadro. Es muy poderosa—Edge volvió a hablar. Y el viejo Barry no estaba en casa. Habría sido buena idea hacerlo hablar.
—No creo que haya necesidad de eso—dijo Stella saliendo del baño después de cambiarse. Iba vestida de azul con negro con una cola de caballo a media espalda. —Si es sólo una sombra no debería ser problema. De Barry luego se encargarán las personas.
—¿Qué quieres decir?—Pregunté.
—Quiero decir que después de que vean cómo matamos a esa sombra, es evidente que las personas le saltaran encima. El punto de todo esto es que su cuadro está maldito, y él al ser el artista detrás tiene la brocha maldita. Y fuera como fuere, no es nuestro problema.—Stella miró su reloj.—En media hora vendrá un coche a recogernos. Estén listos.
—Sí, señora—dijimos los tres hombres al unisono. Entonces busqué una espada corta y una espada larga. Y una pistola.

La calle frente la casa Morgan estaba repleta de mirones y de presencial policial. Nos estaban sacando fotografías a cada momento. El señor Morgan se presentó en la escena junto al jefe de policías y algunos hombres del cuerpo policial. Nos indicaron que ingresaramos a la propiedad. Ya dentro, me asombro que de verdad el señor Morgan decidiera venir con nosotros, y junto nos acompañaban tres policías que estaban documentando el asunto. Eran callados y no hacían preguntas. En total nuestro grupo era de ocho personas, Wig y Edge, quienes habían estudiado la casa a partir de los planos y algunas fotografías. No obstante, ambos insistían en que primero debíamos de haber hablado con Barry, el artista del cuadro; Stella quien estaba con nosotros siendo la líder del grupo dijo que a estas alturas ya no valía la pena pensar en eso y que sólo debíamos acabar el trabajo. Los tres policías junto con Morgan iban detrás de nosotros. Finalmente, yo miraba a los al rededores. Las luces del pasillo se encendieron por la mano de Morgan. La casa era enorme y sin embargo, su decoración era modesta. Miré hacia la pared donde antes solía hábitat el cuadro, no había nada en ella. Sin embargo, el ambiente dentro de la casa era exactamente igual a todo lo que nuestra experiencia y registros shandal podían decir. Cuando una sombra habita en un sitio pequeño como una casa, es normal sentir que hay alguien o algo observándote allí en donde no lo puedes ver, en el rabillo del ojo. Las sombras pueden adoptar muchas formas de acuerdo a su evolución. Algunas más evolucionadas pueden causar un sentimiento de tristeza inexplicable y envolvente en el sitio invadido. Pero más allá de esto, en otra escala de su evolución, todo lo anterior se mezcla con un miedo súbito e inexplicable. Hay otra escala, una donde la atmósfera ya no sólo afecta la mente si no también al cuerpo. Dan ciertas sensaciones de mareo y de debilidad, igual a como cuando tienes un ataque de ansiedad. Esta ha sido la escala más alta que habíamos enfrentado. Ya de por sí es difícil que una sombra llegara a tal punto, después de todo, ellas no son más que una de las posibilidades que tiene el alma humana después de abandonar la carne sea cual fuere la razón, y lo normal es que el alma de la mayoría de los seres humanos no evolucione. Por ello que aquello que no es humano y muere pueda llegar mucho más allá. Pero lo regular es que siempre queden en la primera o segunda escala. Y sin embargo, aquí estábamos en la tercera. El miedo que sentía como también mis compañeros era algo con lo que podíamos lidiar gracias al entrenamiento. Minutos más tarde hubimos retirado el cuadro de donde lo había oculto Morgan. Stella lo tomó y regresamos al recibidor en donde ella lo volvió a colocar en su posición ominosa arrojando ignominia y también interés en todos los presentes.

