¡Viaje improvisado! / Cachapa con queso y cochino frito

Parte I

Emily y Benjamín son una joven pareja, novios desde hace unos 4 años. Ambos son periodistas y gustan de las aventuras, el aire libre, vivir la vida a plenitud. El fin de semana tenían planeado ir a la playa, un simple paseo de ida y vuelta. Al salir camino a la playa, escuchan en las noticias que por la cercanía de una tormenta tropical las playas están cerradas. Benjamín ríe y mirando a Emily cambia de rumbo.

Emily le pregunta hacia dónde van, ese no era el camino de regreso a casa, a lo que Ben le responde:

• ¿Quién dijo que regresaríamos a casa? Hoy nos vamos a escapar, te tengo una sorpresa...

Parte II

El vehículo rústico penetró por un camino, que más que una carretera, parecía a una trocha de vacas. La chica cuando vio que el vehículo rozaba los matorrales y daba saltos por lo irregular de la superficie, le preguntó a su compañero:

• Mi amor, ¿hacia dónde vamos? Si pretendes llevarme, como dice la canción, “plantación adentro”, ese tipo de sorpresitas a mí no me convencen. Lo más apropiado es que busques por donde voltear y regresemos.
• Tranquila, cariño. Por esta vía, a unos 4 kilómetros, hay una pequeña finca donde venden cochino frito, cachapa con queso y birras bien frías.
• Lo que a mí me parece es que el propietario de esa finca es extraordinariamente pichirre, porque por aquí lo que abunda es el monte hereje y el camino tiene más huecos que la luna.
• Te aseguro que el sitio te va a gustar. No te preocupes. Además, de vez en cuando es bueno alejarse del confort de la vida moderna.
• Bueno. Veremos qué pasa.

Al cabo de unos 20 minutos llegaron al sitio esperado y allá les salió un hombre joven.

• Bienvenidos a la Granja Ladera. ¿En qué podemos servirles? -saludó el desconocido.
• Buenos días, amigo. ¿Y el señor Hortencio? -preguntó Ben.
• Salió a la ciudad esta mañana, pero ya no tarda en regresar.
• Veo solitario el local, pero ¿será que usted tiene por ahí cochino y cachapa?
• Si ustedes gustan, ahorita mismo les preparo eso. Pero, pónganse cómodos. Si quieren, esperen allí en los chinchorros.
• ¿Tiene cervezas?
• Ahorita no hay, pero, si quieren, por acá tenemos una bebida espirituosa de fabricación casera.
• Está bien. Vamos a probarla.

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Los jóvenes se acostaron cada uno en un chinchorro mientras observaban a lo lejos el resplandor de los rayos y el ruido de los truenos de la tormenta pronosticada.

Luego probaron la bebida que les ofreció el encargado del negocio, pero en el acto los dos se quedaron profundamente dormidos.

Llovió a cántaros por un par de horas hasta que escampó y fue cuando la pareja apenas pudo despertarse.

• ¿Qué pasó aquí? -dijo la muchacha toda asustada.
• Parece que ese licor era más anestesia que alcohol -opinó el novio.

En eso se dieron cuenta que no había señales del encargado ni del vehículo todo terreno que los había traído. Los zapatos de marca que le costaron a Ben 500 dólares tampoco se veían por ningún lado. Y, al parecer, además de ellos, el único ser vivo que había en ese sitio, era un burro que se veía amarrado al final del patio.

• ¡Miércoles! -exclamó la chica- Por lo que se ve, para regresar vas a tener tú que montarte en ese burro, porque mis zapatos no son de tu talla.

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_{Invitación: @zorajaime, @gertu, @dulcem05}