ESPERA

¡Gracias Dios! Por amanecer con vida.

Esas eran las palabras del pequeño Leander. Al despertar entre el heno que usaba como cama. No se quejaba, era un verdadero privilegio tener donde dormir. Un techo sobre su cabeza.

Allí en casa de su madrina Julita, tenia que poner manos a la obra. Cada día se paraba y se ponía a limpiar el gallinero, echaba comida a los diferentes animales que habían en la pequeña hacienda de Doña Julita. Habían caballos, conejos, puercos, loros, icoteas, gansos, chivos, vacas, gatos y perros. El niño pasaba el día muy ocupado. Apenas tenía tiempo de repasar algunas lecciones para aprender a leer y escribir.

La comida siempre tenía que comerla apresuradamente, para que le diera tiempo de atender sus muchas responsabilidades. Que por cierto eran muchas para su corta edad, 10 años, para ser exactos. Un día su madrina lo mando con unos cuatro litros de leche a casa de don Arnoldo. Y de camino se encontró un bolsita con unas metras de hermosos colores. Emocionado las saco de la bolsita y se las hecho al bolsillo de su camisa.

Luego de hacer el mandado, se junto con el hijo de la cocinera. Marquito, y le mostró sus relucientes y esfericas metras.

• Mira lo que me encontré en el camino.

• ¿De quién serán?

Bueno, penso el pequeño Leander, si aparece el dueño se las doy. Pero, eran metras y ellos niños, así que se pusieron a jugar.

Leanderrr!!!! Se escucho un grito a lo lejos, el tiempo se le había pasado.

• ¿Dónde andabas?

• Disculpe, madrina, me distraje.

• Vuelve a tus quehaceres, rápido.

Pasaron los días, hasta que llegaron los dias de vacaciones. Entonces, llegaron a la haciendita los nietos de la doña. Eran vivaces y con muchísima curiosidad. Eran tres varones pequeños y Susana, la mayor, de la misma edad que Leander. De volada, se hicieron amigos inseparables. Susanita se ofrecía para ayudarlo. A ella le fascinaba recoger los huevos del gallinero. Casi siempre terminaba recogiendo los regueros que hacían el trío de los picaros muchachitos.

Durante esos días, las actividades cambiaron un poco, ya que Leander y Susana tenian la responsabilidad de vigilar a los revoltosos. Durante el día inventaban brincar la cuerda, rodar dentro de un caucho viejo. Jugar de dar carrera junto a los perros. Por las noches, cuando se iba la energía eléctrica, entonces se reunían y contaban cuentos o chistes.

Pero, había alguien que no estaba contento con todo aquello. El hijo de la cocinera, él sentía un poco de celos del niño Leander. Cuando estabas jugando, se molestó mucho con Leander, y fue corriendo a decirle a doña Julita que Leander le había robado unas metras. Eso era una gran mentira. Pero al pobre niño no le dieron oportunidad de explicar nada. Le quitaron las metras y se las dieron al supuesto dueño.

A doña Julita le preocupó la acción de Leander y sin dar ninguna oportunidad al niño de explicar, ni de escucharlo, lo castigó encerrandolo en un cuarto cerca del garaje. Todo aquel alboroto hizo que la doña decidiera enviar de vuelta a los niños y dar por terminada las vacaciones.

Muy temprano por la mañana el pobre Leander vió como partían los niños y la linda Susana. Vio como se alejaba el carro que se llevaba a la mejor amiga que había encontrado. En sus pensamientos y mirando a través de la ventana solo decía:

Espera...
no te vayas susana
Mi linda amiga
Mi casi hermana
Te vas muy lejos
Dejando la sabana

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Esta es mi participación en este concurso maravilloso.

Invito a:
@duetron
@damika
@jac141210

Autor: @Lunasilver |Fecha:23-05-2024| Mi logro 1