¡Tu o tus Padres: quien escogió tu profesión y porque!// @cruzamilcar63
Amigos de Comunidad Latina. Hoy me sumo al Concurso Coti-amigo: ¡Tú o tus Padres quien escogió tu profesión y por qué, auspiciado por la amiga @zhanavic69. Escribir sobre esa época me ha transportado a una hermosa etapa de mi vida. Espero que disfruten esas vivencias tanto como yo en el momento de evocarlas.
Un cambio providencial
En aquellos años en que yo había culminado el bachillerato y me tocaba ingresar a la universidad, se tornaba sumamente difícil encontrar un cupo en alguna de nuestras instituciones de educación superior. Durante más de catorce meses, estuve intentando inscribirme en alguna de las carreras impartidas, sin embargo, parecía imposible.
Se trataba de una decisión individual; mi santa madre, que era la que me guiaba y estaba pendiente de que, tanto yo como todos sus hijos, no se quedaran sin estudiar, no intentaba influir, para nada, en la profesión que yo eligiera. Ella solo decía que pusiéramos toda nuestra responsabilidad e interés en aquello que determináramos realizar. Su amoroso apoyo estaba garantizado, siempre y cuando se anduviera por los senderos correctos del comportamiento humano.
Después de un período considerable sin poder acceder al sistema universitario, debido a que ya aquella espera se estaba convirtiendo en una desesperada preocupación, me dediqué a evaluar concienzudamente las oportunidades de estudio en la educación superior. Fue así como averigüé que las carreras con menos demanda, por parte de los aspirantes, eran nada más y nada menos que química, física y matemática: un ínfimo porcentaje de bachilleres optaba por los estudios especializados de las ciencias exactas. De modo que, en cuanto se presentaron las preinscripciones siguientes, esas fueron mis opciones, porque, de acuerdo con mi análisis de la situación y mi desesperación por lograr un cupo, con esas tres alternativas contaba con más posibilidades de convertirme, al fin, en estudiante universitario.
Y así ocurrió, mi estrategia dio resultado; fui asignado por la Oficina de Planificación del Sector Universitario -OPSU- para estudiar Química en la Universidad de Oriente, Núcleo de Sucre. En esa carrera me inscribí, emocionado y con todas las ilusiones del mundo, un hermoso día de septiembre en que acudí a sus instalaciones con todos mis documentos en regla.
Con todas las ganas de mi juventud, comencé mi nueva etapa de estudiante universitario sin ningún contratiempo. Durante los dos primeros semestres, aprobé todas las asignaturas cursadas con buenas notas. Las materias prácticas me pusieron en aprietos en algunas oportunidades, sin embargo, logré superar los escollos y nunca me llegaron a aplazar. Continuaba adelante con mucho ánimo para conocer a plenitud los profundos secretos de la química.
En eso andaba hasta que, por casualidad, después de tomarme un café en un establecimiento que estaba cerca del área de Humanidades, subí hacia las aulas que se encontraban en los pisos superiores y me topé con un salón, en el cual se encontraba un profesor cuya clase consistía en analizar un poema. Se trataba de una obra que yo conocía muy bien; “Lo fatal,” del escritor nicaragüense Rubén Darío. Me quedé en aquella puerta, fascinado, durante dos horas completas, escuchando a aquel docente desentrañar esos magníficos versos. A mí me gustaba la poesía, por supuesto, pero no sospechaba que existían tantas teorías literarias que podían sustentar un análisis, tan profundamente erudito y conmovedor, que provocaba dedicarse a ello de una vez. Nada tenía que ver esa disertación que el profesor, después me enteré de que dictaba la asignatura Teoría y Análisis Literario I, llevaba a cabo en esos instantes con los escuetos y mecánicos estudios de literatura que veíamos en bachillerato.
Me cambié de carrera. Al semestre siguiente ya era un estudiante que pertenecía al Departamento de Filosofía y Letras, aspirando a convertirme en Licenciado en Educación, mención Castellano y Literatura. Había encontrado lo que, en verdad, me gustaba. Cuando le comuniqué la noticia a mi mamá, ella solo me dijo: “Yo creo que tú eres bueno para eso. Me extrañó antes que te decidieras por otra cosa, pero no dije nada.” Y para demostrarme que le complacía mi cambio de rumbo, me recalcó algo que ya, por supuesto, yo sabía: “Tu tío Jesús también estudió Castellano en el Pedagógico de Caracas;” se trataba de un hermano de ella de quien siempre estuvo muy orgullosa.
Fueron cinco años y medio que transcurrieron felices, mientras transitaba el camino hacia ese ansiado título que me llenaría de una sagrada satisfacción. No me gradué en el tiempo exacto estipulado para esa carrera porque algunos paros reivindicativos por parte del gremio docente, algo que era frecuente en las universidades públicas, y otras contingencias imprevistas, me retrasaron un poco, pero cuando me investí como un flamante licenciado de este país, un título que le dediqué a mi madre, no podía ser de otra manera, me sentí el alma más dichosa de este planeta.
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Invito a los amigos: @felixgarciap, @aplausos y @yokondap
bellisimo post. Muchas gracias por la invitacion. Ya yo estoy participando de primerita en este concurso..
https://steemit.com/hive-188619/@yokondap/tu-o-tus-padres-quien-escogio-tu-profesion-y-porque-by-yokondap
Viendo la primera imagen, no recuerdo si me había graduado de bachiller pero creo que si pero fui a esa universidad en Cerro Colorado, fui con mi tío que estudiaba Contaduría Publica, me gusto mucho su sede y eso que en mi ciudad esta un núcleo y al de aqui no he entrado ja ja.
Que bueno que habían las oportunidades para cambiar de carreras, sino fueras un químico ahorita, tratando de descubrir algo para el mundo.
Bueno, la entrada no ha cambiado mucho. Lo único que han agregado, después que yo egresé, son esas letras grandes que dicen UDO en el frente. Pero, en verdad, era una sede muy agradable la de Sucre.
Para cambiarme de carrera, me hicieron un examen vocacional que determinó que todas mis inclinaciones tendían hacia las letras. Por eso me resultó fácil.