Un gran saludo a todos. Con este nuevo concurso de @franyeligonzalez ¿cómo no animarme a participar? (risas), en esta ocasión con un video, nos invita a crear una historia. A continuación los dejo con la mía.

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Cada noche, desde que era una niña, Julián, el papá de Sara, la acostaba en su cama, le daba un dulce beso en la frente mientras la arropaba y le deseaba “buenas noches”, luego se aseguraba de que la ventana de la habitación estuviese bien cerrada y se retiraba para dejarla descansar. Sara solo alcanzaba a ver a su padre por las noches, él trabajaba todo el día, pero como era una niña buena, nunca se quejaba y era obediente en permanecer en casa. Un lugar muy bonito era aquel, rodeado de vegetación y cantos de aves.

-¡Papá! – gritó el niño Mitchel lleno de alegría al ver a su padre, hacía el mismo grito cada mañana al verlo cuando despertaba, su papá era su héroe, estaba siempre pegado a él, el mayor tiempo posible, deseaba ser un adulto increíble como su ejemplo a seguir. Así fue por mucho tiempo. Pasaron varios años y el pequeño Tom, ya no era un pequeño sino un joven, fuerte y apuesto, ya no gritaba al ver a su padre cada mañana, en cambio, lo acompañaba al trabajo, ahora compartían ese oficio, la herrería.

Sin embargo, todo no era miel, se escuchaba en la pequeña ciudad junto al bosque, que estaban sucediendo extraños ataques, parecían de animal, pero quedaban cabos sueltos, por lo que todos se sentían inseguros. Al anochecer, el señor Mitchel se encargaba de revisar que todo estuviera en orden alrededor de casa, para que su familia (su esposa y su hijo Tom), estuviesen tranquilos.

Los años también pasaron para Sara, que ahora era una señorita muy hermosa y seguía siendo muy obediente. Su papá seguía cuidando de ella cada noche, acompañando sus “buenas noches” con ese reconfortante beso en la frente. Esa noche, un ruido perturbó la quietud de Sara, el sonido provino de fuera, nerviosa, pensó que podía ser su padre. Decidió salir para ver por ella misma qué sucedía, tal vez su padre se encontraba en peligro y necesitaba su ayuda.

Cruzó el umbral de la casa de madera y reconoció movimiento entre la vegetación de alrededor, distinguió una silueta y unos agudos ojos azules que la observaban curiosos desde la oscuridad. De repente, aquel observador huyó velozmente y Julián llegó.

-¡Sara! ¿Qué haces fuera de la casa? – dijo Julián bruscamente mientras se acercaba a ella, la sujetaba fuertemente de los brazos y se cercioraba de que estuviese bien – en dieciséis años nunca me habías desobedecido ¿qué pasa contigo? – sentenció.

-Lo siento papá, oí un ruido extraño, pensé que podías ser tú y salí a tu encuentro – respondió Sara avergonzada por su error.

-Disculpa hija, me preocupé ¿estás bien? – continuó el hombre también con vergüenza por haber hecho sentir mal a su hija.

-Sí papá, estoy bien, pero mejor entremos, había algo allí afuera, parecía… Parecía un lobo – culminó Sara casi en un susurro.

Los ojos de Julián se abrieron ampliamente, reflejando incredulidad, seguido de mucha angustia. Acto seguido, entraron a la casa y el hombre trató de asegurar lo mejor posible cada acceso a la casa, aunque le comentó a su pequeña que al otro día traería más protección y así lo hizo.

Los crímenes violentos seguían en aumento y no había respuestas, las noches de luna llena parecían dar lugar a peores eventos.

-No deberías hacer esa ronda nocturna que te da por hacer a diario – dijo el joven Tomas a su padre con el ceño fruncido.

-¿Por qué no? – preguntó el padre confundido

-Porque hay algo matando a todos ahí afuera y a ti te da por pasearte los alrededores – respondió el muchacho con los dientes apretados.

-No tienes que preocuparte por eso, no me pasará nada hijo – dijo entre risas el señor Mitchel mientras se terminaba de calzar y cruzaba la puerta hacia el exterior.

