Querida familia de Steemians, es un placer para mí participar una vez más en este concurso en World of Xpilar y promovido por nuestra amiga @franyeligonzalez…

En medio del bullicio de la avenida principal de la ciudad, una señora mayor se encontraba sentada sola en un banco, con la mirada perdida en el horizonte. Su rostro arrugado y sus ojos cansados reflejaban una profunda melancolía, como si estuviera perdida en sus propios pensamientos.

La señora, cuyo nombre era Doña Elena, había vivido una vida llena de altibajos, de alegrías y tristezas, de momentos inolvidables y de pérdidas dolorosas. Había visto pasar el tiempo frente a sus ojos, como un río impetuoso que arrastra consigo los recuerdos y las emociones de toda una existencia.

Recordaba con nostalgia los días felices de su juventud, cuando el amor floreció en su corazón y los sueños parecían alcanzables. Se veía a sí misma caminando por las calles de la ciudad, con la esperanza brillando en sus ojos y la certeza de que el futuro le deparaba grandes cosas.

Pero la vida, caprichosa y sorprendente, le había jugado más de una mala pasada. Perdió a su esposo en un trágico accidente, dejando un vacío inmenso en su corazón que nunca pudo llenar por completo. Sus hijos, ya adultos y con sus propias vidas, apenas tenían tiempo para visitarla, sumiéndola en una soledad que parecía eterna.

Mientras observaba el ir y venir de la gente en la avenida, Doña Elena recordaba con cariño los momentos compartidos con su familia, las risas en la mesa, las historias contadas alrededor del fuego en las noches de invierno. Anhelaba volver a sentirse parte de algo más grande, de un todo que le diera sentido a su existencia solitaria.

Pero a pesar de todo, en lo más profundo de su ser, Doña Elena guardaba una chispa de esperanza. Una esperanza que se negaba a apagarse, que brillaba débil pero constante en su interior. Sabía que aún quedaban capítulos por escribir en su historia, que el destino le deparaba sorpresas inesperadas y que el amor, en alguna forma u otra, volvería a tocar a su puerta.

Y así, con la mirada fija en el horizonte, Doña Elena se prometió a sí misma seguir adelante, seguir luchando contra la tristeza y la soledad, y aferrarse a esa pequeña luz que le recordaba que la vida, a pesar de todo, aún tenía sentido. Y en medio del bullicio de la avenida, la señora sentada sola en el banco seguía su propia historia, con la esperanza como su guía y la fortaleza como su compañera de viaje.

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Hasta otra oportunidad, se les quiere.🌷