Agradecida estoy con Dios primero que todo; porque nada más con el hecho de haberme permitido abrir mis ojos nuevamente para ver la luz del día otra vez, ya es una gran bendición para mí. En ésta agradable oportunidad tengo el maravilloso placer de encontrarme una vez más por acá para unirme a ustedes a la dinámica de hoy, bajo la temática de "Escritura".

Y de tal manera compartir con todos ustedes un cuento inédito redactado por mí personalmente, el cual trata de una triste historia que vivió el perro con su mejor amigo el gallo. Les hago la cordial invitación de seguir leyendo para que así me acompañen en éste interesante cuento, que de seguro tiene una gran enseñanza...

Érase una vez un perro llamado Spot el cual era muy unido con el gallo Pichí, estos eran súper amigos y siempre andaban juntos por todos lados e incluso se ayudaban mutuamente cuando venían otros animales a querer molestarlos.

Un día se separaron y había fallecido un animal; nadie se había dado cuenta, ya tenía días y el perro estaba muy atento con esa presa porque presumía ya estar "coronado". Pero como terminaba de comer, prefirió montarle guardia y dejarla para comer al día siguiente.

Entonces de un momento a otro le dio sed, pues la quebrada le quedaba bastante retirada de donde él se encontraba y por ende estaba dudoso si dejaba la presa sola por un momento... Entre tanto él pensar y pensar llegó Pichí y Spot muy alegre al verlo le dijo apresuradamente:

– ¡Pichí qué buena hora de llegar! Hazme el enorme favor de vigilarme ésta presa aquí mientras voy rápido a tomar un poco de agua. No me demoraré.

Pichí accedió a su petición sin importarle que aún no había conseguido nada para sí mismo; entonces en lo que Spot se marcha, Pichí comenzó a buscar lombrices y gusanos cerca de allí para poder vigilar la presa de su mejor amigo Spot.

En eso, Pichí cazó un tuqueque detrás de un arbusto, lo sacó y comenzó a degustar su presa a el lado de la de Spot. De repente; viene Spot muy satisfecho y cuando mira desde lo lejos a Pichí se enfadó en gran manera y le gritó:

– ¡Gallo malandro! Te quisiste burlar de mí aprovechándote de la confianza que deposité en tí. ¡Pero me las vas a pagar!

Pichí desconcertado se preguntaba qué rayos decía Spot que no se escuchaba muy bien, pero como tenía tanta hambre no le dió importancia y siguió comiendo.

Spot al ver que seguía deleitándose más se enfureció y se fue corriendo encima de Pichí para que se asustara y se quitara, pero Pichí inocentemente pensó que Spot estaba bromeando y no se percató de nada malo.

En lo que Spot se le echó encima con los colmillos bien pelados; la impresión y el susto que llevó Pichí fue como un disparo al corazón e inmediatamente cayó al suelo. Spot se quitó, se acercó a las presas y observó que ciertamente estaba la de él intacta (cómo la había dejado) y el tuqueque de Pichí a un lado.

Spot lloró inconsolablemente a su gran amigo Pichí y se daba golpes de pecho diciendo que todo era su propia culpa por no preguntar primero y actuar de esa manera dejándose llevar por la rabia.

Moraleja 🤔: Nunca te dejes llevar por el enojo; te sale mucho mejor detenerte un momento, sentarte, pensar bien lo que vas a hacer y escuchar la otra versión de la historia. Porque muchas veces cegados por la ira cometemos errores irreparables y el estar arrepentidos no devolverá nada a ser como antes ❤️‍🩹.