Bajo la luz de la luna llena, llegó Julián a casa y fue recibido por Sara. Él notó que andaba de malhumor, aun así, esperó a que ella fuera la primera en hablar y eso no tardó en llegar.

-Tengo varias noches despertando de madrugada ¿sabes? – dijo mientras observaba a su padre, en busca de alguna reacción, pero no hubo ninguna, así que prosiguió - ¿por qué no estás aquí en la madrugada? ¿acaso te vas a mitad de la noche? Sabía que te ibas temprano a tu trabajo, pero ahora resulta que ni siquiera pasas la noche completa aquí ¿puedes explicarme que está sucediendo? Sabes que hay algo afuera y aun así me dejas sola ¿sabías que viene cada madrugada de la última semana? – se sentía desesperación en el temblor de su voz y el de sus puños apretados a sus costados.

-¿Quién viene cada madrugada Sara? – se limitó a decir.

Sara no sabía cómo reaccionar ante aquella respuesta, expresó tanto y apenas obtuvo una pregunta y tras un incómodo silencio siendo atravesada por la mirada de su padre – el lobo – respondió.

Esa noche, como cada noche desde que Sara tenía memoria, su padre la acompañó a su habitación y se despidió de ella, solo que esta vez había una seriedad profunda en el rostro de Julián, acompañado de un silencio pensativo.

El señor Mitchel volvió de su ronda, vio a su hijo en la sala y ambos se dieron una sonrisa algo amarga. Luego de eso todos se fueron a dormir. Llegada la madrugada, se oyeron gritos desgarradores, todos entraron en estado de alerta. El señor Mitchel de un brinco se levantó de su cama.

-¡Julián, no vayas! – dijo la esposa del señor Mitchel con un grito ahogado, pero fue inútil, él salió.

-Me encargaré de esto de una vez por todas – dijo entre dientes para sí mismo a la vez que cargaba una escopeta.

Sara fue despertada por el ruido, aunque esta vez no parecía el habitual de las últimas noches, este era más agitado. Yendo en contra de todas las órdenes de su padre y motivada por la curiosidad, quitó todas las barreras de la puerta principal y salió a ver qué pasaba. Estando afuera, vio el movimiento entre los arbustos pero no alcanzó a ver nada concreto a pesar de que la luna iluminaba plenamente. Su mirada se desvió al escuchar la voz de su padre.

-¡Tú! ¡Sabía que eras tú! ¡Tú eres el lobo! – gritaba y vociferaba Julián viendo a su hija en medio del bosque.

Sara no entendía nada de lo que estaba sucediendo ¿cómo podía ser ella el lobo? ¿de qué hablaba su padre? Solo podía ver como este se aproximaba cada vez más.

-¡Lo supe siempre, desde que tu madre perdió el control en el parto y terminó asesinada por ti! – luego de semejante declaración, Julián dio un grito profundo y desgarrador, uno lleno de furia y de dolor.

Sara estaba aterrada ante toda aquella información que aun no terminaba de procesar, paralizada por el miedo vio como su propio padre le apuntaba con el arma, determinado a acabar con su existencia.

De la nada, apareció el dueño de los profundos ojos azules de las madrugadas y en efecto, era un lobo, uno enorme, se plantó justo frente a Sara y sus rostros solo tenían una escaza separación. Julián no podía creerse lo que veía, ahora él estaba más confundido que nadie.

El lobo y la joven, se observaban como buscando algo en la mirada del otro, fue un momento de identificación absoluta y en paralelo a ese reconocimiento, el lobo fue paulatinamente cambiando de forma hasta la figura de un joven desnudo. Sus ojos nunca perdieron contacto visual hasta que Julián balbuceó un nombre.

-¿To… Tomas? – Pronunció Julián con dificultad casi cayéndose hacia atrás.

En ese momento, Tomas desvió su mirada hacia el hombre, sin moverse del frente de Sara y dijo con toda calma – Padre, parece que encerraste al monstruo equivocado -.

-Fin-

¡Gracias por leerme!

_{Invito a participar a @marulobo, @zorajaime y @yri02, la información está acá.}