A mediados de septiembre, Anthony nos llamó para decirnos que se sentía mal, que tenía fiebre, erupciones en la piel, agotamiento y dolor en el pecho. Mi hermana, que es enfermera, inmediatamente reconoció que tenía covid. Comenzamos a consultarle a los médicos de aquí qué medicamentos podía tomar y pedimos ayuda para mandarle un dinerito para que se comprara el tratamiento. Él vivía el día a día. Ningún proyecto a largo plazo le ocupaba su mente; solo sobrevivir. Su única esperanza: poder regresar; así fuera caminando, pero con algo de dinero en los bolsillos.

Cuando comenzó a tomar los medicamentos, nos manifestaba que no mejoraba y sus llamadas nos dejaban en una angustia total. Casi no entendíamos sus palabras, se cansaba para hablar.

Unos amigos se compadecieron de él y lo llevaron al hospital; allá lo recibieron, le pusieron los medicamentos, pero nada se podía hacer. El virus se había adueñado de sus pulmones y la partida era inminente. El 11 de octubre, Anthony, mi bebé, como le decíamos en la casa, emprendió su viaje al nido. Ahora polvo, dolor y desesperanza. El 23 de octubre iba a cumplir 27 años, pero la muerte crepitaba en su mirada de cielo, de niño triste y silencioso que despedía a sus sueños, desde la ventana, con la sonrisa tímida, del no pudo ser.

Está en casa ahora, bajo nuestro abrigo y recibiendo todo el amor que le podemos dar.

Quisiera agradecer a la gente de Venezuela Steem por promover concursos para la comunidad latina; en especial a @anasuleidy, cuya creatividad e ingenio se pierden de vista. Si desean participar en este concurso aquí la información. De igual manera, quisiera invitar a unirse a este concurso a mis amigos: @josertalaverag, @mariarodriguez, @rosanita.