Fuente

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Había una vez una tribu indígena que vivían cerca de las montañas del Amazona las cuales aseguraban que en las madrugadas aparecía un espejismo de unas montañas de cristal al lado de las otras,

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ellos se levantaban muy oscuro para observar este maravilloso evento natural, todos los de la aldea decían quedar hechizados delante semejante fenómeno, pero no había prueba de como dejarlo plasmado,

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entonces fueron al gran jefe indio a preguntarle como podían dar a conocer esto, el cacique les dijo que lo dibujaran para que quedara prueba de lo visto.

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Aquel prodigio tenía a todo el sector fascinado, perplejo de tanta belleza, tanto así que le llamaban el Grand Prismamatic, por lo que ellos no encontraban palabras para describir tanta belleza.

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Un día el jefe indio decide realizar una travesía para preguntarle a sus dioses que significado tenía este espejismo, aquel hombre decidido en su investigación salió de su choza a las 12:00 a.m. con su arco y flecha,

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llevado por su curiosidad se sumerge en lo más oscuro de las montañas, cuando de repente una luz incandescente se refleja al lado de las otras que lo deja casi ciego,

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éste no se detiene y exclama a los dioses: Qué quieren oh dioses enseñarnos con esta aparición?, ellos respondieron: Queremos mostrarles que estamos con ustedes todo el tiempo, les cuidamos de día y de noche!,

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también mostrarles que así es el cielo, como un castillo de cristal, todo limpio, hermoso y lleno de paz como este paraje!,

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si sus almas son puras, si son buenos con sus semejantes cuando mueran estarán en reposo eternamente en lugar así!. Aquel hombre lleno de gozo por lo oído, no sentía sus piernas para andar,

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se sentía tan feliz como si flotara en el aire, de regreso a su casa va cantando de alegría por la noticia que le llevaba a sus subalternos,

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al amanecer convocó a todos para darles a conocer el resultado de su travesía, organizaron una gran fiesta, se volvieron mejores personas, se ayudaron más, se amaron mucho y a partir de ese momento fue la aldea más feliz de la tierra.