Desde lo alto de mi casa, se ven grandes montañas todas muy verdecitas y muy lindas. En las mañanas cuando me levanto, puedo apreciar estas lindas montañas, subo entonces a la azotea de la casa con mi nietecita de 5 años que acostumbra hablar mucho y siempre quiere jugar, caminamos por el patio vemos los pájaros, los conejos y las gallinas nos acompañan a ese paseo, mi gata y mis dos perros que son muy cariñoso, mueven sus colas dandome los buenos días, me siento en una perezosa a cuidar a mi nieta mientras se mece en el columpio.

Ella se divierte mucho, mientras yo hablo con ella y le cuento que yo era así cuando era niña, me gustaban mucho los columpios y también cantaba, bailaba, estaba siempre muy alegre, le conté que cuando era muy pequeña, dormía en la azotea y me gustaba mirar al cielo, contar las estrellas y decía que son muy bonitas, todo el firmamento tiene su belleza y la luna que más me gusta, es luna llena ya que ella alumbra todo y se puede ver en la oscuridad, yo me acuesto y comienzo a ver la luna llena que es tan grande, entre más observo noto como si una persona habitara allí a mí me gusta hablar con ella, le cuento mis cosas y me alegro mucho cuando veo que es luna llena, me llena de optimismo y digo este día me va a ir bien, ella ilumina el lado por donde duermo, me acuesto y me duermo profundamente.

_{Bajo la Luna Llena, Fuente de la imagen extraida de pixabay}

Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. (Mateo 18:20)