Al volver a ver hacia el mar me sorprendió ver un castillo sobre el mar. Instantes antes no estaba allí, podría jurarlo. Un castillo sobre el mar, no muy lejos de la orilla, pero sin ningún camino que me permitiera entrara en él.

Otra algarabía se presenta en mi mente. La razón, La ilusión, La lógica, La imaginación, entre otros estados, sentimientos y pensamientos, debaten ¿Que hace ese castillo allí? ¿Qué significado tiene? ¿Por qué no puedo encontrar la forma de entrar? Y otro sin fin de preguntas se formulan en esa discusión en mi mente.

A medida que avanza la discusión siento en todo mi ser aquella sensación de sentirme observado. Cada vez es más fuerte esa sensación obligándome a abandonar el debate para levantar mi mirada y comenzar a explorar mi alrededor.

Al girar hacia mi derecha pude ver un ser parado cerca de mí que vestía una túnica con capucha que cubría todo su ser. Su cabeza inclinada hacia abajo me impedía ver su rostro. Allí estaba parada sin hacer movimientos, sin emitir algún sonido. Solo estaba allí.

El asombro me dejo inmóvil por unos instantes. ¿Era real ese ser a mi lado? Cuando el asombro abandono mi cuerpo decidí acercarme a aquel extraño personaje y en ese preciso momento el giro hacia mi colocándose de frente y levantando su cabeza para mirarme.

Dentro de la capucha que cubre su cabeza no se veía un rostro como tal. Pero esto no evito que sintiera su mirada, eso no impidió que escuchara su voz. Levanto su brazo derecho y mientras lo elevaba su túnica su descubriendo un ser sin cuerpo carnal.

Un ser de luz que me indicaba con un gesto de su brazo que no podría entrar. Escuchaba como me explicaba los motivos que me impedían hacerlo ya que no era digno, todavía, de presenciar el interior de aquel castillo sobre el mar.

Gire mi mirada para observar de nuevo el castillo. Allí estaba irradiando el destello del blanco de sus paredes. Parecía de hielo. Un castillo blanco de luz, quizás de paz, quizás de tranquilidad. Pero no podía entrar a averiguarlo.

Volví a girar hacia donde estaba el ser que me decía que no entraría y me sorprendió que ya no estaba a mi lado. Se encontraba bastante alejado de mí. Al ver que lo observaba, me invitaba con un gesto de su brazo que lo siguiera.

Gire de nuevo para ver por una vez más el castillo y ya no estaba. Había desaparecido y solo estaba el océano mostrando su grandeza. Con un gran asombro gire de nuevo para interrogar a el único ser que había encontrado en este mundo mágico, mundo sorprendente.

Él estaba allí parado en la entrada del bosque que atravesé anteriormente y que volvió a aparecer. Ya en mi mente no había debate, no había discusión, ni análisis. El asombro ya se convertía en algo normal y solo me quede allí parado viendo a donde debería estar el rostro de quien se convertirá en mi guía.

Con su brazo hizo un último gesto de que lo siguiera antes de girar y emprender el camino hacia el interior de aquel oscuro y frio bosque. Un gran suspiro invadió mi alma y comencé a emprender el camino que me indicaba mi nuevo acompañante.

Debería de conseguir los atributos para poder regresar y así poder entrar al castillo sobre el mar que de seguro será mi metal en el camino que debo recorrer en este, mi nuevo mundo.

Me siento en paz, me siento bien, me siento agradable. Solo la incertidumbre de saber para cuándo podre regresas es el único obstáculo que hay en mi final del camino.