Las aguas de mi lago de Maracaibo, así se veían. En otrora eran cristalinas, en la época colonial, las damas se acercaban a sus riveras a lavar la ropa, a tomar agua para cocinar, hacer los oficios del hogar.

Con la llegada del progreso, entre el petróleo y el carbón, café y cacao, todos de exportación, se urgió la construcción de un puente. En el fondo de mi Lago, se anclaron 134 columnas colosales que soportan 8.678 metros del puente de cemento más largo del mundo.

No obstante, con el transcurrir del tiempo, ya sus aguas no son cristalinas, entre la ignorancia y la desidia, a mi hermoso Lago contaminan, y aún noble nos regala en abundancia peces, camarones, buchones y una fresca brisa .

Ya sus aguas están pintadas, con el progreso y el desarrollo, y desde el fondo se levantan, soportando sus gigantescas columnas doradas.