Saludos amigos, casi quedo fuera del concurso debido a mis tantos compromisos laborales. Bueno, les cuento que nuestro amigo @adeljose, en la semana 23, nos convoca a crear historias sobre temas libres. Para esta, he escrito este texto que espero sea del agrado de todos:

Ella y yo queríamos comprar un carro de agencia, teníamos algo de dinero en el banco, pero no era suficiente para dar la inicial.

Nos dijeron que en la Chevrolet nos podían dar el crédito, que solo teníamos que mostrar nuestras constancias de trabajo, sumar nuestros dos ingresos y ellos nos dirían cómo quedarían las cuotas mensuales.

Y así lo hicimos, la encargada nos atendió muy amablemente; le dijimos qué vehículo queríamos (era uno muy lindo, una especie de camionetica parecida a un zapato de niño), recibió nuestros documentos y nos dijo que estudiaría nuestro caso; nos ofrecieron café, y nos sentamos en la recepción a esperar la respuesta.

Ella me tomó de la mano (siempre lo hace) sus ojos verdes brillaban como luciérnagas, reía nerviosamente y se apegaba a mí con ternura.

Frente a nosotros estaba un pareja, muy mal vestidos, el señor tenía puestas sandalias de baño, y la señora también mayor, estaba toda salpicada de harina.

A ellos los llamaron primero que a nosotros. Cuando el señor habló nos dimos cuenta de que eran portugueses.

La encargada les pidió sus papeles para el crédito, entonces el señor mal vestido le dijo que compraría cuatro camionetas en efectivo, y sacó dos sacos de harina de trigo y los puso sobre el pulcro escritorio.

La encargada preparó de inmediato los papeles y el señor dijo que luego pasaba buscando sus camionetas.

Luego nos tocó nuestro turno, la primera mala noticia fue la mirada dulce de la encargada, luego vino esta:

-Lo lamento, el sueldo de ambos no es suficiente, necesitarían un fiador, esa sería la única manera.

Salimos de la agencia apenados, un poco tristes, quizás; ella me tomó de nuevo de la mano, caminó un rato en silencio y explotó en risa:

-Yo pensé que el señor era un mendigo, y los mendigos éramos nosotros -dijo ahogada en llanto de tanto reírse.
Luego yo también comencé a reírme; así seguimos caminando hasta el centro de la ciudad, tomados de la mano, abrazados.

Cuando llegamos a la casa le dije:

-Yo quería que tuvieras esa camionetica.

Y ella me respondió:

-No importa, ya tendremos una mejor, me tomó con más fuerza con su mano tibia, y me miró nuevamente a los ojos, feliz.

Con el tiempo nos compramos un carro, y ya no vivimos en aquella ciudad; pero viven conmigo la lección del portugués, la camionetica que no tuvimos y el calor de sus manos.

***

Si deseas participar en el concurso, aquí la información