Una imagen, una historia / Cayendo como el coyote
Imagen tomada del concurso de @franyeligonzalez
Qué días tan malos he pasado. Mi mujer me tiene a monte. Me imagino que la menstruación la tiene insoportable. Todo le cae mal y el culpable de todas sus calamidades soy yo y nadie más que yo.
¡Guau! Este acantilado es bastante alto. Supongo que tiene unos 500 metros de altura. Esto me hace recordar al coyote, al personaje que anda como loco detrás del correcaminos. El tipo suele caerse por abismos similares y, al llegar al piso, deja un hueco desde donde emerge nuevamente a maquinar la próxima trampa que le tenderá a su apetecible y escurridiza presa. Nada más lejano de la realidad, porque el que llegue a caer libremente desde aquí donde estoy sentado, de seguro que antes de llegar al piso ya se habrá muerto por adelantado.
Imagen elaborada por el autor
El paisaje se ve hermoso desde esta cima. Muy a pesar de todos los problemas que nublan mi cabeza, todavía soy capaz de percibir que todo se ve muy bonito desde aquí.
Mi perro se murió hace un mes y aún se me hace difícil controlar mi tristeza. Si él estuviera vivo de seguro que anduviera conmigo. No sé por qué los perros duran tan poco tiempo. Hay quienes dicen que sus vidas son cortas porque las han vivido con intensidad, dando mucho de lo que saben dar: amor y sinceridad.
Lo extraño demasiado. Me parece una pesadilla levantarme cada mañana y salir al patio y ver su casita vacía. El recuerdo de sus ojos, de su mirada, de su sonrisa perenne, no sé si es un consuelo o no sé si es la tristeza en persona. La muerte, aunque sea la de un perro, nos enseña que somos débiles y vulnerables.
Me ha ido mal en los negocios. Recientemente me estafaron. Tengo deudas y no sé cómo voy a hacer para pagar los servicios del mes en curso.
Tantos problemas juntos casi que le nublan a uno la mente y se la ponen en blanco. ¿Qué clase de vida es esta la que llevo?
La mujer está amenazando que me va a dejar. Dice que si se va lo más seguro es que se va a buscar rápido un nuevo marido. Parece que por allá hay un pastor evangélico que le está guiñando los ojos. La mujer es tan problemática que no sé si me va a hacer un gran favor el día que la vea llenando sus maletas. En verdad no sé qué va a salir de todos estos líos en donde me hallo metido. Pero lo que sí he aprendido de las asperezas de la vida es que todo pasa. Nada es para siempre.
Bueno, ha llegado la hora de lanzarme por este precipicio. Pero para eso es necesario correr unos metros desde atrás para tomar impulso, porque si me hago caer desde aquí, lo más seguro es que voy a rozar con los salientes rocosos.
Hago esto como para olvidar, como para desafiar a la adversidad y ya. La mochila de mi parapente está bien ajustada y allá voy. ¡A la carga! ¡A volar se ha dicho!
Fuente
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Muchas gracias por el apoyo.
Hola querido amigo, muchas gracias por estar presente en el concurso. Vaya, vaya, me encantó ese final jejeje, no me lo imaginaba, pensé que la historia tomaría otro rumbo, felicidades por la creatividad y la originalidad de tu entrada. Sin duda esta práctica debe ser fabulosa, espero poder hacerlo en algún momento (volar en parapente).😁
Jajaja Gracias por la lectura, amiga. A mi en particular me dan grima las alturas. Saludos.