Meg, ¿Por qué tienes que ser así?

Hola queridos amigos, mientras mi hijo duerme una de sus siestas del día, les escribo esta tragicomedia, que a pesar de que cada vez que la cuento la gente se ríe, me dejó varias lecciones.

Hace bastantes años inicié el primer semestre de mi carrera en la universidad, no conocía a nadie. La primera clase que tuve en toda mi carrera fue de una materia llamada "Comunicación y Lenguaje".

Entramos todos a ver nuestra primera clase. El profesor de la cátedra se veía como buena gente, tranquilo, amable. Y ese día, su clase consistió en darnos un repaso de los signos de puntuación. Posteriormente, escribió varias oraciones en la pizarra con la finalidad de que algunos voluntarios pasaran al frente y colocaran los signos que correspondiesen a cada una de ellas.

Nadie quería pasar al frente.

Así que, el profesor decidido escoger a los "voluntarios". Y le dice a un chico, que llamaremos Teodoro (por si algún día lee mi post), que pase al frente.

Era muy fácil, Teodoro debía colocar los signos de interrogación en la primera oración, pero estaba tan nervioso que los colocó de la siguiente manera (ver la imagen):

Y yo internamente, estaba muerta de la risa. Jamás imaginé que Teodoro estaba nervioso, y tal error lo atribuí a su "baja capacidad intelectual" (según yo en ese momento, semanas después Teodoro demostró ser un estudiante destacado).

En fin, ese error de Teodoro me hizo el día.

Al día siguiente, tenía una clase de Geometría a primera hora, tampoco conocía a nadie. El profesor demoraba en llegar, así que ya estábamos varios estudiantes afuera del aula esperando. En ese rato de espera, de todos los que estábamos allí me puse a conversar con un chico que llamaremos Alberto.

Alberto me cayó muy bien, era muy amigable. Quería saber si tenía la suerte de coincidir con él en otras de mis materias, y resulta que él estaba en mi misma clase de Comunicación y Lenguaje. De inmediato recordé el chistoso evento de Teodoro, entonces le pregunté si él había estado en la clase del día anterior y me dijo que sí.

En ese momento empecé a reírme y le dije: "Ayer me moría de la risa con ese muchacho que pasó al frente y puso los signos de interrogación al revés, que bruto"

El rostro de Alberto se puso serio y me dijo: "Ese muchacho es él". Teodoro estuvo al lado de Alberto TODO ESE TIEMPO, y yo no lo reconocí porque nunca le presté atención al rostro de él, ni siquiera cuando paso a la pizarra. Es decir, no me acordaba de la cara de Teodoro.

Ambos me miraban súper serios. Resulta que no solo se conocían, eran vecinos y amigos desde la infancia. Fue un momento súper bochornoso, del cual no me siento nada orgullosa.

Así que, luego de un largo e incómodo silencio, empecé a reírme y les dije: "jajajajaja eres tú, que risa, perdón".

Ellos empezaron a reírse también, de ahí en adelante nos hicimos buenos amigos los tres.

Estas fueron mis lecciones aprendidas ese día:

1. No juzgar a nadie por sus errores.
2. La prudencia nunca estorba.
3. No burlarme de las personas a sus espaldas o si no me han dado la confianza para ello, y mucho menos cuando es claro que la están pasando mal.

Quizás hay más cosas que pude haber aprendido de esta experiencia, pero así es cada día de nuestra vida: un nuevo aprendizaje.

Las fotos fueron tomadas con la cámara de mi celular Blu G60