SÉPTIMO CONCURSO: "PALABRAS INSPIRADORAS" / TODOS SON BIENVENIDOS! / #WORLD OF XPILAR

Recuerdo aquel día de mi primer miedo, los truenos y relámpagos, la tempestad. Vivía en una casa humilde con el techo de Zinc ósea de latas, tendría como 4 años de edad, el fuerte viento se llevó el techo del baño, veía a mis abuelos sujetando otras partes de la casa con unos amarres, obviamente esa situación traumática sembró en mi el miedo a los fuertes vientos y truenos. Con el transcurrir del tiempo lo he manejado mejor, obviamente al no vivir en una casa con aquellas condiciones este disminuye, mas sin embargo los truenos aún causan en mi temores. Los miedos de niños, tienen tendencia a suprimirse de manera natural a medida que se va creciendo y aprendiendo que esos estímulos no son realmente amenaza.

Con el transcurrir de los años surgieron otros miedos de tipos sociales y relacionados con la valía personal y la imagen: que terceras personas te amonesten, que se carcajeen de ti, que tus padres te regañen, parecer tonta, a ser rechazado por los compañeros, hacer el ridículo. Todos esos los fui venciendo con una alta autoestima generada por mi familia y entorno más cercano. Con la adultez los miedos se van haciendo más frecuentes, la madurez provoca que seas precavido, prevenido, dada las situaciones que vas viviendo con el devenir de los años, lo importante es que nunca te detengan, ni se queden en tu conducta y mucho menos que se conviertan en fobias.

He sido víctima de muchos atracos y robos, obviamente eso deja un estrés post traumático que va acompañado del temor a salir, a reanudar la vida cotidiana, sin embargo, luego de los días lógicos he vuelto a retomar mi cotidianidad y a usar el agradecimiento como herramienta que a pesar de las perdidas, siempre han sido objetos materiales, aferrándome a lo que si tengo, agradeciendo por ello y no lamentarme de lo que perdí. Esa ha sido mi táctica y mi estrategia como diría Benedetti.

Percibimos el temor como una práctica negativa; buscamos el punto malo de la emoción ya que cada vez que emerge en nuestras vidas crea frustraciones y nos hace ver como frágiles y atemorizados; nos disminuye, restringe y se convierte en sentimientos poco agradables, porque parecemos indelebles ante el resto de la sociedad que siempre está observando para criticar, eso nos lleva a tener miedo de tener miedo.