Corrían los años de 1750, en los pueblos latinoamericanos luego de las conquistas del imperio español, se habían construido muchas iglesias católicas para poder evangelizar a esta sociedad, las creencias y costumbres fueron tomando fuerzas en la nueva cultura, muchos rituales antiguos que trasladaron los africanos esclavizados y los indios de estas tierras, se mesclaron con las nuevas corrientes e imágenes cristianas, para dar paso a doctrinas en donde predominaban ritos e imágenes de nuevos santos y vírgenes, esta es la historia de una anciana que apodaban la rezandera, que se llamaba Valentina Gomez.

Sus oraciones y posiones mágicas eran muy populares en aquel pueblo costeño, con sus ungüentos mezclados con humo de tabaco podían aliviar dolencias, quitar mal de ojos, quitar la mala racha y hasta devolver al ser amado, siempre se le veía en sus manos un rosario de cuentas negras y cadenas de platas, que llevaba a todos lados, por si había que rezarle a algún difunto para que pudiera pasar, al mundo de los muertos y más allá en tranquila paz.

Valentina Gomez, salía muy a menudo a realizar los novenarios a los difuntos, esta era una de las actividades en donde se reunían los habitantes de los poblados cercanos, para presenciar y rendirle respeto a estos personajes, todos esperaban a la gran rezandera que llegaba con su atuendo negro y sus artilugios religiosos, para comenzar estos ritos funerarios.

Una de esa noches turbias de mucho frio, tuvo que ir a rezarle al señor Hilario torres, un respetado patrón y hacendado con un estatus económico alto, que había sido sepultado el día anterior, esa noche la esperaban con mucha impaciencia otras señoras que compartían con ella, el famoso ritual del rosario en los novenarios, fue así que entro en la escena de aquella noche fría y sin luna, la rezandera con su velo negro que le cubría su cabellera larga y blanquecina, en aquellos años, los rezos eran hasta muy entrada la noche, ya se podían escuchar entre cantos y letanías, los lamentos de sus seres queridos y familiares.

Así pasaron las horas hasta llegar el final del ritual, fue cuando entonces la popular rezandera decidió partir del lugar hacia su casa, unos pueblerinos le ofrecieron llevarla en los carruajes jalados por caballos y mulas, pero ella exclamo en voz alta y firme, ”Yo, me voy con la luz de la luna y con Dios a mi lado, además mi casa está en la curva de las cumbres, y no es muy lejos desde aquí”, y así fue que emprendió su caminar, haciéndose cada vez más difusa su imagen hasta perderse en la oscuridad del camino.

Su paso era constante y rápido y al pasar algunos minutos ya sumergida en los caminos de piedras, pudo notar la espesa oscuridad que invadía la noche, fue cuando decidió aligerar el paso, su respiración exhalaba inquietud, los ladridos como lamentos de algunos perros en la lejanía y el rasgar de sus zapatos con el camino empedrado era lo que se escuchaba en aquel momento, fue entonces que al llegar al cruce de los “Arboles llorones”, que sintió una brisa fría y helada que invadía todo el ambiente, de repente los ladridos lejanos de aquellos perros cesaron de escucharse, todo dio paso a un silencio sepulcral, fue entonces cuando la rezandera se detuvo bruscamente, sus ojos estaban desorbitados, su semblante era pálido, su impresión era extraordinaria, tomando fuertemente el rosario en sus manos que se las llevó al pecho, exclamo “Dios bendito, Jesús cúbreme con tu manto”, al tiempo que pronunciaba estas palabras, en frente de ella, se materializaban de la nada las figuras traslucidas de 7 mujeres que pasaban el cruce de aquellos arboles llorones, sus andares eran de seres que flotaban porque no tenían pies, con túnicas blancas que se transparentaban con el paisaje nocturno y la niebla, pudo escuchar que estas entidades exclamaban murmullos sordos e incomprensibles, era como escuchar un enjambre de abejas pero sin patrón sonoro fijo, era como escuchar un laberinto de palabras.

Ellas no voltearon a verme en ningún momento mi presencia nunca les llamo la atención, pude ver y escuchar la última mujer que pasaba frente de mí, esta no murmuraba al contrario lloraba y su lamento era desesperante, sus quejidos eran de dolor eran gritos ahogados en un vacío con ecos aterradores, sentí un frio en las manos que se me entumecieron, yo me hice la señal de la cruz y me puse las manos en los ojos, cayendo de rodillas en el camino, la brisa volvió a soplar fuertemente y el polvo del camino me rasgaba mi cuerpo, de un momento a otro todo quedo en calma y en silencio, cuando me quite las manos de la cara me sorprendí al encontrarme en la puerta de mi casa.

Esa fue una noche larga sin poder conciliar el sueño, al otro día me dirigí a la iglesia del pueblo y estaba el sacerdote con algunos feligreses, les conté lo sucedido a todos, él dijo que esas entidades fantasmales fueron las “Ánimas del purgatorio” que querían darnos un mensaje.

Fue así que al pasar 7 días exactamente de aquel encuentro espectacular, Valentina Gomez conocida como la rezandera, convoco a los pobladores de aquella zona a que se dirigieran hacia una zona despejada en el valle, allí ella tenía un importante mensaje que dar al pueblo, fue cuando al estar reunida la gran mayoría de los lugareños, que sucedió algo increíble, un fuerte terremoto azoto la zona destruyendo gran parte del pueblo, aquellas personas se salvaron al dirigirse al valle en donde los había convocado la rezandera, salvando así a la gran mayoría de habitantes de aquel horrendo terremoto.

Desde entonces la historia a pasado de generación en generación, se dice que la rezandera vivió muchos años más, dedicando sus oraciones y ritos a estas entidades conocidas como “Las 7 Ánimas del Purgatorio” que se conocen como las salvadoras de aquel pueblo, hoy en el presente se puede apreciar una pequeña plaza cerca de la gran Iglesia, en donde se encuentra una peculiar estatua de una anciana que lleva un velo, un rosario entre sus manos y está de rodillas orando, es un homenaje a aquella rezandera que una tarde de radiante Sol, hizo salir a los lugareños a un lugar seguro en donde pudieron resguardarse de aquella tragedia, impulsada por una visión divina y sobrenatural, que había tenido 7 días antes, ahora Valentina Gomez forma parte del folclor y creencias en rituales de sanación en estos pueblos alejados de las grandes ciudades, dicen que si le rezas 7 aves María y 7 padres nuestros, gozaras de buena salud y volverá tu buena suerte.

Relato original de @betzaelcorvo

Gracias por dedicar tiempo a mi contenido, hoy me despido con este pensamiento.

Después de la tormenta, el agua se aclara y se puede ver el fondo del río

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