En esta casa somos 17, pero hoy les hablaré sólo de 3 | CotinaPlanet

Imagen de mi autoría creada en Canva.

17 parece un número exagerado, bueno sí, lo es 😂. Pero desde mi realidad, es el número de mis mañanas y mis noches y estoy habituada a él.

En el año 2020 me ocurrieron 3 cosas que me definieron una ruta en la que he terminado rescatado, recuperando, esterilizando y entregando en adopción animalitos. Hoy no vengo a echar ese cuento porque me va a tomar más tiempo planificar el texto que sea corto formato blog, que escribiéndolo, porque es una historia larga.

Este último paso de los que mencioné, es el más difícil de todos y por eso es que a pesar de las adopciones que he hecho y aquellos que han cruzado el arcoíris, sumo este número para la fecha de hoy.

Sin embargo, confieso que estas 3 señoritas fueron una decisión consciente de quedárnoslas.

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Las primeras perronchas en llegar fueron La flaca y su hija, a quien llamamos Nobara, ambas fueron un rescate cuando La flaca, una perra comunitaria a la que alimentábamos ya en ese momento, de más de 7 años, dio a luz dos cachorritos y luego de nosotros hacerles un refugio entre las casas (La flaca no se dejaba tocar para ese momento), robaron al varoncito y dejaron a la hembra con ella.

A los pocos días lo regresaron enfermito y con quemaduras y aunque hicimos durante 10 días todo lo humanamente posible por recuperarlo, no lo logramos.

En ese proceso teníamos que hacer que el amamantara de su mamá, pero ella lo rechazaba, así que era una labor titánica con bozal incluido para lograr que comiera, el esfuerzo era tal que decidimos hacer lo necesario para meterla dentro de la casa para poder hacer con calma ese proceso durante las noches también.

La siguiente víctima de secuestro rescatada fue Hachi, ella era una perrita de casa, pero su dueña se fue del país y quedó a cargo de... Irrelevante, porque se volvió comunitaria y aunque era una cachorra, en uno de sus celos, quedó embarazada y dio a luz 12 cachorros, la mamá de la ex-dueña de Hachi se hizo cargo de eso y cuando ya fue el momento, la recogí para esterilizarla, pero ella estaba en un estado de delgadez muy extremo y no podía reinsertarla en la calle, así que decidimos dejarla para recuperarla.

Al mes de su operación, se le desarrolló lo que se conoce como un TVT, o tumor se sticker, es una enfermedad venérea que se contagian entre perritos y su único tratamiento es a través de la quimioterapia. Afortunadamente Dios es grande con nosotros y conseguimos la donación a través de una fundación y tras 3 sesiones de quimio, ella quedó libre de toda enfermedad.

Lógicamente luego de atravesar ese episodio con ella y convertirla en la bombona de 18 kilos que es hoy en día, no había forma ni manera de que yo la reinsertara en la comunidad, sin mencionar que ella y Nobara, que ya tenía un año recién cumplido para ese momento, hicieron un perfect match que agradezco al universo hoy en día. Incluso parecen hermanas y son un par inseparable.

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A la flaquita hay que cantarle para que entre a la casa cuando la dejamos salir a hacer sus necesidades, a Hachi no se le puede dar un dedito de confianza porque te usa de trampolín para brincar y Nobara es una manipuladora sin remedio que se ha ganado el trono como la niña de nuestros ojos.

Si sientes un vacío en tu vida, no es hambre mi amigo, es que te hace falta un perrito.