El lugar puede ser en mi casa, no necesito mucho, por supuesto hay sitios que me gustaría conocer, pero el lugar no importa para mi sino la compañía. Si suena un poco cursi, pero con los años, con las perdidas, las despedidas, uno se da cuenta que no se necesita de mucho para ser feliz.

Pero eso sí, la salsa, la bachata y el perreo intenso no pueden faltar mientras hacemos probablemente una parrillada bajo los árboles que hay frente a la casa, unas cervezas o unos cocteles, eso tampoco faltaría.

Así pasaríamos la noche entre risas y baile, entre picardía y complicidad. Los niños le tocaría la hora de dormir, que por suerte no les molesta el ruido, y nosotros lo más probable es que nos agarre la luz del día entre carcajadas, bailando sacando los pasos prohibidos jajaja.

Luego ir a la cama después de reír tanto y de ser uno mismo, es una satisfacción sin igual, es una alegría que te dura días y al recordar al pasar de los meses vuelven a sonreír.