Un saludo para todos los amigos de la comunidad @steemvenezuela. He querido iniciar esta semana con un cuento corto, de mi completa autoría. Siempre me gustó escribir este tipo de relatos, dónde me permito las descripciones del ambiente y el sentir de los personajes. Así mismo, adoro la poesía en todos sus matices y espero compartir algunas con todos. Hasta ahora casi todas están publicadas en mi blog personal y en grupos de escritores. Por tanto, me toca volver a escribir nuevas letras. Sin más preámbulo, he aquí mi cuento:

En el horizonte, un resplandeciente sol desaparecía detrás de la inmensidad del mar. Mar, que aprovechaba sus últimos rayos para colorearse de cálidos matices naranja, algunos destellos amarillos y pálidos azules. En el cielo, uniéndose al hermoso panorama, algunas nubes se cubrían con sombras rosaceas, otras casi doradas que daban al cielo y al paisaje en general un aspecto de pintura hiperrealista, realizada con los más delicados detalles.

En la playa, sobre la proa de una pequeña embarcación varada sobre la arena, se observaba una pequeña niña con la carita de sal, de canela, de sonrisas y de libertad. La carita de los niños que no saben de tablets, de iPod, ni de encierro. Son los niños mal llamados "pobres" pero millonarios en creativos juegos e imaginación desbordante y que saben hacer amigos porque crecen llenos de ellos.

Ella era Inés, (nombre que le habían puesto por haber nacido el día de la Patrona de Cumaná), quien esperaba con poca paciencia, ver la llegada de la embarcación donde había salido su papá desde la mañana con otros pescadores y así, ayudarlo a bajar el producto de su trabajo.

Nada la emocionaba más que compartir ese momento con su padre, por lo menos antes que se fuera a celebrar con sus amigos y dejarla nuevamente sola con su abuelita. Su mamá había dejado este mundo cuando apenas tenía pocos meses y por ese motivo, había desarrollado un apego muy fuerte con su progenitor.

Apenas, se veía un pequeño punto en el horizonte, que poco a poco se iba acercando a la orilla. De inmediato, Inés se puso de pie sobre la proa del bote donde esperaba y con sus brazos hacia el cielo, los movía de un lado al otro mientras saltaba emocionada. Daba la impresión de hacer una danza de bienvenida para que su papá la viera en la distancia.

Dibujo hecho por mi

Él, quien había visto desde lejos aquella figura inconfundible de su hija, respondió al saludo sacudiendo un viejo sombrero de paja que usaba para protegerse del sol; cosa que estaba lejos de ocurrir; porque su rostro tenía las huellas marcadas del inclemente astro rey.

Con el bote en tierra y después de dividir la pesca del día con sus compañeros, el papá de Inés la sorprendió diciendo:
-¡Ve, date un baño, ponte bonita y dile a la abuela que también se arregle. Hoy celebramos en familia!- Exclamó sonriendo a su hija.

Para Inés que solo se conformaba con algunas pocas horas, a veces minutos; se sintió la niña más feliz del mundo. Aún después de muchos años, sigue como un recuerdo inolvidable donde disfrutaron de pizzas, de helados, de pasear por el parque, de ese instante que dió inicio a muchos otros igual de apreciados. Pero fue ese, el que quedó imborrable en su memoria.

En la actualidad, Inés se prepara para su boda y entrará sola al altar... Sólo le quedan los valiosos momentos. Y ese, su recuerdo inolvidable del sol desapareciendo detrás del mar, los cálidos colores del paisaje, su padre llegando en el bote y la noche de pizzas, de helados, de risas y abrazos... Sonríe, se siente acompañada, abrazada por su amado papá.

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Espero les haya gustado este corto relato, fue un placer escribirlo para compartir este lunes de #sv-escritura.

¡Les deseo una semana llena de bendiciones y éxitos!

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