Concurso Semanal, "Creando Historias Semana #8". Epicentro Criminal

Epicentro Criminal

Abro giro la manilla de la puerta, entro a una habitación bastante oscura, con mi arma en la mano, me deslizo escurridizamente entre habitaciones, mirando y chequeando cada una de ellas… pero, esto se me hace ligeramente familiar.

Quedo varado en mitad del pasillo y miro directamente a la ultima habitación que me queda por revisar, el camino allí son solo unos pocos metros pero cada paso que doy es un pesar en mis hombros que me obliga a ir cada vez más y más despacio. Sé que es lo que está al otro lado de esa puerta, pero de igual manera me veo obligado a llegar a ella, entre paso y paso el camino se va estrechando y siento una punzada aguda en mi oído que me aturde, entre mareos, camino y llego a la puerta, puedo ver un pequeño charco oscuro que proviene desde el otro costado de la puerta, cierta conmoción me rodea pero de igual forma me veo en la necesidad de entrar así que con prudencia tome el pomo de la puerta y gire suavemente la perilla solo para revelar esa atroz escena de nuevo.

Pilas de cuerpos amontonados inundaban la habitación, todos descuartizados de maneras distintas, todos claramente muertos pero sus voces, aun podía oírlas… desmembrados gritaban en un coro infernal de desesperación y dolor todos llamando desesperadamente por ayuda, suplicas, rezos y sollozos de todos lados llenaron mi cabeza y toda la habitación de punta a punta, mi mundo se tambaleaba por la repulsiva y horrorizante escena que estaba obligado a observar, cuando… veo un brazo ensangrentado saliente desde el borde de la habitación arrastrándose dejando al descubierto el torso y el resto de una cabeza cercenada de un pequeño niño sin ojos, se deslizo y se apoyo en mi bota para levantarse y ver mi rostro repleto de pánico y con un sonido penetrante decir:

-*Beeb*6:00am*Beeb*

-*Beeb*6:00am*Beeb*

Me siento de golpe en la cama, todo mi cuerpo esta sudado, y a decir verdad estoy bastante asustado.

Parece que aun esos “fantasmas” me persiguen.- Me dije a mí mismo.

Me puse de pie colocándome mis sandalias, y me dé dirigí al baño, abrí el grifo y tome un poco de agua entre mis manos solo para llevarla a mi cara y así poder lavarla un poco, acto seguido me mire al espejo, mi rostro se veía apagado, mi no “muy gran barba” solo me dejaba con un aspecto más a vagabundo que a otra cosa y mi cabello despeinado ya se le empezaba a notar que no lo lavaba en semanas. Me lave los dientes y camine de nuevo a mi habitación.

Una vez ahí, tome mi uniforme y le vi algunas manchas de comida de hace algunos días encima, meh.- De igual manera me lo puse.

Tome mis llaves, placa y arma y me dirigí a la puerta, no sin antes tomar 2 pastillas de un envase plástico que estaba entre mi chaqueta. Ya solo 3 meses más de estas y nos las necesitare más. - Me dije para intentar levantar mis ánimos cosa que evidentemente fallo.

Ya en la carretera, me dirigí a la comisaría donde prestó mis servicios “salvando a la ciudad”, una vez dentro marque mi ticket de horario. – Veinte minutos tarde, de nuevo…

Me senté en mi escritorio sin mirar ni saludar a ninguno de mis compañeros. Una mesa gris repleta de papeles a falta de rellenar inundaban mi mesa y lo que menos quería era siquiera empezar. Espontáneamente llamaron al teléfono y en seguida contesto el general, su cara mostro una tremenda sorpresa y con la misma rapidez con la que colgó el teléfono, exclamo mi nombre.

General: Bradley, esto no te va a gustar. Corrimos a todo dar a uno de los coches de policía y enseguida nos pusimos en marcha.

… ¿A que se referirá? Solo podía ser una cosa, es el de nuevo, el culpable de mis numerosas pesadillas, aquel que me condeno a sufrir enormes dolores de cabeza y visiones de muertes a donde quiera que vea.- Esta vez no dejare que te salgas con la tuya.

Llegamos a la escena, una pequeña posada algo anticuada para la época, tocamos la puerta y preguntamos a los vecinos sobre la situación, dijeron sentir un intenso olor a podrido de adentro de la casa. Tomamos nuestras armas y golpeamos la puerta. Nadie. Giramos la perilla. Cerrada. Tome carrerilla y de un golpe con el lateral del cuerpo logrando derribar la puerta y de nuevo allí estaba. Un cuerpo en estado de descomposición yacía amarrado a una silla, con un enorme corte en la yugular de lado a lado, los tobillos cercenados y un notable charco de sangre seca sobresalían del resto y proporcionaban un ambiente bizarro a cualquiera que se acercara a echar un vistazo.

No tuve que indagar mucho para saber quién estaba detrás de este crimen porque ya a simple vista se veían las marcas del culpable. La misma marca en la palma de la mano. Era el de nuevo nunca lo encontramos y seguía suelto en las calles. Pero esta vez estoy decidido a encontrarle y hacerle pagar por todos los crímenes que ha cometido.