Quizás lo más doloroso de éstas situaciones es que en un momento te das cuenta que eso no va para ningún lado y no lo quieres asumir. Luego, con el tiempo entendemos que tenemos nuestra cuota de responsabilidad en el asunto y comenzamos a aceptar los hechos, es cuando nos liberamos y continuamos. Pero quedan esas cicatrices y somos un poco más cautos cuando aparecen nuevas personas. Es todo un proceso.

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