En el 2014 estuve el La Gran Sabana, parque nacional ubicado en el estado Bolivar, Venezuela. No es la primera vez que voy al estado pero si al parque, viaje con mi familia y allá me reuní con una buena cantidad de amigos. Fue en diciembre de ese año y me toco recibir el año alejado completamente de las selvas de concreto donde siempre he estado metido. Fue una experiencia magnifica.

_{Bohío indígena en La Gran Sabana/Fotografiá de William Muñoz La Cruz}

La Gran Sabana es un escenario extremadamente natural donde la influencia del hombre no la a afectado para nada (todavía). Se puede respirar aire puro y beber agua muy sana con un leve sabor a tierra salvaje y a vegetación pura. Conocí muchas cascadas donde es casi obligatorio bañarse, no por el calor que no hace, sino porque es una verdadera aventura adentrarse y permanecer un buen rato bajo el torrente de agua que casi te arrastra en su camino.

_{La paz se respira en La Gran Sabana/Fotografiá de William Muñoz La Cruz}

Los bohios indigenas abundan en cualquier parte. Y son estas personas, oriundas de la zona, los que protegen con mayor ahínco la naturaleza que les pertenece. Son los hijos directos de esta tierra que aún permanecen a pesar de sus dificultades sociales.

En La Gran Sabana podemos preparar comidas a la orilla de un riachuelo, pero si te descuidas no dejando las cosas como estaban, te van a visitar legiones de cuidadores que te harán pasar la pena del siglo, solo por ser descuidado. Solo deja las cosas como están.

_{Arapena Merú/Fotografiá de William Muñoz La Cruz}

Puedes visitar o subir a algún Tepuy pero eso ya es otra cosa. Ningún vehículo puede subir, solo debemos ser montañistas y esa aventura debe ser acompañada con especialistas de la zona. Pero es fascinante intentarlo. Puedes llegar a la frontera con Brazil o quedarte un rato en la población de Santa Elena de Guairen. Pero querrás regresar nuevamente y en el acto a la naturaleza atractiva que te motivo a realizar este viaje.

La Gran Sabana es lara la contemplación, el relajamiento, la paz espiritual. Es adentrarse por los húmedos caminos y vivir de sus corrientes de agua sana que abundan en toda la zona. Es vivir momentos únicos que luego de ser absorbidos en nuestro ser, nos lo llevaremos en nuestra alma sin despegarnos de ellos aun cuando transitemos nuevamente por los caminos de concreto que cotidianamente nos ofrece la gran ciudad.