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Siempre he pensado que la palabra agradecer es realmente pequeña para tal significado que implica. Vivir en eterno agradecimiento es un aprendizaje que me costó mucho lograrlo.

Pasé por muchas circunstancias en toda mi vida pero en la etapa de mi juventud nunca pensé que me tocaría tan fuerte el ser agradecida. Yo pensé antes de llegar a ser agradecida que me merecía todo en la vida, que yo no era igual que todo el mundo porque era una mujer especial.

Que Dios me consentía mucho. Así fue pero debí ser más humilde

Por tener esa clase de pensamientos Dios me ubicó donde yo debía estar a través de sus enseñanzas. Esta es la secuela de mi primera publicación en donde hablé de negar la magestad de El Todopoderoso.

Cada vez que yo pasé por situaciones difíciles solo pude preguntarme ¿Por qué a mí? Tantas personas en el mundo y me pasan estas cosas a mí. Aún hoy en día escucho y leo estas mismas palabras de labios de otras personas. Solo puedo pensar en mí yo de antes y darle bendiciones a esa persona porque le toca pasar por mucho antes de que pueda contestarse esa pregunta a sí misma.

Después de pasar por la situación tan cruel por la que pasó mi madre y yo, como su familiar más directo, fué entonces cuando comenzó mi primer nivel de enseñanza por donde Dios me llevaría a ser lo que hoy soy. Muchas más situaciones difíciles me acontecieron, para que yo aprendiera a ser una persona agradecida.

Mi madre murió casi después de 20 años de haber sido diagnosticada con el primer cáncer. Luego le dio otro tipo de Cáncer, el de pulmón pero éste sí acabó con ella. Ya yo había limado asperezas con Dios. Todos los días lloré pidiendo por otro milagro que no sucedió. Ví como mi madre se moría lentamente con esa terrible enfermedad. Hasta el día final que murió en mis brazos. Su último suspiro lo hizo allí, tranquila, con mis lágrimas sobre ella. Solo ella y yo. Luego llegarían los demás.

Solo quedé agradeciendo a Dios que me permitió quedarme con ella hasta el final, que me permitió tenerla otros años desde su primer diagnóstico. Permitió que ella me viera ya graduada como profesional universitario. Ella me esperaba en su cuarto con los brazos abiertos y su bendición. Desde allí no me separé durante los dos meses que le quedaban de vida y siguió deteriorándose.

Lloré día a día pero siempre agradeciendo a Dios por la vida de ella. Seguí agradeciendo porque lo aprendí a hacer siempre desde el primer aliento al despertar al día y el último al acostarme. Poniendo mi cuerpo y alma al cuidado de Dios. Aprendí a agradecer por el pan nuestro, por mi hijo, el único que pude tener. Aprendí a agradecer por los tropiezos porque hasta esos me enseñaban cosas buenas.

Aprendí que hasta las cosas o situaciones adversas que suceden en la vida son para nuestro bien. Nada nos sucede de manera improvisada, todo tiene relación en la vida y es una gran enseñanza para ser agradecido.

Luego llegó el día del diagnóstico de mi cáncer, algo que yo no esperaba. Nunca creí que mi dolor era por esa terrible enfermedad dentro de mí. Fue después de mi diagnóstico que me dí cuenta que Dios me había preparado toda mi vida para vivir mi propia experiencia y que yo lo aceptara con agradecimiento.

Le dije una y mil veces que agradecía que esa enfermedad me ocurriera a mí y no a mis hermanos. Porque yo no tenía espíritu de cobardía dentro de mí pero mi familia sí la tuvo. Todos lloraban por mi estado tan deprimente en los momentos de la terapia oncológica. Pero yo tenía un espíritu fuerte y acepté que Dios me había preparado con las enfermedades de mi madre para cuando yo viviera la mía propia, y así fue.

Todos los días le agradecí que yo pasara por todo eso porque cada vez lo amaba y respetaba más. No aceptaba personas tristes cerca de mí, yo debía consolarlas. No permitía palabras ofensivas porque yo les explicaba que todos somos hijos de Dios y a cada quien le puede pasar lo que a mi. Nadie me entendía porqué yo no lloraba ante el diagnóstico de esa enfermedad. Quizás porque ellos no sabían que yo había derramado infinitas lágrimas hasta que lo entendí…

que Dios tiene todo en control y todo sucede para un bien mayor.

Sobreviví a todo ese terrible proceso de la terapia oncológica para agradecer de día y de noche todo lo que me sucede. Lo bueno pero también lo que yo pensaba que era malo. Porque eso malo me traería cambios muy buenos a mi persona.

El agradecimiento es hoy día la base de mi vida. Inculco a mi hijo el hábito de agradecer aunque él no sepa porqué. Le explico que tarde o temprano él vera con sus propios ojos lo que le estoy enseñando hoy. Aprender a ser agradecido y a darle valor a las cosas es un proceso difícil pero no imposible, las cosas pequeñas, los pequeños detalles, los tropiezos, los desencantos, los desamores, las muertes de amigos y familiares…

todo tiene un significado y debe ser agradecido

Este el el tema de la amiga @sharifanamin “el agradecimiento”, para participar lee este enlace

Yo invito a participar a @aleravago

La fotografía es de mi propiedad tomada con el Redmi note 9.

Yo soy @gertu de Venezuela para el mundo.