—Perdone la intromisión —comenzó Morgan.—Ustedes saben que esto es nuevo para mí, ¿pero cómo piensan llamar a esa sombra?
—He visto programas en la televisión sobre fantasmas en donde los llaman a través de un tablero, y también capturan sonidos con grabadoras—uno de los policías habló en tono amigable sin salirse tampoco de la voz de profesión.
—Estas cosas que ven acá se comen a los fantasmas—dijo Wig. Los policías parecían interesados mientras que Morgan seguía escéptico. Stella tomó un aliento a través de la máscara.
—¡Oye, tú, sombra de mierda! ¡Aparece para que podamos acabar contigo! ¡Entre más pronto lo hagas, más rápido podremos irnos de este maldito lugar para irnos a comer nuestra comida de mierda en esta maldita navidad en este pueblo en donde te has convertido en un dolor en el culo!—Stella acabó pero nada pasó. Nadie dijo nada durante unos dos minutos. No hubo un sólo ruido si no silencio mientras algunos mirábamos al cuadro y este nos miraba a nosotros. Era enervante. Las dos niñas estaban allí dispuestas mirándonos disimuladamente con sus rostros escondiendo su necrosis y algo diabólico, mientras que el niño, con su cara anciana y sus ojos vacíos como carentes de alma miraban en tu dirección queriendo decir cualquier cosa desagradable que tu cerebro pudiera procesar. Entonces hubo un sonido "tip". Stella hizo una fotografía y dio su aparato a Edge.
—Así es más interesante y rápido de resolver el misterio—dijo Edge haciendo algo con su dispositivo. Tenia la atención de todos y sólo pidió paciencia. Nos ordenó tomar asiento hasta que terminó. De la pantalla de su aparato, mostró la fotografía del cuadro después de haber alterado la imagen, cambiado algunos colores y toda esa parafernalia. Detrás del cuadro había otro cuadro.
—Esto sólo se puede ver alterando estos patrones—comentó él. Las dos niñas ahora tenían rostros cadavéricos los cuales sólo tenían tiras de piel, sus ropas estaban rasgadas y sus manos sostenían armas distintas y mucho más notorias que las anteriores. El niño ahora sí tenía un rostro más joven y cabello, pero Estebe estaba marcado con cicatrices y su mirada apuntaba al suelo, esta vez no de forma vacía si no haciendo una mueca que difícilmente podría decirse que era de dolor. No, era algo más parecido a la locura. En los espacios del muro, ahora se podían ver símbolos y letras puestos sin ninguna conexión. Y más arriba en la ventana todas aquellas manos que se podían mirar finamente en el cuadro y que no parecían si no prevenir de ningún lugar entre la obscuridad, ahora estaba claro que provenían de una entidad obscura pero que no se podía detallar. No obstante, estaba claro que era una sombra. Ya habíamos visto varias. La conclusión era que Barry Manson había pintado esto de acuerdo a sus vivencias. Quizá en los otros dos cuadros que mencionó Morgan hubieran más pistas. No obstante, para nosotros, el nuevo misterio era cómo demonios Barry Manson había logrado meter a una sombra en su obra de arte. Normalmente las sombras habitan un sitio y ya. Algunas más evolucionadas pueden ir de un lugar a otro, pero meter a una en un lugar predeterminado para poderla llevar consigo como si fuera una maldición era posible sólo siendo más poderosa que ella y sabiendo magia. ¿Habría alguna relación en todo esto con el culto de Angra?

A continuación, Morgan manifestó sentir malestar al igual que dos policías. Wig explicó que eso parte de la manifestación de la sombra. Morgan, por su parte, gracias al malestar y al terror que sentía con esto y con las imágenes del cuadro, se presentaba fuera de la mansedumbre en que comenzó con nosotros. No en balde era cierto que la sensación de incrementaba a un punto que antes no habíamos sentido. Sentía el corazón acelerado. Stella se levantó y dijo:

—Vamos a inspeccionar. Ustedes si quieren pueden quedarse aquí cuidando del señor Morgan—los policías se negaron y recordaron que debían registrarlo todo. Morgan se incorporó y fue con nosotros al piso de arriba. Nadie en ningún momento comentó haber visto nada a través del rabillo del ojo pero la sensación de terror y de estar siendo observados allí se perpetuaba. Nunca antes la había sentido de esta manera. Era como si algo enorme y vivo estuviera siempre detrás de ti mirando cada cosa que haces mientras que lo sentías como una amenaza. Noté que los policías incluso llevaban las manos cercas de sus armas preparados para cualquier eventualidad. De pronto, algo muy pesado sonó al lado oeste del segundo piso. Era algo pesado y muy grande siendo arrastrado con firmeza. Stella se dio la medís vuelta y nos ordenó estar listos. Saco sus dos espadas largas, una con hoja de cierra y la otra grande, pesada y curvada. Wig y Edge sacaron armas de fuego y fueron adelante. Los policías y Morgan nos seguían. Wig recordó que en ese lado estaban los dormitorios de las hijas de Morgan. Esa sombra sabía qué estábamos ahí, era lo evidente, pero lo extraño había sido que se alteró después de que analizamos el cuadro. ¿Era posible que fuera inteligente?

Las cosas en el ala sur estaban caídas y la alfombra arrastrada y manchada de negro. Esa sustancia no producía olor pero era viscosa como la sangre coagulada. Hacia frío y estábamos sudando a la vez. Los policías, Morgan, Edge y Wig se veían débiles, yo aún podía mantenerme, y Stella estaba bien por supuesto. Pero había que ser profesionales. Los policías comenzaron a grabar cuando me posicioné a un lado de la puerta y la abrí cuando Stella ordenó, Wig y Edge entraron apuntando sus armas y con linternas, dentro, no había luz pero tampoco había nadie. Uno de los policías cayó desmayado y sus compañeros ayudaron a que se incorporaran. Tratamos de ayudarlo, sin embargo, lo mejor era sacarlo y que enviaran refuerzos. Sentía ganas de vomitar. Esto estaba más allá de la cuarta escala. De pronto escuchamos los gritos de los policías proviniendo de fuera.

