Huellas trascendentales / Un pequeño homenaje a quienes les debo tanto

Hay quizá muchas personas que han dejado huella en mi existencia. Unas más y otras menos, pero a continuación les rindo un corto homenaje a cada una de ellas:

Jehová Dios, el Altísimo: Ciertamente considero que el que pone en nuestras vidas a las personas más apropiadas es el hacedor del universo, el que todo lo puede, el que no tiene limitaciones en el espacio-tiempo.

Mi abuela Rosa María: Lo que le faltó a mi abuela fue parirme, porque de ella recibí todo su amor y el esmero para que yo saliera adelante en esta vida. Fue una mujer valiente, fuerte, trabajadora que hizo las veces de padre y madre de una prole de 7 hijos. Y no solo se encargó de ellos, también ayudó a criar a varios nietos, sobrinos y algunos arrimados. Las personas así son el mejor ejemplo para el mundo.

Mi abuela (foto de mi propiedad)

Mi maestra Justina: Probablemente, a lo largo de mis 6 años de primaria, tuve una sola maestra sobrada de lote. Recuerdo que era una señora morena, menuda y de rostro benevolente. Tenía una vocación fuera de serie para enseñar a sus alumnos. Si no hubiera sido por ella quizás yo nunca hubiese aprendido a multiplicar y a dividir. Y es que yo siempre fui algo lento para los números, pero no me quedó de otra y se hacía necesario que aprendiera. Por eso esta señora fue uno de los grandes pilares de mi educación. Y de no haber sido por ella, yo nunca hubiera salido adelante.

El profesor Iván: Una de las materias del bachillerato que se me hizo más amena y entretenida fue la biología, lo cual se fue posible gracias a la devoción que le imprimía a la enseñanza este profesor. A través de él pude aprender nociones elementales de asuntos como anatomía humana y ecología. En realidad, este docente le ponía sabor o sal y pimienta a cada una de sus clases.

Unos cuantos años más tarde quien escribe pasaría a ocupar el otro lado del salón en la educación superior, teniendo siempre en mente y como ejemplos a los maestros Justina e Iván.

Fuente

El profesor Galo: Si en este mundo alguna vez existió un hombre culto, ese fue el Dr. Galo, quien por cierto logró obtener un doctorado en ciencias geográficas en los EUA. Fue mi asesor técnico a lo largo de los años que laboré en una de las filiales de la CVG, justo en la época en que el socialismo no había llegado a destruir nuestro próspero país. De este señor aprendí miles de cosas útiles que me ayudaron a financiar buena parte de todas las arepas que hasta hoy he comido. Le debo mucho a este gran hombre.

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