Qué tiempos aquellos cuando vi Pinocho

  Estoy muy feliz de tener la agradable oportunidad de decir presente en la dinámica retro que ha organizado nuestro compañero @oneray y, la consagro como retro porque, a través de ella vamos a viajar al pasado y, recordar todas las impresiones que nos generó el contenido de una película que vimos hace mucho tiempo atrás. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  La mayoría de las producciones de origen audiovisual son creadas con la intención de entretener al público objetivo para así, obsequiarles alrededor de 120 minutos de diversión. Sin embargo, no podemos dejar de lado que, dichos contenidos también contienen segmentos educativos y reflexivos que permiten generar más enganche ocasionando así que, las consagremos como favoritas.

  Gracias al impacto positivo que genera una película en la vida del ser humano, se ha dicho que el séptimo arte es un recurso muy valioso que ha tenido nuestra sociedad en su construcción y valoración de valores e incluso, conductas porque, una producción audiovisual tiene como factor principal influir en nosotros por ello, jamás dejaremos de escuchar a alguien manifestar que una película es un centro institucional en su vida.

  En mi infancia me encantaba ver películas; recuerdo que durante el fin de semana veía entre 3 o 4 y, si estas producciones eran los clásicos de Disney, para mí era muchísimo mejor porque, me fascinaba viajar en la imaginación que dichas películas transmitían. Les confieso que vi muchas veces todas esas maravillosas cintas cinematográficas que produjo Disney; no obstante, la que marcó y sigue marcando un hito trascendental en mi vida es Pinocho.

  La historia que relata las andanzas del niño de madera me enseñó de manera ilustrativa el impacto positivo que genera la obediencia y, lo negativo que es ser una persona desobediente acotando que; aquí también comprendí la vitalidad que tiene ser responsable porque, cada acción genera consecuencias positivas y negativas.

  De igual manera, Pinocho me educó bajo la premisa de que, una mentira tiene la facultad de desencadenar una cadena de problemas y más que hacernos bien, lo que realmente promueve es la desconfianza de todas las personas que nos rodean y, el desenlace de este antivalor es que, no quieran estar cerca de nosotros.

  Para ser honesta, perdí la cuenta de todas las veces que he visto esta película porque, curiosamente, en mi etapa de juventud dupliqué esos momentos que considero estelares y, me establecí el hábito de verla una vez al mes por lo que, no queda la menor duda de que, a mis 27 años la he visto cientos de veces y, esta lista va a seguir aumentando porque, no tengo planeado hacer de lado este hábito tan especial en mi vida.

  Ahora bien, la escena que más impacto me generó fue, cuando Pinocho ve que su amigo Polilla comienza a convertirse en burro y, a pesar de la impresión que tiene, él se burla de lo sucedido pero, en ese momento su transformación también comienza sin embargo, es tanta la agonía que siente, que, la disociación que tenía desvanece y dimensiona el mal que hizo desobedeciendo al igual que, no escuchar a su voz de la conciencia (Pepito Grillo).