Todo comenzó una mañana fría y con una llovizna constante, tome café para calentar un poco mi cuerpo, quise dar un vistazo a la ciudad desde mi apartamento en el décimo piso donde vivo, la ciudad estaba desierta y todo parecía un reflejo de espejos, por la humedad en las calles, procedí a bajar e ir a comprar unos lapices de grafitos para dibujar, a la librería cercana, me coloque mi impermeable de color anaranjado, para resguardarme de aquella lluvia granizada, caminando por las calles ya podía percatar el mal momento de otras personas realizando colas interminables para poder comprar artículos de primera necesidad, en los centros de acopios para ese fin, los gritos y maldiciones se escuchaban por doquier, las autoridades con uniformes verdes daban sus correctivos con gran violencia para poder resguardar el orden.

Al fin llegue a mi destino que era la librería, al entrar y ver aquellos anaqueles casi vacíos, pude darme cuenta que iba a ser difícil encontrar aquellos lapices de grafitos especiales, sentí que adentro del recinto no había el ambiente adecuado de una librería, el olor a humedad era palpable, el único sistema de ventilación que había era un ventilador viejo, que funcionaba a lo lejos en un rincón, sentados detrás de los estantes de demostración, se encontraban una pareja de ancianos, que me miraban con ojos hundidos y pacientes, les pregunte muy amablemente por los lapices de grafito, inmediatamente la señora soltó un quejido mezclado con una pequeña carcajada, exclamo el señor con una voz ronca y cansada, dirigiéndose a mi, me dijo que desde hace varios años, no hacían pedidos de materiales por el alto costo de los mismos, que no tenían esos lapices de grafito, mi decepción fue total, pero al estar casi saliendo de la librería, el señor me dijo en voz un poco mas alto esta vez, que me dirigiera al terminal que estaba a varias cuadras de allí, en ese lugar por el lado de las pasarelas esta una pequeña tienda de variedades, allí encontraría los lapices de grafito, le di las gracias y emprendí mi caminata hacia ese lugar.

Luego de varios minutos llegue al terminar, el caos era increíble, se percibía la mala vibra en todas partes, cada autobús tenia sus respectivas colas de personas, que expresaban sufrimientos, en sus rostros se veía el hambre y un cansancio largo, alrededor de todo aquello se podían ver maletas y bolsos abarrotados, al pasar por ese sector llegue a la tienda y entre, allí me encontré una bella dama, que ocultaba su belleza con vestimentas ya desgastadas, su cabello era negro y largo, pero con rasgos de descuido y maltratado, podría pasar desapercibida para cualquier hombre, pero eso nunca seria mi caso, inmediatamente vi que era hermosa, me fui acercando a ella y le di los buenos días.

Ella respondió con una voz baja y tímida a mi saludo, ella me miro y luego de unos dos segundos cambio su mirada hacia otro lugar del recinto, le pregunte por los lapices de grafito, ella se dirigió a un estante y saco tres lapices que quedaban en una pequeña caja, inmediatamente procedí a pagarlos, mi animo cambio y me sentí mejor, salí de ese lugar contento.

Al caminar varios metros por el pasillo de ese terminal de pasajeros, me encontré una escena conmovedora y triste, una madre se aferraba a su hija adolescente, lloraba sin cesar, su llanto era mudo, la muchacha también sollozaba tristemente, de repente se escucho una corneta estridente de tres cornetazos fuertes, desde el final del pasillo se dejo ver un hombre llamando urgentemente a la muchacha, con gritos de autoridad le decía que faltaba ella, que se diera prisa, la muchacha se fue desprendiendo de los brazos de su madre y se alejo llorando, la madre recostada de la pared se dejo caer lentamente, hasta quedar arrodillada en el suelo, yo me acerque y quise consolarla diciéndole palabras alentadoras, pero ella mirándome y con espasmos pausados por el llantos, me dijo que su única hija se marchaba a Europa a buscarse una vida mejor, para poder enviarle dinero a ella que padecía de cáncer, lo mas probable era que no la volviera a ver jamas, pero yo le dije que si la podía volver a ver, pero en otra vida, ella me abrazo llorando y dijo que así iba a ser, si Dios se lo permitía.