Saludos nuevamente acudiendo al llamado de concurso el SEXTO de la amiga @franyeligonzalez de la mano de @xpilar siempre promoviendo el arte en nuestra comunidad.

Estas actividades, que se mantienen con mucho entusiasmo y grandes esfuerzos por parte de los organizadores, para que se active la creatividad que todos tenemos.

Para concursar les comparto aqui el enlace

Credit @xpilar

El pingüino Mauricio

Había una vez un pingüino que vivía junto con su familia y amigos en lo más helado del Polo Sur. Escucho a los hombres de los barcos hablar de un cálido lugar, donde no hacía falta calentarse con la llama roja. Así que cansado de pasar tanto frío, Mauricio decidió que viviría en ese lugar caluroso.

Sus amigos Skipper y Mort trataron de convencerlo de olvidar esa locura.

-¿Qué vas a hacer tú en ese lugar tan caluroso? -le dijeron sus amigos cercanos.

Pero el pingüino Mauricio era muy testarudo y cuando se le metía una idea la llevaba adelante.

-Mañana partiré a ese lugar –dijo el-. Dormiré un poco para tener fuerzas para enfrentar mi nuevo destino.

Pronto el pingüino Mauricio, se encontró de polizón, en un barco que zarpaba. Se escondió muy bien para que no lo descubrieran, aun temeroso del destino.

Fueron varios días de travesía, ya las tripas le sonaban no había comido nada.

A la primera oportunidad que el barco se detuvo, logro escabullirse afuera. No era lo que esperaba, había muchos hombres allí, pero el ambiente era cálido.

-Tendré que comer algo – fue lo pensó el pingüino. Pero por allí no había nada que el pingüino Mauricio pudiera comer.

Siguió caminando alejándose de los hombres y se adentró en un monte. Tenía mucha sed y hambre, se sentía débil. Se recostó de un árbol y lo venció el sueño.

De repente el pingüino Mauricio oyó un sonido aterrador, nunca oído por él. Miró y a lo lejos un animal con rayas que dirigía hacia él.

-¿Qué es eso? –preguntó en voz alta el pingüino Mauricio.

-¡Arranca, huye! -dijo una iguana que pasaba cerca de allí-. ¡Es un tigre! ¡Y tiene hambre! Corre antes de que seas su cena.

El pingüino trato de correr, pero sus cortas patas se lo impedían. Iba a resultar imposible que saliera con vida de aquel lugar.

Fue tal el susto, que en aquel instante el pingüino Mauricio despertó.

-Sus amigos le decían, despierta. Si quieres irte tendrás que hacerlo ya, hay un barco a punto de partir.

-¿Saben qué? -dijo el pingüino Mauricio-. He cambiado mi decisión. Me quedo aquí. Aunque esté cansado de pasar frío, aquí tengo a mi familia y a mis amigos. Y mucho pescado para comer cuando tenga hambre.

-¿Qué hay de cenar mamá?

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