Nunca sabrás lo curiosa que puede llegar a ser una persona hasta que leas la siguiente historia: Macaria decía que se llamaba pero todos la conocían por su apodo, la terca. “No toque eso” le habían advertido, pero eso funcionaba al revés en su mente. Acababa de conseguir trabajo limpiando oficinas en una empresa de instrumentos médicos y quirúrgicos. Dicen que el dueño estaba un poco loco y por eso se lo habían llevado del país, pero la gente habla mucho.

Macaria comenzó limpiando las ventanas, luego los pisos, después las mesas, pero sus ojos no se apartaban de lo que parecía un bombillo circular que se mantenía en el aire, un poco oblicuo, sin nada que lo sujetara, a no ser por una bocanada de brisa que salía del suelo.

“La curiosidad mato el gato” recordó que le repetía siempre su abuela; en cuántos problemas se había visto desde niña por estar metiéndose donde no la llamaban. Casi como quien no quiere siguió acercándose al objeto y metió la cabeza debajo del pequeño platillo, solo para sentir la brisa y al levantar el rostro, notó como dos cámaras de vigilancia se emparejaron directamente por encima de ella y algo superior la despegó del suelo y comenzó a hacerla girar en un espacio donde habían desaparecido los muebles, filtros de agua, y todo lo que hacía segundos estaba limpiando.

No sintió vértigo ni molestia alguna, nunca antes había estado en una situación similar, pero se sintió cómoda. Entraba sin proponérselo en estructuras circulares huecas por dentro y era muy rápidamente absorbida para estar de nuevo subiendo por otra forma ciíndrica. “¿Y ahora cómo salgo de aquí?”, fue lo que pensó. Y allí en medio de la nada, en su propio pensamiento escuchó una voz que le dijo: “eso es prácticamente imposible”. En un celaje descubrió la imagen del dueño de la fábrica que pasó por el tubo paralelo al de ella. Sí, era él, en la mañana había limpiado su fotografía en la pared y se había cerciorado de que no quedara ni una sola pelusa en el cristal.

Muy pronto se dio cuenta de que sus preocupaciones existenciales estaban resueltas, no pensaba en nada más, solo se dejaba llevar de un lado a otro dentro de aquel laberinto de cristales y formas diversas. “Qué raro que solo estamos el jefe y yo”, se dijo, e inmediatamente volvió la misma voz a responderle: “porque los otros están aletargados y perdieron la curiosidad”.

A Macaria siempre le hicieron creer que era dañino ser tan curiosa y ahora casi lo veía como algo positivo, no tenía rumbo definido, salía de un tubo y era arrastrada por otro sin que ella pudiera hacer nada por decidir donde querer estar, solo estiraba su cuerpo y asumía diversas formas, ahora era hasta contorsionista. En uno de sus movimientos vio a la luna de forma creciente y le insinuó en un susurro: “sácame de aquí” y volvió a sacudir el plumero para quitar pequeñas pavesas que habían caído de nuevo sobre la mesa.

El suelo que había limpiado en la mañana estaba completamente sucio, tendría que asearlo de nuevo; las mesas llenas de polvo se ofrecían osadas en espera de un pañito o algo que las hiciera relucir. Los floreros, los cuadros y el cristal de la fotografía del dueño de la fábrica que extrañamente parecía más joven estaban opacos por la falta de cuidado.

Esta es la historia que me ha surgido luego de observar la imagen que nos presenta @xpilar aquí.

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Mi contenido es original
La imagen es la propuesta para el reto por @xpilar

@charjaim