¿Duro o blando?

En realidad, conozco a ciertas damas que les gusta comer ciertas comidas duras. Incluso hay aquellas que les agrada la carne dura, dizque porque se sienten unas fieras cuando la mastican; bueno, pero en mi caso creo que hay pocas comidas que me gustan duras, por ejemplo –y a propósito del mango que pone por allí @mariami-, estas frutas me gustan duras y pintonas.

Por otra parte, uno de los dulces más ricos de la gastronomía venezolana es el majarete. A este lo prefiero duro, al igual que la gelatina.

¿Frío o caliente?

Soy uno de los seres más cafeseros del planeta y me gusta el café caliente, especialmente en la mañana.

Por otra parte, no me agrada comer la comida súper caliente, como la sopa recién hecha. Claro, depende del lugar donde me encuentre. Por ejemplo, aquí donde vivo, en Ciudad Bolívar el clima es terrible como para tragar sopa recién hecha a golpe de una de la tarde. En cambio, cuando visito a mis familiares en Mérida, allá si es bastante ameno y oportuno consumir, por ejemplo, una deliciosa pizca andina.

¿Grande o pequeño?

Por acá en Ciudad Bolívar tengo dos vecinas quienes deliran por las salchichas grandes en los perros calientes. Ellas afirman que la vida no es la misma sin una salchicha larga, gruesa y rosada. Yo lo que les digo es que si siguen así de jartonas se van a volver como un par de hipopótamos.

Pero, en lo que a mí respecta, me encuentro en la parte intermedia; es decir, soy de comer normalmente, sin llegar a los extremos, y me puedo comer tranquilamente dos perros calientes normalitos.

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¿Seco o mojado?

Los expertos en nutrición recomiendan que la comida no debe ser tan seca como para que a uno no se le formen tapones en el colon. Por eso es bueno que la masa amarilla que nos facilita la “revolución” la debemos hacer lo más blanda posible. Si no, nos veremos privados de otro de los placeres más sublimes de la existencia: Sentarse en la poceta sin fallar en el intento.

Pero les confieso que una de mis grandes pasiones es comer pan dulce con café con leche. Me gusta meterlo seco y sacarlo mojadito.

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¿Solo o acompañado?

La pregunta es algo ambigua, pero veamos: La situación económica tan crítica en que ha caído Venezuela, ha llevado a muchos ciudadanos a no comer absolutamente nada. En esos casos las personas dirán: “Hoy comí nada acompañado de nada”.

En otros casos, y es bastante frecuente, que miles de personas coman solamente un plato de arroz sancochado, sin acompañante. Las dietas así son comunes en países en guerra. Por eso será que algunos repiten eso de la “guerra económica” como si fuera un ave María, pero sin que nadie les crea.

Lo ideal es que a tu ración de arroz le acompañes con una proteína fabulosa, como un bistec o una chuleta de chancho, sin dejar de lado la infaltable ensalada cruda, las tajadas y el juguito de parchita.

Los acompañantes más agradables a la hora de nuestras comilonas son nuestros seres queridos, y listo. Que Dios bendiga nuestros alimentos.

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