Hola! Esta es mi primera participación en la comunidad #WorldofPilar. Me llamó mucho la atención este concurso. Agradezco a @adeljose y a @xpilar por esta iniciativa. Creo que es una excelente oportunidad para escribir y compartir alrededor de un tema como este de Bajo la Luna. La Luna siempre ha sido un elemento muy importante para el Ser Humano. A los niños, normalmente se les relaciona con la luna desde que son muy bebés y eso fue lo que me motivó a escribir esta historia. Espero que les guste!

      La noche era fresca en el pueblo de Valny. Como era habitual, las familias se sentaban a las puertas de sus casas a compartir luego de la jornada diaria. Siendo un pueblo de pescadores, las faenas eran fuertes e involucraban a casi todos: hombres, mujeres y niños. Ese día, la pesca había sido buena y algunas fogatas todavía ardían mientras cocinaban pescado aunque, por lo regular, la cena se hacía entre 6 y 7. Las olas, tranquilas, semejaban un arrullo con el que los niños se dormían en brazos de sus madres. Los más ancianos decían que siempre había sido así y que por esa razón, las canciones de cuna no existían allí. Las madres, siguiendo la tradición, no cantaban. Decían que no hacía falta, que era suficiente con el arrullo del mar. Lo llaman “El canto de Valny”.

       Una niña, sentada en el regazo de su madre, contemplaba el paisaje nocturno. La luna estaba brillante, muy brillante, y esa noche era más grande que de costumbre. Aun bien despierta, miraba a la luna y al mar. Le gustaba ver cómo se disolvían las olas en la orilla, mientras la luna parecía una mujer vigilando al mar. Sin pensarlo, lanzó una pregunta a su madre “Mamá, ¿Quién era Valny?. La madre se sorprendió mucho, no era común esa pregunta y, a decir verdad, jamás había pensado en eso.

      Una anciana vecina, Tanya, quien se encontraba con ellas, escuchó perfectamente la pregunta. Con un aire de nostalgia, le dijo a la niña, “Valny, Valny. Qué historia tan hermosa". La niña, curiosa, le salió al paso, “¿Tanya, tú conociste a Valny?”. “No, niña hermosa. Yo no la conocí, pero la historia de Valny es muy antigua. Tanto, que ya los más jóvenes no la cuentan”. La niña, despabilada, no dudó en apurar a la anciana, “Tanya, cuéntame esa historia. Cada noche de luna, me pregunto quién es Valny?”. “Si, te la contaré, pero será una historia corta. Ya se acerca la hora de dormir. ¿De acuerdo?”. “De acuerdo”, dijo la niña, abrazando a Tanya.

      “Hace mucho tiempo, la luna y el mar se hicieron novios. Ocurrió aquí, en este lugar. Hacía siglos que el mar cortejaba a la Luna, mas esta nunca le hizo caso. Pero, aquella noche finalmente, el mar cantó tan, pero tan bonito, que la Luna no pudo resistir y cayó enamorada, por fin, ante el galante mar. Cuando la luna se asomaba por estos lares, el mar se engalanaba para ofrecerle sus mejores cantos. Unos meses después, en medio de una felicidad inmensa, la Luna albergó en su vientre a un bebé. Sin embargo, la noche del parto de la Luna, el hada Nerva, dueña del viento y quien había sentido muchos celos de ella, decidió agitarse como nunca antes lo hizo, para cobrar venganza. Quería acabar con el mar. Este, aunque ponía todo su empeño y su fuerza para evitar ser sacudido por los vientos, veía como era imposible evitarlo. Los pobladores, asustados, veían todo desde la orilla sin entender nada. Era una lucha titánica!”.

      La Luna, muy temerosa de la suerte del mar, contemplaba todo sin poder hacer nada. Mientras tanto, la criatura se preparaba para nacer. El hada Nerva y el mar continuaban en su enfurecida batalla. Olas enormes recorrían al mar y las nubes se movían velozmente. En la orilla, los árboles eran arrancados de raíz, los botes chocaban unos con otros y los techos de las humildes casas volaban como papel. El mar resistía con una fuerza descomunal y…de repente, un llanto de bebé se escuchó en todo el cielo. La Luna había dado a luz una hermosa niña de ojos negros. Era un llanto tan delicado y suave, que el hada Nerva no pudo ignorarlo. Parecía un arrullo. Poco a poco, en la medida en que más se escuchaba el llanto, fue dejando de soplar. Hasta que se calmó. Encantada por aquello, se retiró a su castillo sin decir nada más.

      De pronto, todo quedó en calma, y el mar, agotado por la batalla, pudo escuchar el hermoso llanto de su hija. La Luna, dichosa de que aquello hubiera terminado, quiso que el mar tuviera a la niña en sus brazos para que la calmara y, emocionada, lanzó a la niña a su padre, quien durante toda esa noche arrulló a la criatura hasta que se quedó dormida. “Valny, tu nombre será Valny”, dijo su padre y la Luna sonrió”

      La niña miraba y escuchaba a Tanya con asombro. Sus ojos, muy abiertos, eran un testimonio fiel de su emoción. “Tanya, ¿Y cómo supo la gente del pueblo que la niña se llamaba Valny?”, preguntó. “Jajaja. Qué niña tan curiosa e inteligente! Te cuento. Esa misma noche, el mar envió una sirena como mensajera de la buena nueva. Esta atravesó el mar hasta encontrar a un pescador en su bote, quien había sobrevivido de milagro a aquella tempestad. Se llamaba Talmed. Ya con el mar en calma y cansado, Talmed, entre despierto y dormido, escuchó a la sirena sin decir nada. Creyó que lo había soñado. Luego de ser rescatado, Talmed contó el sueño a los pobladores quienes, sin dudar, decidieron llamar Valny a su pueblo.”

      Ya para cerrar la historia, la anciana Tanya dijo a la niña, “Desde entonces, en las noches de luna, el mar arrulla a su niña Valny, quien aún sigue siendo pequeña en la noche de los tiempos. Por eso, en Valny los niños también son arrullados por el mar.” “Qué hermosa historia!”, dijo la niña, extendiendo su manita hacia la luna.