—¡Maldita sea! ¡Ese hijo de puta nos engañó!—Profirió Stella, y salimos todos en nuestras posiciones.

Frente a las escaleras se encontraban dos de los policías tirados en el suelo mientras que adelante estaba la sombra mordisqueando la cabeza de uno. La hizo estallar como a una uva con muchísima facilidad. Nunca había visto en mi vida a una sombra así. Medía casi dos metros de alto y tenía una cola larga y negra tan gruesa como las ruedas de un camión grande. Su cabeza estaba echada hacia atrás como si no tuviera vértebras en el cuello. No miraba hacia el frente si no hacia atrás, con alguna inclinación hacia el techo, mientras que sus brazos estaban totalmente salidos de su sitio, colocados en la espada como una suerte de alas maltrechas. Su quijada era larga, sujeta por lo que parecía ser carne, no obstante, al masticar recordaba un poco a la forma en que las bocas de las grandes serpientes se abren, no obstante, estaba masticaba. Tenía la lengua larga en forma de arpón como todas las sombras. Miré los cuerpos de los policías en el suelo y advertí que sus pechos tenían varias perforaciones. Ahora, miré a los dedos de sus brazos y estos eran largos y huesudos y apuntaban hacia nosotros como si quisiera agarrarnos y entonces…

—¡Cuidado con los dedos!—Grité con todas mis fuerzas sacando mi espada. Me invadía un terror absoluto sólo comparable como el que puedes sentir cuando sabes que alguien te va a matar lentamente haciéndote pedazos y sin piedad. Los dedos de la sombra salieron disparados hacia nosotros como una ráfaga de arpones, pero Stella y yo pudimos cortarlos.

—¡Qué esperan inútiles, disparen!—Ordenó Stella a Wig y a Edge quienes comenzaron a disparar pero para nuestra sorpresa las balas se adentraban en la sombra sin hacerle nada. Era como si los proyectiles se perdieran en una espesa obscuridad. —Maldita sea, debes estar jodiéndome—volvió a decir ella. Sentía a Morgan detrás de mí, jadeando y profundamente asustado, estaba como una estatua. A continuación, miré cómo los dedos mutilados de esa sombra se habían regenerado. Comprendí que nuestras espadas podían dañarlos al estar hechas de acero de damasco y poseer runas. No obstante, no podíamos tener una pelea cuerpo a cuerpo en un sitio cerrado contra algo que podía disparar sus dedos y utilizar también su lengua como mecanismo de defensa. Mas no teníamos otra alternativa, estábamos atrapados. Wig y Edge se retiraron para atrás llevándose a Morgan. Me puse en posición de batalla y cuando la sombra volvió a disparar pude cortar sus dedos yo sólo. Stella atacó y la sombra intento reprenderla con su lengua pero pudo cortarla. Lanzaba quejidos tétricos y sólo me sentía más y más débil. De pronto, la sombra se abalanzó sobre nosotros como si fuera un toro. Stella clavó sus dos espadas una sobre su mandíbula y otra en su pecho pero nos estaba empujando hacia atrás. La empalé varias veces en el abdomen y en le pecho pero sólo conseguía sacar más y más de esa asquerosa sustancia viscosa. En un momento se detuvo, parecía como si fuera a caer. Stella sacó sus armas logrando que emanara su "sangre" de ella. Vi que le había hecho algo de daño a Stella. Pero de pronto, todas esas heridas se cerraron y parecía que de nuevo venia en otra tecleada hacia nosotros. No me quedaban fuerzas.

—Jerome, puedes irte de aquí—dijo Stella. —La parte de mí que no es humana sólo quiere acabar con este hijo de puta. Maldita sea. No nos van a pagar lo suficiente.—Debajo de la cola de la sombra se encontraban los cadáveres de los otros dos policías. Debían estar aplastados.
—¿Qué dices? Aún me quedan fuerzas—dije jadeando. Me puse en posición de combate junto a Stella y fue cuando entonces la sombra comenzó a realizar unos gemidos extraños en guturales que luego se convertían en chirridos. Sin razón y para nuestro asombro, salió rompiendo el techo elevándose como una especie de dragón obscuro en el cielo. Y su cola era cada vez más y más grande. El daño hecho a la estructura de la casa fue bastante colosal. Tuvimos que salir corriendo más atrás a donde se habían ido Wig y Edge. Esa cosa era enorme y sólo había manifestado una parte de sí en este plano. Un rato después bajamos junto con Morgan hasta la sala. A fuera había mucho alboroto. Pero lo que llamó nuestra atención era que el cuadro había desaparecido.

—Hemos fallado. Maldita sea—Murmuró Stella apretando su puño.

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