Atiendo a la invitación que me hiciera @solperez para unirme a este concurso que promueve @patjewell. Este consiste en elegir de las siguientes opciones: Panadería, parque, pasajero, camino y acampar; una, a partir de la cual debemos escribir. Yo escogí la palabra "Panadería" para redactar el siguiente cuento:

A mí me mandaban todas las tardes a la panadería, que quedaba muy cerca de la casa, a comprar el pan. En ese tiempo, era común que los niños hicieran los mandados, y yo era el único niño que vivía allí, en la casa de mi tía Raquel, que fue donde llegamos a vivir cuando nos vinimos de Carúpano buscando nuevas oportunidades.

La casa de mi tía Raquel era grande, y allí vivían muchas personas, sin meter a los que venian de paso a hacer diligencias desde la provincia.

Mi tía estaba casada con el señor Guillermo, un hombre alto, gordo y blanco. Marlene, Orlanda y Cruz eran sus hijas hembras; Freddy, Gilberto y Héctor sus varones, pero estos dos últimos estaban estudiando en Mérida, y solo venían de vacaciones; además estaba Yuya, la mamá de mi tía Raquel, que realmente no era mi tía, sino prima de mi mamá. Todos ellos vivían en el primer nivel de la casa, en el segundo nivel vivíamos: Eglys y Petra, hijas de Lupe, una hermana de mi tía Raquel; Priscila y Chito, hijos de Carmen, otra hermana de mi tía Raquel; Juan, un señor de Carúpano, a quien yo llamaba tío. También estábamos allí, papá, mamá y yo; todo un cuartel esa casa, bien organizada y con reglas estrictas de mi tía Raquel.

Allí todo el mundo tenía sus tareas, la mía era hacer los mandados para toda esa gente, podía ir a comprar veinte productos diferentes, dos tubinos de hilo blanco, dos cierres esmaltado, un par de medias panty, una caja de fósforos, medio kilo de queso blanco rallado, un kilo de verduras...

Y no era permitido equivocarse, porque el regaño era grande; yo hacía los mandados con ganas, porque era la única forma de salir de casa, y podía ver a las muchachas, pero a la panadería no me gustaba ir, porque en ese sector había unos muchachos de una familia que llamaban "los Mandinga", y ellos eran muy malos, les pegaban a los niños y les quitaban las cosas que compraban; yo iba a la panadería con mucho cuidado, asustado, me escondía detrás de las matas, esperaba que "los Mandinga" se descuidaran y entraba a la panadería, el problema era para salir, porque ellos siempre me esperaban como si fuera un juego de rubbi, y yo me metía la bolsa de pan debajo del brazo y atravesaba el túnel de puños y patadas, de intentos inútiles de agarrarme, corría y corría, me perseguían, pero no me alcanzaban.
No sé por qué yo no contaba nada de eso en la casa ni buscaba ayuda, era como si me diera pena decir que le tenía miedo a "Los Mandinga".

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