Por acá mi participación al primer concurso de la amiga @miyexi, nuestra nueva representante de país.

Este es uno de los momentos más especiales de mi vida, además del día en que tuve mi primer encuentro con Yeshúa, cuando me casé, cuando tuve a mis hijas, cuando me gradué o cuando me ungieron como pastora, entre otros. Pero quiero hablar de este en particular porque definitivamente, marcó un antes y un después en mi vida.

Conocí a mi papá a los 15 años, no llevo su apellido (Esa es una historia de novela, muy larga, además) y cuando lo conocí, debo reconocer que lo primero que pensé fue: “Voy a quitarle todo lo que no me dio”. Ese día tuve varios sentimientos encontrados… Así que no lo disfruté.

A partir de allí, nuestra relación era netamente monetaria, yo le escribía si necesitaba algo y listo, me había bloqueado para no sentir nada.

A los 17 años, tuve un maravilloso encuentro con DIOS que cambió mi forma de pensar. Dejé de escribirle para pedirle, le pedí perdón por lo que sentía y empecé a interesarme realmente por cómo estaba.

Sin embargo, había una pregunta en mi corazón desde que era niña: ¿Será que Tiago sí es mi papá? Y el 19 de mayo de 2012, le pedí una cita. Nos sentamos a comer en una modesta lonchería del mercado donde él tenía su frutería, pidió un par de cafés y le dije: Quise venir para preguntarte algo importante para mí: ¿Tú de verdad eres mi papá? Él sonrió y me dijo: “No tengo dudas de eso. ¡Claro que eres mi hija!” A lo que yo respondí: “Entonces, necesito que escuches lo que fue mi vida sin ti…”. Esa mañana tuvimos una larga charla, la primera, en realidad. ¡Me sentí tan feliz!

Desde entonces, somos buenos amigos y cuando nos vemos, tenemos largas y entretenidas charlas.