El sendero prohibido. Parte 2: Los niños perdidos.

Saludos queridos amigos de la comunidad de Steem Venezuela, es un gusto saludarles, desearles éxitos y bendiciones desde el lugar en que se encuentren, además de agradecerles por el tiempo que se toman para leer estas líneas, las cuales les escribo con cariño.

Hoy en este lunes de escritura, quiero relatarles una historia, cuentos de senderistas que siempre rayan dentro de las cosas entre la realidad y la ficción. Espero que les guste.

Dentro del monte "El Ávila", hay muchos senderos prohibidos, unos por ser de muy difícil tránsito, los prohíben para evitar accidentes. Otros por su flora y fauna salvaje en peligro de extinción, para evitar que las personas inconscientes los dañen, otros por razones difíciles de explicar, donde suceden cosas extrañas y las personas suelen perderse, puede que por mucho tiempo, otras pueden no aparecer nunca.

Una vez un grupo de cinco jovencitos, tres chicos y dos chicas, subieron a pasar un rato diferente en la montaña. No hacían senderismo sino excursionismo, su intención en este paseo era desconectarse del mundo pues la mayoría de ellos tenían problemas en sus hogares. Pasarían el fin de semana en la montaña, se irían el viernes por la tarde y regresarían el domingo por la tarde para retomar sus clases el día lunes, o al menos eso fue lo que planearon.

Subieron en la tarde del viernes por una de las "trochas" o senderos clandestinos, hay muchísimos en el parque, pues los senderos regulares están cerrados a esa hora. Iban alegres de estar lejos de sus casas, llevaban hasta una guitarra incluso, para pasar un fin de semana completamente diferente. Irónicamente, sería un fin de semana difícil de olvidar.

El problema de los senderos clandestinos es que no tienen mantenimiento, los caminos se borran en épocas de humedad y lluvia. Pero esto no les iba a arruinar la diversión a los chicos, total, sólo tenían que llegar arriba. La oscuridad se apoderó de la montaña y en poco tiempo no podían ver más allá de unos metros adelante.. Encendieron a duras penas una lámpara de kerosene, para poder ver el camino que tenían por delante.

Una de las chicas le dijo al grupo que sentía que algo los seguía, sentía como si fueran los pasos de una persona o tal vez un animal, pero que iba justamente detrás del grupo. Uno de los chicos alumbró con la lámpara hacia atrás, esperando a ver algo, a lo lejos distinguieron una silueta y un par de ojos brillantes que se acercaban a ellos.

Dejándose llevar por el pánico, sin detenerse a averiguar comenzaron a correr en todas direcciones, curiosamente todos se separaron en su huida, nadie esperó o se juntó con algún otro para correr, sólo huyeron, tratando de dejar atrás a la aterradora silueta de ojos brillantes que alcanzaron a ver en plena oscuridad.

Paso el fin de semana y los padres al ver que los chicos no aparecían, decidieron ir con las autoridades. Las búsquedas con los guardaparques y bomberos forestales comenzaron de forma infructuosa. Luego de dos días consiguieron las mochilas y utensilios del grupo en un sendero prohibido, pero salvo por algunas huellas que todavía se mantenían, no había pista de los chicos.

Al tercer día, encontraron a una de las chicas, estaba deshidratada, con la ropa húmeda y temblando, sentada bajo el pie de un árbol. Fue rescatada y llevada a un hospital, donde contó lo que recordaba. Sólo recordaba que algo los seguía y cuando lo vieron acercarse salieron corriendo y se perdieron en la montaña. Las búsquedas continuaron para dar con el paradero de los cuatro chicos restantes.

Las maniobras de rescate se prolongaron por dos meses, nadie logro encontrar pista o alguna señal del resto de los chicos, nadie sabe que fue de ellos, a excepción de la única que pudo ser encontrada, que hoy en día no es capaz de decir que le pasó a sus compañeros. Solo rompe a llorar cuando algún curioso busca de indagar sobre el tema.