Dulces enseñanzas que llegan en forma de niños

Lucía es una persona callada. Sus papás no saben qué le pasa. Han intentado hablar con ella, pero la niña, de 11 años, siempre responde lo mismo: -Estoy muy bien.

Un día, la pequeña se acercó a su mamá y le preguntó si realmente ellos no creían en Dios. La madre le respondió que no, que cuando eran chicos iban a la Iglesia para seguir la tradición de su familia, pero que de adultos se habían dado cuenta de que era todo un engaño.

• ¿Por qué creen eso? – Preguntó Lucía.

• Porque hemos ido muchas veces a la Iglesia y las personas ahí, quieren hacer de cuenta que son buenas, pero en realidad no lo son y porque creemos en la ciencia.

• Pero… ¿yo puedo creer? – Dijo Lucía con curiosidad.

• Sí hija, tú eres libre de creer o no creer. Quisimos educarte para que elijas lo que desees. – Dijo la mamá. - ¿Por qué me haces esa pregunta? – Agregó.

• Porque he visto a Dios, y después de eso, solo me queda creer. Respondió.

La mamá de Lucía hizo una pausa, y miró a su hija algo confundida. Nunca la había llevado a una Iglesia y jamás le había dado ningún símbolo que representara a alguna religión. Extrañada, preguntó:

• Lucía, pero… ¿Cómo es que has visto a Dios? ¿Dónde?

La niña miró a su mamá con cara de desconcierto, y es que en verdad no podía entender cómo su madre no lo había visto.

• Veo a Dios en todas partes, - dijo la pequeña. – En los árboles de la calle, en las montañas que están a lo lejos, en el río que pasa cerca de nuestra casa, y lo mejor, es cuando miro hacia el cielo. Lo veo ahí también.

• Esa es la naturaleza. – Dijo la madre.

• Claro, la naturaleza es Dios. – Respondió Lucía con calma.

Tras esa charla, la niña se fue a su habitación y Cecilia, su mamá, continuó haciendo sus cosas, esperando a que llegara Francisco, su esposo, para contarle la conversación que habían tenido.

Cuando esto ocurrió, ambos decidieron hablar con la pequeña. Le compraron su postre preferido para que ella se sintiera cómoda y prepararon una rica cena.

Así que, esa misma noche, Francisco dijo:

• Hija, mamá me contó que estuvieron hablando de Dios más temprano.

• Sí. - respondió Lucía

• ¿Es por esto que estás tan callada? - Agregó Francisco.

• Sí, tenía miedo de contarles y que se enojaran, - dijo la niña.

• No, hija, jamás nos enojaríamos por eso, puedes creer en lo que quieras.

• Es que me apena que ustedes no lo vean. - Dijo la pequeña.

• ¿Qué es lo que no vemos?

• A Dios. Antes, cuando intentaba no creer, era muy molesto, porque sentía un gran amor en todas partes, pero también quería ser como ustedes. Hasta que entendí que de verdad está en todos lados.

Francisco se quedó en silencio, recordando cuántas veces había escuchado esa frase cuando era un niño. Y luego miró a su esposa, que parecía estar pensando lo mismo.

• ¿Qué les pasa? Dijo la niña.

• Nos has dicho algo que nos repitieron muchas veces cuando teníamos tu edad. Creo que vamos a darle otra oportunidad. – Dijo la mamá.

Lucía abrazó muy fuerte a sus papás, y desde ese día, cada vez que Francisco y Cecilia miran a los árboles, a las plantas y al cielo, recuerdan la enseñanza de su propia hija, y entienden que, a través de ella, la energía de Dios, se manifestó ante ellos.

ENGLISH

Sweet teachings that come in the form of children

Lucia is a quiet person. Her parents don't know what's wrong with her. They’ve tried to talk to her, but the 11-year-old girl, always answers the same thing: -I'm fine.

One day, the little girl approached her mother and asked her if they really didn't believe in God. The mother replied that no, that when they were children they went to Church to follow the tradition of their family, but that as adults they had realized that it was all a lie.

• Why do you think that? - Lucia asked.

• Because we’ve been to the Church many times and the people there want to pretend that they are good, but in reality they’re not, and because we believe in science.

• But ... can I believe? - Lucia said curiously.

• Yes daughter, you are free to believe or not believe. We wanted to educate you to choose what you want. - Mom said. - Why do you ask me that? - She added.

• Because I have seen God, and after that, I can only believe. – She answered.

Lucia's mother paused, and looked at her daughter somewhat confused. They had never brought her to church and had never given her any symbol that represented any religion. Surprised, she asked:

• Lucia, but ... How is it that you’ve seen God? Where?

The girl looked at her mother with a puzzled face, and she really couldn't understand how her mother hadn't seen Him.

"I see God everywhere," said the little girl. - In the trees, on the street, in the mountains that are far away, in the river that passes near our house, and the best thing is when I look up at the sky. I see it there too.

• That is nature. - Said the mother.

• Sure, nature is God. - Lucia answered calmly.

After that talk, the girl went to her room and Cecilia, her mother, continued doing her things, waiting for Francisco, her husband, to arrive, to tell him about the conversation they had had.

When this happened, they both decided to talk to the little girl. They bought her favorite dessert so that she would feel comfortable, and they prepared a delicious dinner.

So, that same night, Francisco said:

• Daughter, mom told me that you’ve been talking about God earlier.

• Yes. - Lucia answered

• Is this why you're so quiet? - Francisco added.

• Yes, I was afraid that you would get mad. - Said the girl.

• No, daughter, we would never get angry about that, you can believe whatever you want.

• I’m sorry that you don’t see it. - Said the little girl.

• What is it that we don't see?

• God. Before, when I tried not to believe, it was very annoying, because I felt great love, but I also wanted to be like you. Until I understood that it really is everywhere.

Francisco was silent, remembering how many times he had heard that phrase when he was a child. And then he looked at his wife, who seemed to be thinking the same thing.

• What's wrong with you? Said the girl.

• You’ve told us something that was repeated many times when we were your age. I think we're going to give it another chance. - Mom said.

Lucía hugged her parents very tightly, and from that day on, every time Francisco and Cecilia look at the trees, the plants and the sky, they remember the teaching of their own daughter, and understand that, through her, the energy of God, was manifested.