Noche de luna llena. Su luz lograba romper la oscuridad que domina el camino que recorria aquel hombre misterioso. A pesar de la penumbra reinante, aquel ser lograba transitar sin ningún tipo de obstáculo.

Al final del camino, el viejo cobertizo. Al llegar metió su mano al bolsillo del pantalón para sacar el manojo de llaves. Con tacto, escogió una llave y se dispuso a abrir el candado enganchado la cadena que impedía la entrada de cualquiera a la estructura.

Abrió la puerta. Un espeso humo salió del lugar acompañado de un hedor de carne y pelo quemado. Suspendió sus acciones al sentir el desagradable olor. Se aparato un poco de la puerta mientras con sus brazos intentaba disipar la nube putrefacta.

Al sentir que el olor se había disipado, se acercó al marco de la entrada y tanteando el interior de la pared interior de la estructura logro tomar con su mano la linterna de queroseno que se encontraba allí.

De su bolsillo saco una caja de fósforos. Encendió uno de ellos para hacer lo propio con la linterna. La luz del fuego a base de keroseno rompió la oscuridad del lugar. Quedo algo cegado por unos momentos.

Al adaptarse su vista a la nueva luminosidad, entro al cobertizo. Todavía existía destellos de aquel humo putrefacto. Los sentidos alertaron al cuerpo de aquel hombre.

Estando adentro. Comenzó a dirigir la linterna hacia su alrededor. A medida que lo hacía, aparecían los objetos que poseía en aquel lugar. La mesa de trabajo, la silla grande de madera que mostraba las correas de cuero a sus lados.

Guiada por el hombre, la luz recorrida las paredes del lugar. Las herramientas de trabajo como cuchillos, hachas, machetes, tridentes, palas, se mostraban como modelos en pasarela.

Aquel ser seguía alumbrando con su linterna todo el espacio que conformaba aquel cobertizo. De manera brusca detuvo su exploración al ver el origen de aquel humo fetido que lo impacto cuando entro al lugar.

Inmóvil, todavía saliendo humo de él, se encontraba el cadáver chamuscado por la electricidad que había generado el apagón que sufrió la vivienda del investigador. Al ver aquella imagen, el hombre exhalo un leve suspiro.

En su rostro no existía reflejo de culpa, de tristeza, de arrepentimiento. Lo que se mostraba era un gesto de decepción. Otro cadáver más que enterrar. La situación no era agradable. Al final, la idea nunca fue que murieran.

Camino hacia la mesa y alumbro la superficie de la misma con la linterna. Tomo un par de guantes de goma y un tapa boca que reposaban en la misma. Camino hacia el cadáver. Coloco la linterna en el gancho que colgaba del techo.

Acto seguido se colocó el par de guante, tapa boca y comenzó a mover los cables que tenía el fallecido aferrado con su boca. La piel y cabello tostados comenzaron a deprenderse el cuerpo sin vida.

Al abrirle la boca, lo huesos de la mandíbula comenzaron a traquear. El sonido imitaba el hecho por las galletas al romperse. El hedor volvió a aparecer y su rostro lo reflejaba.

Con el cuerpo liberado de las ataduras de cobre, tomo de nuevo la linterna para luego cargar el cuerpo en peso y lo llevo fuera del cobertizo. Entre el peso del cadáver y lo incomodo de sujetar la linterna en la mano, camino a poca velocidad para no cometer un error.

Fuera del patíbulo, camino hacia el costado del mismo. Allí, se encontraba, echo en la tierra, un hoyo bastante profundo. Con un pequeño impulso, tiro los restos del cadáver al fondo del mismo.

Tomo la pala que estaba recostada en la pared externa del cobertizo y comenzó a echar tierra del monto que se encontraba al lado del orificio. No tapo el hueco totalmente. Solo lo necesario para que la descomposición no se sintiera en los alrededores.

Terminado el trabajo volvió a entrar al cobertizo. Comenzó a restablecer la energía eléctrica que se había interrumpido por la electrocución del cadáver. Al cabo de unos minutos los bombillos de toda la propiedad comenzaron a funcionar.

Limpio y arreglo un poco para luego salir del cobertizo. Cerro la puerta y volvió a colocar la cadena y el candado que aseguraban el lugar. Ya con iluminación, comenzó a caminar alrededor del cobertizo para supervisar el lugar.

En unas de las paredes pudo ver un orificio. Pensó que cualquiera podía entrar o salir por el mismo. con algo de esfuerzo coloco una cantidad de troncos de madera de mediado tamaño.

Terminada la labor, simplemente tomo el camino por donde llego. Esta vez en dirección a su hogar. La luz de la luna había sido reemplazada por la artificial. Ya no existía penumbra, ya todo era supuestamente normal.

Entro a la casa y camino hasta el comedor. Allí, en la mesa, lo esperaba su esposa sentada en una silla. El hombre coloco las llaves encima de la mesa y se dejó caer en una de las sillas vacías.

– ¿Otra vez? – pregunto la mujer cuando el hombre ya estaba sentado.

El hombre dejó salir un gran suspiro y colocándose las manos en la cabeza y respondió – ¡Sí!, otra vez… Ya no sé qué hacer para que no mueran. –

La mujer lo miro fijamente. – No puedes asumir la culpa de lo que pasa. Al final tu no les piden que entren allí. Ellos lo hacen. Ellos se los buscaron. Quizás sea cruel, pero es la realidad. –

– Ya van cuatro en este mes. De seguir así la situación será insostenible. – comento el hombre con tono preocupado.

Con tono algo molesto la mujer comento rápidamente. – Imagino que se debe de quemar un electrodoméstico o incendiarse la casa para que logres conseguir una solución. –

– Estaba pensando en montar una escuela para enseñarle a las marmotas y restos de animales del bosque a leer. Así quizás lean el cartel del PELIGRO, ALTO VOLTAJE que está en la pared. – Contesto el hombre con tono molesto e irónico.

Si las miradas asesinaran, el hombre estaría muerto puesto que la mujer lo miro con gran molestia mientras se levantaba de la silla tomando los platos de la cena y caminando hacia la cocina.

El hombre quedo en silencio con sus brazos reposando sobre la mesa. Pensaba y pensaba mientras veía como la mujer caminaba con marcada molestia en su ser. Al desaparecer ella de su visión, el hombre comenzó a hablar con sí mismo.

– Como si no fuese suficiente con el hecho de que los animales del bosque se electrocuten en el tablero de electricidad por morder los cables, ahora tengo que lidiar con la molestia de ella. –

El hombre saco como pudo una cajetilla de cigarrillo y una caja de fósforos del bolsillo de su pantalón. De la misma saco uno de ellos y lo cocolo en la boca. Encendió el fosforo para prender el vicio cuando fue interrumpido con un grito.

– No vayas a fumar dentro de la casa… lo sabes. –

El hombre sonrió silenciosamente. Se paró de la silla y salió caminando hacia la puerta de la casa mientras murmuraba como niño regañado. – Esta semana será una muy larga. –

F I N

Hasta aquí mi participación en este concurso de la comunidad. Espero que mi publicación sea del agrado de quienes la lean y que este enfocada en lo pedido en el anunciado.

Antes de despedirme, quisiera invitara a @shiftitamanna, @marpar, @emy.pets04, @albaandreina y @bellana, para que participen en esta iniciativa.

Emoji creado en Bitmoji. Diagramación de mi autoría

Si quieres conocerme un poco más visita mi publicación de presentación en Steem atreves de este enlace