Querido y muy querido diario

Ayer fue uno de esos días que extrañaba. Me encanta salir a trabajar en la calle. Como el presidente decretó "flexibilización" de la cuarentena, pude salir a enseñar dos apartamentos que tenemos en venta. Por supuesto, con todas las medidas de seguridad.

Parece que hay una persona realmente interesada en uno de los dos. Crucemos los dedos!! 🤞

Eso fue en la mañana. Allí me tardé más de dos horas, respondiendo inquietudes, mostrando las áreas verdes de las residencias, conversando y esperando a los próximos clientes.

Luego volé cual flecha veloz ➳➳➳ a mi casa, a buscar a mi enano y a mi sobrino que irían conmigo a hacer la cola para surtir de gasolina al carro. No había desayunado y ya pasaban de las dos de la tarde, así que tampoco había almorzado. Tenía, como dicen coloquialmente "el estómago pegado al espinazo". Famélica, en otras palabras.

Dejé a mis dos muchachos en el carro, mientras iba a la farmacia a comprar alguna chuchería. No tomé fotos mientras compraba porque la zona donde estaba haciendo la cola, es bastante peligrosa y ni loca sacaría el celular.

_{Varias personas se acercaban a los carros en la cola, para pedir dinero. Lo cumbre es que no quieren bolívares, ni que les compre algún alimento en la farmacia. Quieren dólares.}

El mundo está al revés

Este personaje de la foto, se acercaba a los carros a pedir dinero, porque tenía hambre. Yo no cargaba dinero en efectivo, porque está cuesta arriba conseguirlo. Entonces le ofrecí comprarle algo en la farmacia. Podría ser unas galletas, un paquete de arroz, leche, harina. Lo que el señor prefiriese. Pues no. Con total descaro, me dijo que eso no le servía y que mejor le diera "aunque fuese" cinco dólares y así, él compraría lo que le apeteciese 😒

Dos personas más, se acercaron en el ínterin y uno de ellos, miraba mucho, demasiado, para adentro del carro a ver qué teníamos. Gracias a Dios, mi cartera estaba escondida debajo del asiento del copiloto y mi celular, que siempre lo tengo en silencio, lo había colocado debajo de la alfombra del mismo asiento. De igual manera al verlos acercarse, subimos nuestras ventanas y cuando uno de ellos, le tocó la ventana, mi sobrino, solo la bajó un poquito y le dijo muy seriamente: No, hermano. No tengo nada.

Sesión de amor y besos

_{Esto fue más adelante, cerca de donde había un punto de seguridad de la Policía y había la tranquilidad de poder sacar el celular y fotografiar lo que se nos ocurriese, menos a los policías 😋}

Como todo niño, después de dos horas en una cola que avanzaba a paso de caracol 🐌, ya Gabriel estaba completamente aburrido y se puso a contarnos lo que hacía en su juego de Master Craft, el nombre de los personajes, las distintas decoraciones que tenía su mansión 😊 y no paraba de hablar.

Honestamente, estaba un poquito mareada de la interminable historia. Cuando eso pasa, la única manera de pausarlo, es tomar mi celular y sacarle una foto. Porque detesta que le saque fotos. Así que abrí mi ventana y por el espejo retrovisor, pensaba sacarle una foto. Cuando se dio cuenta, se me fue encima para caerme a besos. Es su manera de neutralizarme cuando quiero sacarle fotos 😍

Después de 2 y 1/2 horas en la cola, finalmente... ¡Zas! Pusimos gasolinaaaaa...! ¡Yay!

De regreso a casa

Dejé a mi sobrino en su casa, no sin antes visitar un rato a mi hermana y ver cómo seguía de salud y hablar un rato con ella. Luego, nos vinimos a la nuestra, a bañarnos, comer comida de verdad, calentita y suculenta. Hice un rápido arroz con pollo.

_{Arroz con pollo, chuleta y guisantes. Hecho en casa con amor 🏡💕 de una mamá, para su hijito ❤️}

Este fue mi día martes 11 de agosto de los corrientes. Nos dormimos super tamprano y por primera vez en muchos días, dormí profundamente acompañada de mi hijo y el relajante sonido de la lluvia al caer.

Gracias una vez más por permitirme escribir y llenar estas bellas páginas con mi historia, mi querido diario!