Relato: La herencia de Imhotep (X)

in GEMS4 years ago (edited)

Fuente de la imagen: Pexels

El teléfono empezó a sonar. Una mano levanta el auricular. "¿Sí?", preguntó el dueño de la mano, un hombre. Al otro lado de la línea, otro hombre le dijo: "No va a creer a quien he encontrado en El Cairo, joven amo".

El hombre, quien fumaba un puro, le preguntó a quién había encontrado. La sola mención de una tal Lady Pollyanna pareció cambiar sus facciones de forma inmediata. Apartando de su boca el puro, el hombre inquirió: "¿En dónde se hospeda?"

"En el Hotel Nilo. Se hospeda bajo el nombre de Mary Henderson".

"¿Estás seguro de que era ella?"

"Bueno... Sí..."

"Le oigo inseguro, Phyllis".

"No me dejó entrar a la habitación, joven amo. Se le oía cauta, como desconfiada".

"¿Quién no actuaría así, zoquete? Hasta yo actuaría así. Con eso de que han ocurrido asaltos en estos últimos meses... Ahora, si no estás seguro de que es ella, vuelve ahí y pide hablar con la señora Henderson. Si es ella, trata de retenerla; pídele al recepcionista que llame al Hotel Euphrates, con comunicación a Louis Fenton. Iré para allá de forma inmediata. Si no es ella, te disculpas y te retiras".

"¿No cree que sería mejor que usted vaya personalmente para que lo corrobore?"

Henry Calbert se llevó la mano a la cara. Don Phyllis sin duda era el asistente más incompetente que había tenido en su corta vida, y quizás el más estúpido. En varias ocasiones lo había metido en aprietos de los que tuvo que salir solo, sin ninguna ayuda más que su pericia.

Su padre debió despedirle tras la fuga de Pollyanna, ya que la había auxiliado a cambio del nombre y la dirección de una chica que le gustaba. No obstante, el buen corazón de su madre se impuso al recordarle que el hombre no tenía más oficio que el de ser un mayordomo más. De ahí que su padre decidiera asignarlo como su asistente personal.

El infierno, el maldito infierno.

El teléfono volvió a sonar. Con premura, tomó el auricular. "¿Phyllis?"

"Bueno, mi querido Fenton, el buen Phyllis está tendido en el suelo con un ojo morado y la nariz rota. Pero estará bien".


"¡¿Lo golpeaste?!"

Pollyanna bufó. El buen Louis nunca dejaba de sorprenderle cuando se trataba de asumir lo peor de las personas. "No yo. Mi amigo lo golpeó pensando que era un delincuente de alto calibre. Un tipo de la mafia, justamente", replicó con simpleza.

"¡¿Mafia?!"

"Oye, no tengo tiempo para rememorar viejos tiempos. Nos estamos yendo para el desierto. Por favor, ven a buscar al buen Phyl en el hotel".

"¡Pollyanna...!

No terminó de hablar; Pollyanna había colgado. Volviéndose hacia Julian y Phyllis, quien se encontraba sentado en el sillón con un pedazo de carne cubriéndole el ojo y apretando la nariz, le dijo al último: "Fenton vendrá a buscarte, Phyl. El sangrado de tu nariz se detendrá en cualquier momento; de ese modo no le mancharás sus limpias camisas. Cuídate mucho, Phyl, y lamento que mi amigo te haya golpeado; si te hubieras presentado desde el principio, quizás te habría hecho algún favor".

Tomando sus mochilas, Pollyanna y Julian se despidieron del dueño del hospicio antes de marcharse.

"Louis Fenton. ¿Quién diría que te lo encontrarías en este lugar?", comentó Julian mientras se subían a un vehículo.

"Mientras no se entrometa en este asunto, no será problema".

"¿Pero no temes que se enteren tus padres de que estás aquí?"

"Julian, renuncié a mis derechos nobiliarios. No tienen ya nada que ver conmigo".


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