Nuestro amigo @adeljose, con el auspicio de #worldofxpilar, sigue trayéndonos retos, semanas tras semanas, para crear historias genuinas. En esta oportunidad, se trata de relatos enmascarados. A partir de esta imagen de mi autoría relataré mi texto:

Mamá me decía que no fuera al jardín de la casa abandonada, pero era solo que me prohibieran algo para que eso me llamara poderosamente la atención, y no es que yo hubiese sido una niña desobediente, no, era solo con aquello que me prohibían de manera determinante.

Los varones decían que allí salía un monstruo horrible, con ojos desorbitados, de muchos colores, como un arcoiris, dientes casi a lo Nosferatu, nariz grande como la del lobo de Caperucita Roja y arrugas grandes y profundas, como cárcavas que poblaban su rostro, además tenía un sombrero negro con el que golpeaba a sus víctimas.

Yo les decía que eso era embuste, que seguramente era alguien con una máscara para asustarnos.

Hasta que un día me atreví a demostrarles a esos cobardes que no existen los monstruos.

Mis padres se fueron al cine, era una noche oscura, pero la luna se abría paso retadora y brillante, soplaba una brisa cantarina y fría, los grillos comenzaban a actuar al lado de los sapos.

Abrí la cancela que daba acceso al jardín, su sonido despertó a los murciélagos de la abandonada casa, un gato asomó sus diamantes acomodándose en el alféizar de la ventana.

Tomé valor y entré, estaba asustada, pero mi deseo de vencer a los varones era superior, así que caminé lentamente, escuchando mi respiración, sentí tras de mí un ruido y me quedé petrificada, voltee lentamente y lo vi, su gran nariz casi tocaba la mía, podía sentir su olor a azufre.

Cerré los ojos y comencé a gritar. Cuando los muchachos y y algunos vecinos llegaron, yo estaba tirada en el césped con los ojos cerrados, los muchachos se reían burlones, pero el sacerdote de la iglesia dijo:

-No se rían, la máscara quería llevársela.

Desde ese día no intenté ir más al jardín de la máscara; mi nariz creció un poco más de la cuenta, y me salió un acné que dejó marcas en mi rostro para siempre. La máscara y yo éramos una sola persona.

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