Amarte es el primer paso para cuidar tu salud
Fotografía propia
Amar al prójimo como a ti mismo. Estoy segura de que todos hemos escuchado esta frase llena de sabiduría, quizás en tu casa, en la iglesia, en el trabajo o en la universidad. Esta frase, que quizás es muy trillada, ¿la has analizado en su profundidad?
Comencemos con el "amar". ¿Qué es para ti el amar? Para mí, amar es aceptación, respeto, valorar y agradecer. Sigamos con la palabra "prójimo". ¿Quién es tu prójimo? El que está a tu lado; tu familia, todo aquel que te rodea, o sea, la humanidad... Bastante cierto. Ahora bien, si unimos las palabras, esto nos manda a aceptar, respetar, valorar y agradecer a todo aquel que esté cerca de nosotros.
Continuemos con la palabra "como". Esta nos condiciona y nos da una comparación de cómo debería ser este amor; seguida de ella viene lo más interesante y que muchas veces no entendemos: "a ti mismo". ¡Wow, esto cambia todo! Y te explico por qué: si tú no te aceptas, no te valoras, no te respetas y no te agradeces a ti misma por ser como eres, con defectos y virtudes; si no agradeces lo talentosa que eres y aceptas los límites que tienes pero aún así valoras todo lo que ves en el espejo; entonces, tú no te amas y si no te amas, no puedes amar a nadie.
Hay que saber diferenciar entre amor propio y egoísmo. No es ir por la vida lastimando a los demás y olvidando la empatía porque solo pienso en mí. No... Es pensar en tu salud física y mental y allí voy a hacer énfasis...
Fotografía propia
Hace 23 años, me dejé envolver por compromisos. Me tocó crecer a los golpes y pasar de adolescente a mujer encargada de la casa al morir mi madre. Dejé de sonreír y adquirí un peso y responsabilidades. También llegaron muchos problemas que me llevaron a salir de mi casa y con la creencia de que yo era fuerte, una guerrera. Me tragué lágrimas, dolor, rabia e impotencia sin saber que estaba envenenando mi alma y mi cuerpo.
Mi columna me gritó "detente" y no la escuché. Mi espalda me avisaba con dolor y no me importaba. Mi cuerpo fue tan noble que soportó todo ese veneno que tenía adentro por 7 años. Entre pastillas y relajantes musculares porque no tenía tiempo para ir al médico, hasta que mi cuerpo colapsó y un día mis piernas perdieron las fuerzas y no pude levantarme al recoger una moneda. Ahora sí tenía que ir al médico. Entre resonancias y estudios detectaron un intruso alojado en mi columna cervicodorsal: un tumor de células gigantes que se alimentaba de mis vértebras. Las palabras de los médicos fueron: "Te operas o te mueres, y si te operas quedas cuadripléjica", y yo con tan solo 25 años.
Fotografía propia
Después de esperar una cama y la donación de la prótesis, se procedió a la intervención quirúrgica a corazón abierto, la cual se perdió porque la prótesis se soltó al ser atornillada en unas vértebras que este señor tumor había descalcificado. Así que se tenía que operar esta vez por mi espalda. El resultado: el resto de mi vida sentada en un trono con ruedas.
Fotografía propia. Imagen post-operatoria
Todo por no escuchar mi cuerpo y no amarme.
Por eso cuando no te sientas bien, así sea un pequeño síntoma, un dolor de cabeza, algo que creas insignificante, no lo dejes pasar nunca, cuída tu cuerpo, tu mente y tus emociones porque todo eso puede desencadenar en una enfermedad grave. Ya han pasado 17 años y aprendí a escuchar mi cuerpo, a valorar lo que tengo, a respetarlo y, sobre todo, agradezco lo que aún funciona. Tengo vida para vivirla, pero amándome para poder amar a otros ya que no puedes dar lo que no tienes dentro de ti.
Gracias por tu visita, tu lectura y tu comentario.
Esta es mi Presentación en Steemit
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