Una imagen, una historia / A veces caíamos en tentación y cometíamos pecados

Nunca me había puesto a pensar de donde me había salido mi afición por la aeronáutica, hasta esta mañana temprano cuando mi madre me mandó un mensaje al teléfono donde me notificaba la muerte de mi amigo de la infancia: Macario. Tras la noticia mi mente regresó al pasado.

Mis ensayos con los nuevos diseños de drones quedaron a la espera y les dije a mis dos ayudantes: “Tómense una hora libre que tengo que atender unos asuntos en la computadora”. Pero no, no había ningún asunto. La verdad era que los recuerdos me habían lanzado a mis tiempos de niño.

Allá me veo yo entre los tres niños. Macario era el líder, pero yo era el inventor, el de las ideas fuera de serie. Mientras que Lucio, el hermanito de Macario, era más tranquilo, pero formaba parte del trío.

Los dos hermanos significan dos emociones distintas: lo dulce y lo amargo. Al fin y al cabo éramos tres chicos llenos de vitalidad y de alegría, pero a veces caíamos en tentación y cometíamos pecados.

Una vez observamos que el árbol de duraznos de uno de los vecinos estaba cargado de provocativas frutas; pero desde el camino hasta la planta había un cercado de púas casi insalvable. “¿Cómo le hacemos?”, preguntó Macario. “Eso es fácil”, le dije yo. Mi invento fue colocar en la punta de una vara de bambú un gancho de alambre y debajo una bolsa de trapo.

El problema fue que alguien nos vio y nos acusaron. A los tres nos dieron una pela, pero la peor parte se la llevaron mis dos amigos, ya que su padre era muy tosco y los golpeaba con un látigo de cuero. Por eso les dejaron el cuerpo llenos de marcas.

Pero nos dejamos de hacer esas cosas y buscamos otros modos para no aburrirnos. A mí, por ejemplo, me encantaban las cometas y hubo un día en que me atreví a elaborar mi propia cometa al lado de mis dos amigos. El plan era que si quedaba bien hecha, luego haríamos las dos restantes para que cada quien tuviera la suya.

La cometa fue un éxito. Voló hasta lo alto y nosotros gritábamos de júbilo. Pero luego ocurrió algo bastante malo: La cometa de Lucio se enredó en la antena de televisión de uno de los vecinos y el señor se disgustó y lo acusó con sus padres. Pero el niño, ante el castigo inminente que se le venía, del miedo que le dio, se alejó por el bosque y más nunca volvió a aparecer.

Invitación: @lirvic, @esthersanchez, @mile16